EMPEZÓ mal la segunda vuelta para los nuestros, pero no se ha contentado con eso, sino que ha proseguido peor aún. Mala jornada la de este domingo para Betis y Sevilla, el primero se asoma ya que da vértigo al brocal del pozo y el Sevilla vive del magnífico colchón que fue atesorando y de que tampoco sus perseguidores están muy allá. Desoladora la forma en que el Betis se dejó ir un partido aparentemente agarrado con ambas manos y segundo fracaso consecutivo del Sevilla ante un rival con diez durante una hora de partido. Como puede verse, el balance de este primer domingo de febrero no puede resultar más negativo.

Está demostrado que a este Betis que padecen los béticos le surgen los enemigos como aparecen las setas tras un buen chaparrón, como por generación espontánea. Enemigos que le atacan desde fuera y enemigos que le horadan desde dentro, pues, visto lo visto, tan enemigo fue el árbitro como Juande, tan nocivo para la causa la rigurosidad de un árbitro que luego no juzgó por idéntico rasero a otros por lo mismo como ese futbolista que, ya amonestado, entra como entra en una zona fría del campo. Y no digamos cómo fue enemigo también Rivas, el futbolista que salió a darle carácter a la defensa para que todo saliese al revés y hasta pudiera ser peor.

¿Y lo del Sevilla en Gijón? Con el equipo que puso en escena hubiese tenido excusa la derrota, pues esa formación no puede asegurarse que fuese superior a la del Sporting. Es más, antes de la expulsión va ganando con claridad el equipo gijonés y no le hubiese podido oponer argumento alguno. Pero es que, como una semana antes frente al Racing en Nervión, a la media hora contaba con un hombre más en escena y aunque puso sobre la mesa todo lo que hay que poner, las ideas no fluyeron para ganarle al equipo de Manolo Preciado. Entre Manolos iba el juego y ganó el local para cerrar una jornada, la segunda de la segunda vuelta, infame para los nuestros.