La confirmación de Pizarro

El medio cuajó su partido más completo en el mejor marco y ante Sampaoli

Guido Pizarro realiza ejercicios en una sesión física.
Guido Pizarro realiza ejercicios en una sesión física. / José Ángel García
E. F.

Sevilla, 06 de noviembre 2017 - 02:36

Guido Pizarro puede haber sido el más beneficiado del giro táctico al que se ha visto obligado Eduardo Berizzo para darle más seguridad al Sevilla. El mediocampista quedó muy señalado por las humillantes goleadas en Moscú y Valencia, en las que actuó como único pivote, escoltado por dos medios interiores. Al ex jugador del Tigres le sobraba campo y le faltaba (puede que le siga faltando) algo de velocidad, cuando no se aculaba ante el mal escalonado repliegue de su equipo. En el Camp Nou, empero, en el mejor escenario posible, tuvo su particular confirmación después de la mejoría observada en los partidos ante Leganés y Spartak en el Ramón Sánchez-Pizjuán.

Fue a tener su confirmación de alternativa, usando el término taurino, precisamente el día que le tocó marcar al mejor jugador del mundo y justo ante los ojos del seleccionador de Argentina. Jorge Sampaoli, atraído al palco del Camp Nou por Messi, se vio sorprendido por el gran partido de Pizarro. Después de ocho partidos de Liga consecutivos marcando un gol o más al Sevilla, Messi, que acumula nada menos que 23 en 22 citas ligueras contra los blancos, se quedó de vacío y tampoco generó juego de ataque.

El buen partido de Pizarro fue de menos a más. Desbordado por el fulgurante inicio de un Barça que aprovechó los despistes en el sistema defensivo mixto del Sevilla -marcas al hombre los pivotes y zonales el resto, para no desnudar completamente los flancos-, el argentino se adaptó al partido y sus necesidades mejor que N'Zonzi, algo perdido en ese sistema mixto. El Sevilla reaccionó sobre todo tras el descanso conforme se creció la figura de Pizarro, que además de aguantar el uno contra uno con Messi y robarle no pocos balones fue el artífice pricipal de la mejorada salida del balón. Tuvo un 94% de acierto en los pases, un dato que ilustra significativamente su aportación al juego.

Además, se sumó al ataque cuando pudo, sobre todo a balón parado, claro, y aportó dos de los escasos tres remates a portería del Sevilla (ocho en total). Uno de ellos fue el soberbio cabezazo picado a la salida del córner botado por Banega, en una de las pocas acciones acertadas de su compatriota, que bajó varios escalones su rendimiento respecto al partido en Champions tres días antes.

Contrastó el partido de Pizarro con el de Banega cuando estaba viéndolos a ambos Sampaoli, quien para su última convocatoria, para los amistosos ante Nigeria y Rusia, contó con el segundo pero no con el primero. El ex mediocampista de Tigres tuvo una fugaz aparición en la albiceleste con Sampaoli, después de debutar con Bauza. Despuntó en el empate en Montevideo y repitió ante Venezuela. Pero se quedó fuera de la dos últimas citaciones.

Aún tiene tiempo Sampaoli de rectificar, sobre todo si Pizarro, ya en el doble pivote con N'Zonzi, sigue creciendo. "Lo positivo es mucho, creo que como equipo estamos mejorando, ya se ve una unión tanto ofensiva como defensiva que al principio no teníamos", dijo tras el partido. Y él mejor que nadie sabe lo que es sufrir esa descomposición que tuvo el Sevilla antes del retoque táctico, en el que su figura es clave.

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