Chaves: "Nunca olvidaré Andalucía"
Chaves se despide de los andaluces con la satisfacción de haber estado 19 años como presidente y con la única asignatura pendiente de dejar el cargo en esta situación económica y sin lograr el reto de pleno empleo
Tres semanas de meditación y consulta con colaboradores y familia, y sólo tres días de sorpresiva y precipitada salida del Gobierno andaluz para atender la llamada urgente de Rodríguez Zapatero, fueron argumentos más que suficientes para que el ya ex presidente andaluz, Manuel Chaves, se despidiera de los andaluces pidiendo perdón. Disculpas por no haber podido dar antes explicaciones por motivos de agenda real y presidencial, y disculpas por hacerlo en plena Semana Santa. Pero se fue con tranquilidad. La del deber cumplido, la de dejar Andalucía en las "buenas manos" de su relevo, el vicepresidente segundo y consejero de Economía, José Antonio Griñán, y haber resuelto de manera rápida el espinoso dilema de su sucesión. Y una sola asignatura pendiente. No haberse podido marchar en un marco económico mejor y con el eterno reto del pleno empleo conseguido. Será para el siguiente .
Chaves dijo en la que fue su última comparecencia en la Casa Rosa, y ya en calidad de vicepresidente tercero y ministro de Política Territorial (recibió la cartera horas antes en Madrid), que se va con el "orgullo" de retornar al Gobierno central, desde donde dijo que "trabajar para mi país, es también trabajar por Andalucía", una tierra a la que dedicó la frase más emotiva: "Nunca me he olvidado y nunca me voy a olvidar".
Previo a someterse a la que probablemente fuera la rueda de prensa con mayor concentración de periodistas por metro cuadrado y de preguntas por minuto, Chaves justificó el paso dado. Una decisión "dura" en lo político y en lo personal, porque supuso poner fin a lo que él mismo definió, al margen claro está de su familia, como "lo más importante y que más satisfacción" le ha dado la vida: ser presidente de la Junta. Un papel que apuntó es más "trascendente" de lo que será su nuevo cometido en el Gobierno.
También tuvo tiempo para una larga lista de agradecimientos, en la que incluyó un guiño propicio a sindicatos y empresarios, precisamente, cuando la negociación del VII Acuerdo de Concertación Social no llega a arrancar. Ensalzó su "buena labor" hasta situarlos como uno de los pilares de lo que es hoy Andalucía.
La batería de preguntas a la que se sometió permitió que descubriera el momento preciso en que recibió la oferta de La Moncloa y la maduración de la idea. Un día antes de la última conferencia de Felipe González en Sevilla el pasado 13 de marzo. Un margen de tiempo, tres semanas, con el que quiso demostrar que esta "trascendental" decisión no la tomó a la ligera. El "vértigo" que le sacudía a él también podía afectar al partido, sobre todo ante el debate que podría abrirse en torno a quién recogería el testigo. Y conflicto resuelto. Griñán no sólo le sucederá hasta 2012, sino que ya le perfila como candidato para esa fecha.
Hasta llegar a su hombre de confianza, no negó que le hubieran asaltado dudas y otros nombres, de hombre y de mujer (siempre sonó con fuerza Mar Moreno), "pero no ha sido así". "¡Claro que los he manejado!", admitió, pero dijo haberse decantado, ni más ni menos, que por "el mejor". A Pepe, o como enseguida corrigió, José Antonio Griñán, le dedicó elogios. Muchos. "Da seguridad, confianza", "brillante", "buena relación con los sindicatos y empresarios" y "muchos conocimientos". Conclusión: "va a ser un buen presidente".
Así que al final, Rodríguez Zapatero le ayudó a resolver de manera rápida una incógnita que más tarde o más temprano, había de quedar resuelta. Por tanto, su requerimiento para que se fuera a Madrid se convirtió en una "buena fórmula" para deshacer el entuerto y sin necesidad de congreso extraordinario alguno. Como el que tampoco será necesario para resolver la secretaría general del PSOE-A, al frente de la que continuará Chaves por tres años más.
Para un balance de lo bueno y de lo malo tuvo palabras. Tiempos felices, muchos. Y tristes y "muy duros" fueron los dos años de la etapa de la pinza. No por la estrategia de la oposición, sino por la situación interna de su partido. En el nivel de lo que quedó pendiente situó no haber podido ver completo el mapa de infraestructuras e irse de la presidencia en una situación económica distinta. Tanto lo uno como lo otro lo resolverá "el próximo presidente", en el que se mostró convencido de que será el artífice de la recuperación de la velocidad de crucero de crecimiento económico y de empleo.
Aunque lo intentó, porque quiso que su despedida fuera sólo de emociones y no de gestión ni política, cayó en la tentación de perfilar cuáles son sus tareas más inmediatas. Primero, el sistema de financiación autonómica y afianzar el marco de cooperación entre las comunidades autónomas y usar todos los recursos para un mismo fin: contra la crisis y por el empleo. El segundo, y en el que cuenta con experiencia, el proceso de renovación estatutaria de algunas comunidades. El tercero: definición de las competencias municipales y adecuar los recursos financieros para los ayuntamientos.
Tres retos, y los que vengan, a los que se enfrenta con "ilusión" y "muy satisfecho", no tanto "como un chaval con zapatos nuevos", porque en el fondo deja atrás 19 años de gobierno en Andalucía, sino porque desde Madrid se le ha requerido. Y aunque rehuya ser presuntuoso, apostilló: "el ego se crece un poquito".
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