La aldaba
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NADIE, absolutamente nadie, hubiese podido prever que un proyecto tan brillante como el del Barça iba a caerse con el estrépito que se caído y tan pronto como se ha derrumbado. Cinco temporadas ha durado Frank Rijkaard después de que el primer año salvase la cabeza con una segunda vuelta tan excepcional que hasta estuvo a punto de alcanzar al campeón, el Valencia de Rafa Benítez. A partir de ahí, dos temporadas enormes, arrasando como un nuevo dream team bajo la batuta de su concertino mayor, ese brasileño único que atiende por Ronaldinho y que tanto ha tenido que ver en el derrumbe de la estantería.
Dos Ligas consecutivas, una Champions, dos Supercopas, imparable era ese Barcelona nuevamente adiestrado por un holandés, que hay que ver la incidencia que ha tenido el fútbol holandés en el Barça de la contemporaneidad. Desde Rinus Michels con Cruyff y Neeskens en el campo hasta este Rijkaard, pasando por lo que el propio Cruyff creó desde el banquillo, el Barcelona y los tulipanes parecían de la familia. Y todo iba a sobredimensionarse con el equipo que manejaba Xavi al alimón con Deco, que desmesuraba Ronaldinho y que contaba con un Eto'o imparable antes de destrozarse la rodilla. Y ¿quién iba a prever tamaño descalabro como éste?
Será Rijkaard quien pague la vajilla que, seguramente, empezó a romper Ronaldinho. Ha habido un oscurantismo grande en torno al genial brasileño, pero todos coinciden en que fue él quien generó la catástrofe. Quizá a Rijkaard le perdió su bonhomía natural, pero cada uno es como es y el hombre no supo dar en el debido momento el puñetazo en la mesa que la situación requería. Con los madridistas aterrorizados en el bienio 2004-2006 por lo que podía atesorar un equipazo como aquél, ahora nadie se explica cómo es posible que un grupo tan bueno y tan joven haya durado tan poco. ¿Guardiola la solución? Ésa es otra historia sin nada que ver con ésta.
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