Vivir en Sevilla

Nacer en un lugar olvidado

  • La asociación carmonense Carysa forma a cinco enfermeros saharauis en su escuela de matronas en Dajla

Cuando los saharauis llegaron a Tinduf en el año 1975, no podían imaginar que un terreno árido y pedregoso iba a convertirse en su lugar de asentamiento durante algo más de 40 años. Venir al mundo en plena hamada argelina es el primer gran reto para aquellos que nacen en uno de esos lugares del mundo ocultos al progreso. Ante la escasez de materiales y de personal sanitario, la asociación local Carysa (Carmona y Sahara) ha impulsado una escuela de matronas en Dajla -una de los cinco campamentos en los que se organiza el asentamiento de refugiados de Tinduf- en colaboración con el Ayuntamiento de Carmona y la Diputación de Sevilla.

Cada tres semanas, dos matronas voluntarias procedentes de distintas ciudades de España viajan hasta Dajla para formar a los enfermeros saharauis en obstetricia. El proyecto se inició en 2015 con la habilitación oficial de la escuela y, al año siguiente, comenzaron a impartir los cursos teóricos. Este año se ha desarrollado la fase de formación práctica, en la que los matrones locales ya graduados -cuatro mujeres y un hombre- han asistido varios partos en la escuela de enfermería de Smara.

Las mujeres recorren 200 kilómetros para recibir atención en el hospital de referencia

En Dajla sólo existen dos matronas cualificadas y una partera para atender a una población de más de 30.000 refugiados. Cuando un parto se complica y es necesario practicar una cesárea, las embarazadas se ven obligadas a recorrer unos 200 kilómetros por carretera para recibir atención en el hospital de referencia, que se encuentra en Rabuni, a dos horas de Dajla. "En esos casos existe un riesgo para la vida del feto y de la madre", explica Fátima León, coordinadora del equipo de matronas y profesora en la Universidad de Sevilla.

Como en cualquier universidad, la escuela de Smara exige a los titulados haber completado una fase de prácticas para obtener el título. En el caso de los matrones, el requisito es atender 40 partos bajo la supervisión de una matrona española encargada de su formación. La situación se complica porque a las 19:00 hay un toque de queda que las voluntarias deben acatar. Eso significa que no pueden desplazarse sin un permiso específico y que cualquier práctica que se haga por la noche no contabiliza. "Si el parto es por la noche, la matrona española no puede estar presente y no le convalidan la intervención", comenta María José Pérez, presidenta de Carysa.

Hanaza Chej es una de las cuatro mujeres enfermeras que se forman en esta escuela de matronas. Nació en 1972 en el Sahara Occidental, apenas tres años antes de que los saharauis emprendieran la huida hacia la frontera argelina. Cuando llegaron los ochenta, tuvo la oportunidad de marcharse a Cuba para estudiar enfermería. Al otro lado del teléfono, subraya que el problema de los partos en Dajla es un problema de déficit de matronas. Y añade que a esta carencia se le suma el hecho de que muchas mujeres embarazadas llegan al dispensario con un problema muy grave de anemia derivado de la desnutrición. "Las matronas tradicionales desconocen muchas complicaciones, por eso es importante contar con la figura de la matrona", explica. Luego, añade: "Ojalá haya al menos una partera en cada daira".

Las matronas españolas han observado que las parteras ponían en práctica algunas técnicas basándose únicamente en la cultura o en la tradición. "La lactancia materna está muy poco extendida en el campamento y resulta muy importante para que el bebé desarrolle buenas defensas", explica Fátima León. En 2015 y el año pasado, el proyecto contó con la financiación conjunta del Ayuntamiento de Carmona y la Diputación de Sevilla. Este año, sólo ha recibido el respaldo económico del Ayuntamiento. De momento, se desconoce con certeza si el proyecto continuará los próximos años. Lo que sí se sabe es que, en caso de continuarse, habrá que replantear las condiciones en las que se desarrolla el programa debido a la escasez de recursos económicos. El concejal de Servicios Sociales, Cooperación y Fiestas de la localidad, Juan Carlos Ramos, afirma que existe una voluntad por continar con el programa el próximo año, aunque se hará "de otra forma". "Cuando estuvimos allí, las autoridades saharauis nos manifestaron la necesidad de continuar con este proyecto", comenta.

Todo lo que existe en Tinduf es transitorio. Las jaimas y las casas de adobe que hoy se levantan en las hamadas argelinas, tal vez algún día dejen de estar. Aquel páramo es para los refugiados a la vez su lugar de vida y de destierro. Un lugar creado en medio de la nada con el único propósito de desaparecer. La población saharaui espera poder regresar algún día a una tierra ocupada por Marruecos. "No perdemos la esperanza", comenta Hanaza Chej.

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