Fede / Durán

El chiringuito

coge el dinero y corre

08 de junio 2012 - 01:00

EN apenas cinco meses, Rajoy ha dejado clara su política económica, sorprendentemente parecida a la de Obama. El presidente de EEUU tuvo al arrancar su mandato (2008) la oportunidad de elegir entre contentar al pueblo o contentar a los poderosos. Optó, en plena crisis y bajo la clásica amenaza de Wall Street ("el sistema colapsará si no nos ayudas"), por lo segundo, y al hacerlo incurrió en varias paradojas. Volcó cantidades industriales de dinero público en las carteras de los Too Big to Fail, es decir, los mismos bancos que crearon el problema. En vez de reformarlo, se reforzó el sistema preexistente. Los recursos que debían reforzar el amortiguador de los pobres, los parados y los ejecutados hipotecariamente, aquellos miles de millones que podrían haber aterrizado en la I+D y las infraestructuras, volaron en dirección equivocada, permitiendo a la casta más poderosa del planeta mantener sus privilegios (bonus millonarios incluso en casos de pérdidas, jubilaciones doradas) y chapotear en el lodo de la desregulación.

¿Por qué? Fácil. Según un estudio de Robert Weissman y James Donahue en el Wall Street Watch, el sector financiero (banca, aseguradoras, inmobiliarias) gastó entre 1998 y 2008 más de 1,73 billones de dólares en contribuciones a campañas electorales (el 55% del total para los republicanos y el resto para los demócratas). Cientos de lobbies oficialmente registrados recibieron otros 3.300 millones. Goldman Sachs dedicó 46 millones a comprar influencias políticas en la última década; Merril Lynch 68; Citigroup 108; Bank of America 39. Los grandes despachos y auditoras tampoco se portaron mal: JP Morgan gastó 65 millones; Deloitte 32; Ernst & Young 37; KPMG 27 y Pricewaterhouse 55.

Sólo en 2007, estas y otras firmas contrataron a 6.738 lobbistas para asegurarse los favores de Washington. Muchos de ellos son hijos de un poderoso fenómeno en EEUU, las revolving doors (puertas giratorias), consistente en alternar cargos de peso en la función pública y la empresa privada con un resultado que Stiglitz explica perfectamente: "Cuando los funcionarios que tienen la responsabilidad de diseñar políticas para el sector financiero proceden del sector financiero, ¿por qué habría que esperar que planteen puntos de vista sensiblemente distintos de los que quiere el sector financiero?".

¿Qué ha hecho aquí Rajoy? De momento, incumplir su promesa de negarle a la banca dinero público. El Gobierno suscribirá los 19.000 millones de euros de la primera ampliación de capital de Bankia. También ha bloqueado cualquier atisbo de transparencia vetando la comparecencia de Fernández Ordóñez en el Congreso (con la aquiescencia del PSOE). Bankia era el caramelo más envenenado, pero hay otros. Por eso Bruselas ha abierto la puerta a las ayudas directas al sector vía fondo de rescate. Entretanto, la cúpula del BFA, matriz de Bankia, cobró 22 millones en 2011 pese a tratarse de un ejercicio con pérdidas atribuibles de 3.318 millones. Quien aún se anime a exigirle a Rajoy inversiones productivas, educación o sanidad es que ignora cómo funciona el chiringuito.

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