El prostíbulo adosado en la calle o en la urbanización

PASA LA VIDA

17 de abril 2008 - 01:00

AUNQUE lo prometieron en diciembre, en abril le dan largas. En el Ayuntamiento de Sevilla siempre dicen compararse con el de Barcelona. Pero se ha desinflado la intención de cercenar la compraventa de prostitución en las calles. Iban a emular el ejemplo barcelonés, multando a los clientes y sacando del pozo a las menores de edad. Pero la buena nueva se ha caído del cartel de la ordenanza antivandalismo. Triunfo del putiferio .

El PP, que estaba dispuesto a apoyar en Sevilla la propuesta de PSOE e IU, puede adelantarse en Tomares porque en el municipio aljarafeño se padece un episodio de Aquí no hay quien viva. Una vivienda unifamiliar y adosada de la urbanización Aljamar ha sido convertida en una casa de citas, con oferta disponible las 24 horas del día. Y la autoridad no ha desalojado a los proxenetas ni ha desmontado el burdel, aprovechando que se basa en un contrato de alquiler que sólo da derecho a utilizar el chalé como residencia. Es la familia colindante la que ha optado por tirar la toalla, y alejar a la esposa y a los niños de su propio hogar para que no sigan sufriendo a diario la escandalera y los rifirrafes con los mamporreros a tocateja de las inmigrantes explotadas.

España muchas veces se asemeja más a un Estado de alevosía que a un Estado de Derecho. La hipocresía apadrina a la prostitución, protege a sus mafiosos, ampara a los que, con su dinero, perpetúan el círculo vicioso, y humilla a sus víctimas. Es la oferta la que estimula la demanda. El valor que promulga la Administración es el de la indiferencia. Sólo es de boquilla el predominio de lo políticamente correcto mientras no dificulte esta atávica lacra.

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