La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El teleférico, el talismán perdido
La ventana
DECÍAMOS ayer que un retrato psicológico de la ciudad era el acuario, ese proyecto inacabado junto al río. Retrato que muestra el estado de inmovilidad de esta Sevilla nuestra. Pero no sólo tenemos al inmovilismo como lacra que nos tiene donde nos tiene, sino que hay otras más. Por ejemplo, el retrato de suciedad y delincuencia en estado puro que es el mercadillo del Charco de la Pava, ese que ha ido cambiando de sitio hasta aposentarse entre el río y el apeadero ferroviario de la Cartuja. Si usted no ha ido ha hecho bien y espero que no se le ocurra adentrarse en lo que puede ser una aventura fatal. Allí le pueden quitar la cartera a un agente de la CIA en un abrir y cerrar de ojos. Lo mejor de cada casa y casi hasta de cada país está allí al acecho del incauto que cree que va a un mercadillo normal dispuesto a lo que sea y con la complicidad de mujeres, ancianos y niños. Ya digo, lo mejor de cada casa.
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