El balcón

Ignacio / Martínez

Turismo maduro

EL turismo va como un cañón en el mundo, con crecimientos anuales del 4%. Este año se superarán los 1.200 millones de turistas globales. Pero eso no significa que los viajeros tengan el mismo perfil ni vayan a los mismos sitios. Hay destinos maduros que pueden resentirse en poco tiempo si no están listos. Listos en el doble sentido de sagaces y preparados. Lo que supone una llamada de atención para un sector capital para la economía andaluza: 11,4% de PIB, 12,6% del empleo y 17.600 millones de euros de ingresos.

Sobre este asunto ha debatido esta semana en Torremolinos un nutrido grupo de alumnos de la Escuela de Arquitectura de Sevilla con profesores y expertos en urbanismo, economía y turismo. En esas jornadas sobre destinos maduros se ha estudiado especialmente el caso de esta ciudad, que fue el primer emporio turístico de la Costa del Sol en los años 50 y hoy día pasa de sus 60.000 residentes a 300.000 habitantes en verano. Un caso que puede servir de referente a otros lugares de Andalucía.

Repensar el modelo turístico es algo recurrente en Torremolinos, que vivió una gran recuperación en los 90, debido a los campos de golf, los vuelos low cost, el turismo residencial… Pero los expertos consideran que el modelo turístico de sol, playa y servicios muy concentrados está agotado y no aporta atractivos al turista. Esto dicen los técnicos, pero los inversores insisten y el mercado sigue su ritmo: allí se habló de promociones de miles de viviendas en Vélez, también en Estepona en suelo público, y de un megaproyecto de ocio en Torremolinos.

Y mientras unos meten más cemento en el territorio, el nuevo turista busca paisaje, naturaleza, patrimonio, cultura y una identidad diferenciada, según explicó el arquitecto José Núñez. El exconsejero recomienda una rehabilitación territorial consensuada; está en riesgo una industria esencial para la región. Si la calidad de la oferta disminuye por el aumento de la competencia, los rendimientos son menores. La pérdida de atractivo invita a bajar precios para mantener la actividad y eso lleva a una crisis de reputación. Un peligroso círculo vicioso.

Y a todo esto, la renovación urbana está en precario en la costa malagueña, porque el Tribunal Supremo suspendió en noviembre, por dos defectos de forma, el Plan de Ordenación del Costa del Sol Occidental. Lo que supone que ahora mismo no hay una norma integradora que regule las actuaciones urbanísticas en el territorio.

Como ven, muchas incógnitas y un pastel goloso sobre el que revolotea de nuevo la especulación y el corto plazo.

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