Carlos Colón

La 'dictatonta'

La ciudad y los días

16 de febrero 2011 - 01:00

YA se han ocupado de ello Pérez Reverte, Javier Marías y otras firmas tenidas por estimables y respetables hasta que empezaron a disentir de la dictatonta. La Junta de Andalucía ha publicado un panfleto titulado Guía sobre la comunicación socioambiental con perspectiva de género para propiciar "el conocimiento de la perspectiva ecofeminista y potenciar el lenguaje periodístico desde una perspectiva de género medioambiental". El objetivo es que se diga "persona que actúa" en vez de "actor", "alumnado" en vez de "alumnos", "quienes juegan al fútbol" en vez de "futbolistas", "personas sin trabajo" en vez de "parados", "ciudadanía" en vez de "ciudadanos", "infancia" en vez de "niños" o "el pueblo andaluz" en vez de "los andaluces". Por lo que en futuras ediciones escolares el poema de Hernández deberá llamarse Aceituneros y aceituneras y empezar así: "Pueblo andaluz de Jaén, aceituneros y aceituneras altivos y altivas".

Si creen que exagero es que no se han enterado de que en este panfleto de la Junta se propone cambiar el "No llores como mujer lo que no supiste defender como hombre", que le dijo su mamá a Boabdil, por "No llores, pues no tienes motivo para ello". Con lo cual, además de hacer el idiota, contradicen su propósito al presentar a la buena señora como una tonta pendiente de comprarse turbantes, pintarse las uñas y ponerse ajorcas mientras su hijo perdía su reino. ¿O es que el pobre no tenía motivos para llorar?

Más de lo mismo. Un espectador barcelonés, siguiendo la inquisitorial invitación de la ministra a la delación anónima, ha denunciado Hair porque los actores fuman en el escenario. Sabido es que se trata de un musical hippie y que estos se fumaban el césped del Camp Nou. Pero no importa. Hay que hacer una versión censurada que siga las imposiciones de la dictatonta. Como lo de Mogambo, pero en versión tabaco.

La guinda la ha puesto el médico responsable de una Unidad Antitabaquismo: "Hay suficientes procedimientos técnicos para simular el consumo de tabaco sin necesidad de que se fume en el escenario. Poniendo casos extremos, si hay una obra en la que aparece un drogadicto damos por hecho que no se va a pinchar heroína, y si hay un asesinato tampoco esperamos que el actor muera... Si en lugar de simular se fuma, parece que lo que se busca es provocar". Cuando Hair se estrenó en 1967 se provocaba poniéndose en pelotas en el escenario. Hoy basta fumar. Progresamos. No quiero imaginarme los censores retoques digitales que harán a las películas francesas en las que Jean Gabin y Michele Morgan fumaban Gitanes y Gauloises como chimeneas.

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