Del Valle justifica su pedofilia por la muerte de su hija en un atropello
El presunto asesino de Mari Luz, vuelve a los juzgados para responder de nuevos abusos a otra niña
Santiago del Valle, el presunto asesino de la pequeña Mari Luz, regresó ayer a los juzgados de Sevilla para responder de un nuevo caso de abusos sexuales a una niña. Era su cuarto juicio por este tipo de delitos a los que se enfrenta en los últimos años y en el que el fiscal le ha pedido precisamente por su reincidencia la máxima pena: tres años de cárcel.
El pederasta llegó a la sede judicial fuertemente custodiado por los agentes de las Fuerzas de Seguridad y fue conducido directamente a los calabozos, donde fue increpado por los otros reclusos. No fueron los únicos incidentes, dado que al cruzar el pasillo que separa los calabozos de la sala de vistas, Del Valle recibió nuevos insultos, gritos de “asesino”, y hasta un intento de agresión por parte de un grupo de personas que se hallaban a las puertas de los juzgados de guardia de Sevilla.
En la sala de vistas, el pederasta pudo estar más tranquilo, puesto que la juez acordó que el juicio se celebrara a puerta cerrada, sin la presencia de público y medios de comunicación. El Ministerio Público ratificó los cargos contra el pederasta: abusa de una niña de cuatro años a la que sorprendió el 8 de diciembre de 2006 en un patio comunitario del barrio de la Oliva. El pederasta le realizó varios tocamientos, que fueron observados por una vecina que le recriminó su actitud y entonces el acusado respondió que no ocurría nada porque era el “tío de la niña”. La mujer no le creyó, comenzó a gritar y el pedófilo salió huyendo de la barriada.
Los abogados presentes en el juicio confirmaron que Santiago del Valle trató de exculparse, alegando una supuesta amnesia en cuanto a los nuevos abusos que ahora se le atribuyen. Así, el pederasta dijo primero que no recordaba los hechos y poco a poco, a preguntas del fiscal, fue reconociendo que estuvo con la niña, que habló con ella y que llegó a cogerla en brazos, pero sólo “para evitar que se cayera”. También admitió que “le gustan las niñas de siete u ocho años”, algo que “sabe que no esta bien”, pero que tiene esos impulsos desde la muerte atropellada de una hija suya de 25 meses y después de que la Junta le retirara la custodia de sus dos otras hijos en un caso que derivó en la condena impuesta por el juez Rafael Tirado.
La madre de la menor que sufrió los abusos y la vecina que los presenció desde su vivienda confirmaron la autoría de los hechos por parte de Santiago del Valle. La abogada Pilar Sepúlveda, que ejerció la acusación particular, explicó que el pederasta entró en el patio, tras pasar una verja, y aseguró que su acción estaba “perfectamente organizada”, lo que descarta que el individuo se hallara en un brote de la esquizofrenia paranoide que le fue diagnosticada hace varios años y por la que incluso se le concedió una pensión. La letrada destacó que, según consta en el expediente de Santiago del Valle, éste llegó a realizar un módulo de formación profesional como “cuidador de jardín de infancia”, aunque no llegó nunca a ejercer esta actividad. “Hubiera sido como poner el lobo cuidando de las ovejas”, advirtió Pilar Sepúlveda, que consideró que la “memoria selectiva” del imputado en el juicio puede tratarse más de una “manipulación que una pérdida real de memoria”.
El abogado defensor del pederasta, Francisco Salas, pidió su absolución o en su defecto una condena mínima de un año de prisión, al apreciar en su conducta una circunstancia eximente incompleta de trastorno mental. El informe del forense que ha tratado al pederasta en la cárcel de Albolote (Granada)concluye que el individuo padece un trastorno de parafilia, de tipo pedófilo, que tiene “impulsos recurrentes y fantasías sexuales con niñas prepúberes”.
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