Un 'detox' tecnológico antes de volver al colegio

Niños y móviles

Las tecnologías se han convertido en compañera de juegos para los niños, pero es necesario que aprendan a dosificarla para aumentar el rendimiento escolar

El uso de los móviles cada vez más generalizado entre los niños
El uso de los móviles cada vez más generalizado entre los niños
R. Rocha

31 de agosto 2018 - 12:53

Igual que ocurre con el regreso al trabajo después de las vacaciones, la vuelta al colegio requiere una pequeña preparación para niños y padres. A la vuelta a la rutina hay que sumarle en los últimos años la relación de los niños con la tecnología, que en las épocas de ocio aumenta.

En un momento donde los grupos de Whasap son el modo de comunicación entre los padres y las tablets empiezan a sustituir a libros de texto y diccionarios está claro que la tecnología para el aprendizaje y las capacidades intelectuales de los niños.

Un grupo de niños viendo un video de youtube
Un grupo de niños viendo un video de youtube

Está claro que son una gran herramienta para aprender y que ofrecen multitud de posibilidades didácticas. Sin embargo, existen riesgos que acaban afectando a la capacidad de atención y concentración de los niños.

Manuel Antonio Fernández, especialista en Neurología Pediátrica,tratamiento de trastornos de la conducta y trastornos del aprendizaje y miembro de Topdoctors, explica los efectos de las tres respuestas que la tecnología ofrece a nuestro sistema nervioso –gratificante, inmediata y repetitiva– y que hace que los niños se vuelvan tecnológicamente insaciables, sin poder pensar en otra cosa que no sea e juego del móvil o las fotos del whasap.

Respuestas de la tecnología al sistema nervioso

Según este médico, uno de los motivos principales para que los niños sientan esa dependencia del móvil es su insaciabilidad.

La incorporación de las nuevas tecnologías al día a día de los niños pequeños produce cambios en su estructura y funcionamiento cerebrales. “Esto significa que puede tener tanto efectos positivos como negativos, igual que cualquier otra experiencia que desarrollen”, explica el doctor Fernández. “Por ello, es necesario contar con un conocimiento de los aspectos positivos más relevantes y los principales riesgos que las mismas conllevan, para poder hacer un uso correcto”.

Recompensa cerebral

Según este médico las nuevas tecnologías estimulan el sistema de recompensa a nivel cerebral. “¿Cómo?, dándole lo que pide y volviéndolo insaciable”. Para ello existen varios niveles. El primero de ellos es la respuesta gratificante. La cantidad de dispositivos tecnológicos, su omnipresencia y el fácil acceso a ellos, hace que los niños y jóvenes tengan una respuesta a su voluntad sin necesidad de esfuerzo.

Además, la inmediatez de tablets y móviles estimula de forma intensa y directa el mecanismo de recompensa (gratificación) cerebral.

La impaciencia y la impulsividad son propios de los niños porque su mecanismo de autorregulación inmaduro les dificulta un correcto autocontrol sobre sí mismos. La tolerancia a la espera se va desarrollando con la edad.

Un niño jugando con el móvil
Un niño jugando con el móvil

Pero de todo, lo que más dependencia produce es la respuesta repetitiva o ilimitada. Es decir, una búsqueda en youtube puede repetirse muchas veces sin problemas. “Si lo unimos a la inmediatez, comprendemos la trascendencia de la situación: le podemos dar a nuestro cerebro lo que quiere inmediatamente y de forma indefinida con lo que, si no lo controlamos adecuadamente, podemos estar creando un cerebro dependiente que se aísle del entorno”.

Consecuencias

Todas estas ventajas tienen sus consecuencias. Los expertos advierten de que la hiperfocalización y dependencia a los dispositivos produce una hiperestimulación de estos sistemas de recompensa cerebral que limita la atención prestada al entorno y a nosotros mismos, lo que afecta directamente al aprendizaje y la capacidad de estudio.

Cómo desconectar

Por esta razón es recomendable una desconexión tecnológica de los niños . “No se trata de relegar el papel de la electrónica a un segundo plano, pero la dosificación de la tecnología tampoco debe ser una medida temporal o excepcional. El objetivo es que los niños aprendan gestionarla y a darle el uso correcto”.

Cómo hacerlo depende de poner en práctica varias medidas y establecer una serie de rutinas.

Estudiar sin móviles ni tablets

En primer lugar, hay que dejar claro que el momento de estudiar es para el lápiz y el papel. Las interrupciones ocasionadas por las llamadas, mensajes o tentaciones de mirar las redes sociales producen una bajada de rendimiento. Por eso, tenerlos al alcance da lugar a que, a la más mínima señal de cansancio o aburrimiento, se intente contactar con amigos y compañeros. Ese es el camino contrario a la concentración.

Establecer horarios

Lo que esta claro es que se siente una ‘sensación de pérdida’, una ansiedad hacia la desconexión que debe corregirse con información racional y educación emocional. Porque, está claro que a lo largo del día hay momentos para todo, siempre que existan horarios. “Es decir, a la consola se juega una hora los sábados y el móvil se guarda en el cajón y se usa un rato antes de cenar, por ejemplo. Y por supuesto, sin excepciones”.

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