Juan Luis / Pavón

Una renuncia tardía y una candidatura con pecado original

PASA LA VIDA

12 de enero 2012 - 01:00

EL rector de la Universidad de Sevilla, Joaquín Luque, no podía seguir por más tiempo sin asumir su responsabilidad en el grave descosido económico y en el notable desprestigio para la institución causados por la obstinación en construir una biblioteca donde no se podía. El sostenella y no enmendalla le va a costar más de seis millones de euros a las arcas de la Hispalense. Debió dimitir en junio de 2009, cuando los jueces le pararon las obras. Dos años y medio lleva recurriendo, y perdiendo todos los recursos hasta el punto final en el Supremo. Cada día que pasa sin finiquitar el caso y sin demoler las bases del edificio, la constructora Ferrovial y la arquitecta Zaha Hadid le suben miles de euros el precio de la indemnización. Aunque su gestión como rector suma aciertos indudables, el marrón del Prado es tan abrumador que obliga a dejar el cargo.

Antes de abandonar el rectorado, Joaquín Luque tiene que explicar por qué la Universidad de Sevilla firmó un documento en el que renunciaba a exigirle responsabilidades a la Gerencia de Urbanismo en caso de una sentencia desfavorable. ¿En qué podía beneficiar a la Hispalense asumir el riesgo de ese pacto temerario? ¿Por qué favoreció que el Ayuntamiento del dúo Monteseirín-Marchena, tras garantizarle a la Universidad que había vía libre urbanística para eliminar parte de los Jardines del Prado, se fuera de rositas en cuanto intuyó que se habían metido en un callejón legal sin salida honrosa porque era contrario a la normativa?

Tan sólo cuatro horas después del paso atrás de Luque, el vicerrector de Infraestructuras, Antonio Ramírez de Arellano, prestigioso catedrático pero corresponsable del fracaso con la Biblioteca , y que tampoco ha dimitido por ello, anuncia su candidatura a rector. La estrategia del continuismo en las castas dominantes en la Hispalense. O la del masoquismo, visto el empeño en tirarse al foso a cambio de millones en pérdidas. Del claustro forma parte un tal Lampedusa, que suele predicar el lema Que todo cambie para que nada cambie.

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