Tribuna Económica

gumersindo / Ruiz

La ceguera no es oscuridad

CUANDO se cumplen, en unas circunstancias como las actuales, 75 años de la fundación de la Organización de los Ciegos Españoles (ONCE), llama la atención el esfuerzo imaginativo que supone este movimiento asociativo, y su continua aportación al bienestar y a la creación de empleo.

La ONCE ofrece dos reflexiones interesantes; una, sobre su proceso democrático y participativo; y otra, en torno a su capacidad de gestión económica y de generar empleo. He tenido ocasión de conocer ambas facetas al haber compartido con ellos, hace ya tiempo, algunos proyectos empresariales. Formé parte, también, del tribunal de tesis doctoral de José Ignacio Bornaechea, asesor entonces del Consejo General de la ONCE, que se leyó en la Universidad de Deusto, titulada La Organización de los Ciegos Españoles. En este trabajo, imprescindible para conocer la transformación del colectivo, se aprecian los equilibrios que a lo largo del tiempo tuvieron que ir buscando. Entre ellos, impulsar la participación, conseguir que el gobierno de la ONCE, que pertenece a los afiliados, fuera democrático, mantener un vínculo razonable con el Estado, que regula y supervisa, y hacer útil el proyecto no sólo para los ciegos afiliados, sino para personas discapacitadas. Esta transformación de la ONCE sigue a la de las instituciones de la sociedad española y participa de similares dificultades, aunque su éxito, a partir de la apertura democrática, es rotundo.

La estructura de la organización la forma la propia ONCE, que gestiona el juego; la Corporación Empresarial, que desarrolla actividades económicas; y la Fundación, que además de mejorar las condiciones de vida de personas discapacitadas, genera también empleos. La ONCE mueve una cifra anual de negocio superior a los 2.300 millones de euros, con unos beneficios de 30 millones, que últimamente no resultan suficientes para dotar el fondo de estabilidad de premios. Emplea más de 41.000 personas, de las que aproximadamente la mitad son vendedores de juego y la otra mitad, otros trabajadores. Andalucía es la comunidad autónoma con mayor presencia, casi un 25% del total. La Corporación empresarial, con una cifra de negocio superior a 430 millones de euros, da unas pérdidas de algo menos de 15 millones, pero sortea la crisis y mantiene el empleo de personas que son muy eficaces en sus tareas actuales, y que resultaría muy difícil de emplear en los momentos de dificultad de hoy día.

Pese a la familiaridad y la costumbre de compartir tareas de gestión con ciegos, no dejé nunca de admirar la forma en que, con el ejercicio de la inteligencia y destrezas en la movilidad y táctiles, superaban la enorme limitación que es la ceguera. La concentración en los asuntos, el dominio del razonamiento y la percepción de la actitud de los interlocutores a través de la voz, podían ser superiores a la observación distraída de los que no tenemos esa discapacidad. Pero, sobre todo, era una combinación de optimismo y esfuerzo lo que aportaba claridad cuando se trabajaba con los ciegos o se compartía un buen momento con ellos; se comprendía entonces el vínculo entre luz y mente, que ha acompañado siempre al espíritu humano.

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