Final anodino al maratón electoral
La escasa participación y el ambiente de escepticismo ciudadano marcan unas elecciones en las que apenas se produjeron incidentes · Córdoba fue la provincia más tempranera en la conformación de mesas.
Sostenía mi abuela, mujer sabia, que todo cansa y que hasta de comer gambas o de echar la siesta se se acaba aburriendo uno. Será por eso, o simplemente por el hartazgo que el personal tiene de la política y de los políticos, que la jornada electoral de ayer fue sin duda la menos ambientada de las tres que han compuesto este maratón de comicios que los cordobeses han vivido desde el pasado mes de mayo. Ni colas ante las urnas o en los colegios ni gran ambiente electoral; a lo sumo, un chorreo de electores que se fueron dejando caer, principalmente por la mañana. La gran fiesta de la democracia, como le gusta llamar a los más empalagosos a estos días electorales, no fue tal en realidad y lo mejor de la jornada, como siempre que hay elecciones, fue la cervecita del mediodía, ya que los bares, se quiera o no, siempre disfrutan de un ambientillo más gozoso. Fue por esas mismas horas de la cerveza y la tapilla cuando se supo lo que cualquiera sospechaba desde horas antes: que la participación había bajado cerca de diez puntos respecto a las últimas elecciones andaluzas, algo entendible si se hace un análisis realista de cómo está el patio entre crisis, eres y otras hierbas de difícil digestión. Fermín, un octogenario que ayer votó en el Colegio Caballeros de Santiago, lo explicaba gráficamente al salir de la sede electoral: "Todos estamos indignados por las cosas que vemos en los telediarios -decía-, pero los que somos más viejos, por lo que vivimos durante el franquismo, no somos capaces de quedarnos en casa. La gente joven no es así, y hoy son muchísimos los que no han venido a votar. De mis tres hijos, sólo ha votado uno y yo los entiendo". Casos similares seguro que hubo cientos.
Una jornada electoral tediosa no podía por tanto ser otra cosa que una jornada tranquila, y en Córdoba lo fue especialmente . La provincia, de hecho, fue la más tempranera de las ocho andaluzas en conformar sus mesas electorales y tan anodino fue todo que ni siquiera proliferaron las típicas anécdotas que suelen entretener las mañanas electorales. Lo único que trascendió en realidad fue que en uno de los colegios saltó la alarma, aunque lo más gracioso sucedió en Puente Genil. Allí se había celebrado la noche anterior el tradicional Sábado de Romanos, una fiesta en la que es sabido que no falta el buen vino que dan las tierras de la Campiña, y a más de uno se le pegaron las sábanas.
Los candidatos fueron los únicos, o al menos casi los únicos, que acudieron con entusiasmo. El número uno de la lista Popular y alcalde de Córdoba, José Antonio Nieto, saludó y se dejó fotografiar junto a dos monjas, una imagen, la de las religiosas votando, que es al día de las elecciones lo mismo que la estatua del Gran Capitán a la plaza de las Tendillas: algo insustituible y esencial. Las socialistas Araceli Carrillo, Juan Pablo Durán y Rosa Aguilar o la candidata de IU Alba Doblas fueron otros políticos que se dejaron ver por los colegios electorales durante las horas matinales.
Las mesas cerraron todas a las ocho en punto salvo una, que lo hizo a las y cuarto. Era el momento de guardar las urnas hasta nuevo aviso, algo que la ciudadanía agradece después de un año en el que en la práctica se ha vivido en campaña. Ojalá que la próxima vez que las desempolven corran vientos más favorables que los actuales. Ojalá.
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