Purga fiscal

Catalá espera resultados milagrosos sobre corrupción de su 'purga de Benito': será fácil si se acusa menos

Jesús Gil, el Bautista que anticipó la figura mesiánica de Donald Trump, presumía de amistad con grandes jueces. Eran aquellos miembros del Poder Judicial o del Supremo a los que invitaba a las jornadas jurídicas de Marbella. ¡Y venían! Así se creía a salvo de cualquier disgusto. No contaba con el juez Santiago Torres… Veinte años después un ministro de Justicia emula el gesto y alardea de su sintonía con los grandes fiscales. Lo hizo Rafael Catalá en vísperas de aplicar una purga de Benito a la Fiscalía del Reino, de la que espera resultados milagrosos sobre corrupción: será fácil, si se acusa menos.

El ideólogo de la operación es un alto funcionario del Estado que entró en el Gabinete de puntillas hace dos años y medio, para sustituir a una estrella rutilante: Ruiz Gallardón. Alberto aspiraba a la sucesión pero acabó consumido por ese gran desluminador que es Mariano Rajoy. Atención a Catalá. No tiene la traza de su antecesor, sino más bien la de su jefe máximo; parece que es incapaz de matar a una mosca, pero tumba elefantes. Para el abordaje a la Fiscalía, el ministro empezó por sustituir a la fiscal general Consuelo Madrigal.

Catalá primero le prometió que seguiría, pero cuando supo que iba a poner al frente de Anticorrupción a Alejandro Luzón, fiscal de las tarjetas black, y pretendía mantener de jefe en la Audiencia Nacional a Javier Zaragoza, decidió destituir a Madrigal y embridar a la Fiscalía. El presidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez, se había quejado de que el fiscal jefe de su región se interesaba en demasía por el caso Auditorio, en el que está imputado. Su descalificación del acusador público -al estilo Gil- ha sido atendida y López Bernal, destituido.

La estrategia del titular de Justicia es arriesgada. Sobre todo en la semana en la que Urdangarín queda libre sin fianza y son condenados por el saqueo de Caja Madrid/Bankia decenas de antiguas brillantes estrellas de PP, PSOE, IU, CEOE, CC OO y UGT. Pero el ministro, como suele hacer su patrón, no se inmuta. El depuesto jefe de Murcia relata acosos y asaltos a viviendas de fiscales Anticorrupción. Catalá contesta, con cara de sorpresa, que debía haberlo denunciado antes. Y denuncia hubo, pero no se tiene noticia que se investigara.

Estos líos traen a la memoria la famosa frase de Pedro Pacheco "la justicia es un cachondeo". Un Pacheco, condenado a cinco años de cárcel por dos enchufes en el Ayuntamiento de Jerez. Con el mismo baremo, tendría que haber cientos de políticos con cadena perpetua. No sólo hay sentencias duras para los roba gallinas.

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