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VUELVEN las cosas a encajar y el Salvador a ser como era, a parecerse a sí mismo tras el retorno de la Borriquita a casa. Con Zaqueo en lo alto de la palmera, el segundo templo de Sevilla recobra absolutamente todas sus señas de identidad, como las ha recobrado la plaza. La rampa colocada ya, las imágenes en su sitio y el templo espléndidamente rehabilitado para volver a ser una de las grandes joyas del patrimonio religioso de la ciudad. La otra noche, con tanta grey infantil al reclamo de la Borriquita, parecía como un anticipo gozoso del Domingo de Ramos, que será el tercero a partir de ese momento en que Jesús entró en el Salvador por la rampa, atrás ya el exilio. Y es que los exilios, aun en lugares tan distinguidos como la antigua Universidad, siempre son dolorosos. Volvió la Borriquita a casa, ya no falta nada para que el Salvador se reencuentre consigo y con sus circunstancias, con todas.
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