La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El teleférico, el talismán perdido
Sístole y diástole del corazón de Sevilla, Tetuán y Sierpes marcan el ritmo de la ciudad y hemos podido comprobar con gusto que se ha recobrado la tensión tras un tiempo, algo más que la cuesta, de reposo. Por ejemplo, se ha recuperado el ritmo en el ir y venir de gente camino de ninguna parte o de vaya usted a saber hacia dónde. Vuelve a relucir Sierpes cuando se sube y se baja de Campana a la Plaza y volver como en una especie de Carrera Oficial invertida y brilla Tetuán aun plagada de manteros y de ciclistas que no observan las mínimas reglas de convivencia con el peatón. Buena señal cuando ya empieza a cuajarse la agenda de convocatorias que huelen a incienso y suenan a Font de Anta. Se fue esa cuesta tan penitencial que arranca cuando ha pasado Baltasar y que se interna por febrero hasta que el cuerpo y los corazones dicen basta por Sierpes y Tetuán.
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