el último pase

Juan Antonio Solís / Jasolis@diariodesevilla.es /

La mejor imagen es la del ganador

Mourinho, que no llegó para hacer un Madrid más simpático, ha acabado hasta con el 'seny' de Guardiola

PARA que un club de fútbol capte aficionados en cualquier rincón de este globalizado planeta, el único secreto es ganar. No ser un ejemplo en la concepción y la interpretación del fútbol. Ganar. Ganar, además, lo que todos sueñan y poquísimos logran. Y eso, lo suele hacer José Mourinho, un hombre que no arribó al Bernabéu, precisamente, para rehabilitar una imagen menoscabada por la prepotencia de sus recientes dirigentes. Porque a prepotente, y mira que en este mundillo del fútbol los hay a patadas, nadie gana al denominado Mou. De hecho, con la llegada del gran entrenador de Setúbal los que odiaban al Madrid por su estilo chulesco de los últimos años lo odian más aún. Pero con eso contaba el luso. Y seguramente, Florentino. Porque bajo ese clima turbulento es donde mejor se maneja este estratega-polemista que viste impecables trajes de Armani. La crispación de los demás es el abono para que su plan arraigue y florezca.

El fútbol es mucho más que técnica y juego, por eso Mourinho triunfa con su plan tan antipático como premeditado. Con su desbordante personalidad pronto dirigió todos los focos hacia sí, descargó de presión a sus chicos y, con ello, se los metió en el bolsillo. Y a partir de ahí, se cargó de legitimidad en el vestuario para exigir a sus pupilos la entrega absoluta a su ideario... aunque ese ideario disponga que todo un Real Madrid dé la pelota a su eterno rival y juegue declaradamente al contragolpe, sacando la guadaña como haría el Hércules. Los blancos corrieron y apretaron más de lo que podían, incluso, en sus dos últimos partidos ante el Barça. Y hoy las tornas han cambiado. Las sensaciones sonríen más al Madrid que al Barça antes del pulso de pulsos, el de la Champions.

Tan bien lo está haciendo Mourinho que ha conseguido crispar hasta al garante del seny catalán, al chico guay que ha venido atendiendo a los medios con un estilo diametralmente opuesto. Guardiola ya se acuerda de los árbitros y adopta un tono victimista. Mourinho, qué antipático. Y qué ganador.

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