Y tú, ¿cuántos 'think tank' tienes?

El poliedro

Los partidos justifican sus posturas vía lucidas fundaciones, sólo en apariencia independientes de la voz de su amo

26 de julio 2008 - 01:00

NO sabemos si con oculto disgusto por parte de alguna o ambas partes, los dos máximos líderes políticos españoles se han reunido en un ambiente de cierta afabilidad, y han estado de acuerdo en tantas cosas que no nos lo podemos creer. No tenemos costumbre. Tras años de "yo me confronto con el Gobierno por principio estratégico" y "yo, que soy buena gente y adoro el consenso, no puedo, lamentablemente, hacer nada con el otro si el otro se me confronta, ¡aaaah!", hemos asistido a una reunión tan teóricamente normal como inédita. Han estado de acuerdo en bastantes cosas: a la fuerza ahorcan; la oposición no se puede permitir ir de irresponsable, el Gobierno sabe que compartir la responsabilidad le conviene, con la que está cayendo. Las discrepancias, cómo no, se concentran en la economía, o mejor dicho, en la política económica que debe adoptar el Gobierno en estos tiempos turbulentos. ¿Gasto público, sí, o gasto público, no? Según Rajoy, no hay que tocar a la (mustia) rosa; según Zapatero, hay que intervenir, al menos para garantizar la protección social ante el desempleo que está viniendo ya: 621.000 parados más en España que hace un año; 178.000 sólo en Andalucía.

Paradójicamente, se exige al Gobierno desde la oposición que actúe, aunque no se concreta bien cómo. De hecho, no hay gran cosa que hacer, que no es lo mismo que decir que no se puedan hacer cosas: la crisis, con perdón, tiene un componente importado con al menos tanto peso como las enfermedades domésticas (fundamentalmente, un modelo de producción con excesivo peso de un sector en franca recesión, la construcción inmobiliaria). Descartado el manejo del tipo de interés desde la creación del euro y la creación de la eurozona, la política monetaria, que reside en el BCE que dirige Trichet, no es ya un recurso al alcance de nuestro Gobierno, para subirlo y controlar la inflación, o bajarlo estimular el consumo y el crédito. Queda a los gobiernos, pues, la denominada política fiscal que, a pesar de su nombre, no incluye sólo el recurso a una mayor o menor presión vía impuestos (que conforman básicamente los ingresos estatales, autonómicos o locales), sino la gestión del gasto público. Y ahí está la madre del cordero en estos momentos. Según la ortodoxia, un partido conservador abominaría de todo gasto público no imprescindible (hay quien propone la eliminación del ejército, la Justicia y Sanidad públicas y los ministerios de obras públicas, pero no hablamos de enfant terribles ni de freakies buscando notoriedad, sino de políticos que deben responder ante alguien). Alternativamente, los socialdemócratas o de izquierdas tenderían a la intervención incrementado el gasto público, o sea, a la tutela de las fuerzas del mercado y a garantizar la estabilidad y la protección y los logros sociales (simplificando, serían más keynesianos). En la fase boyante de los ciclos, el credo neoliberal -que, según el premio Nobel Stiglitz, "se basa en la noción fundamentalista de que los mercados se corrigen a sí mismos, asignan los recursos con eficiencia y sirven al interés público"- saca pecho. Cuando, por ejemplo y como pasa ahora, el dejar hacer liberal propicia golfadas como las que se han dado en el sistema financiero estadounidense, arrastrando a no sabemos cuántas economías nacionales y particulares en el mundo, se produce la inmersión neoliberal y emergen los defensores de la intervención. Lo curioso es que los políticos tienen a sus instituciones investigadoras de guardia que, por lo general, les dan soporte técnico en las ideas, e incluso -menos- las inspiran. Pero tanta polarización y filiación, a qué negarlo, puede llegar a oler. Hablamos de los denominados think tanks.

Según esa eficacísima colaboradora llamada Wikipedia, un think tank o tanque de pensamiento es una institución investigadora que ofrece consejos e ideas sobre asuntos de política, comercio e intereses militares. Hasta ahí todo bien. Lo curioso es que algunas, muy fieles, adelantan o dan apoyo posterior a las posturas de la oposición -véase, por supuesto, FAES, pero también el Instituto de Estudios Económicos-, o al Gobierno -véase el proyecto para darle butaca a Caldera, Ideas-. Ponga un think tank en su vida. Siempre nos quedará Elcano...

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