El ruido y las nueces

el resto del tintero

Juan M. Marqués Perales

23 de febrero 2014 - 01:00

LOS adelantos electorales los maneja Belcebú. El paradigma fue el de Jacques Chirac, quien en 1997 decidió adelantar las elecciones legislativas desde el trono del Elíseo para aprovechar la bisoñez de Lionel Jospin: terminó con una mayoría de izquierdas en la Asamblea y un socialista de presidente del Gobierno en un caso más de cohabitación a la francesa. Más cerca hay un ejemplo definitivo: el PSOE andaluz le debe la vida, precisamente, al empeño de José Antonio Griñán en no adelantar las elecciones autonómicas de marzo de 2012 tal como le solicitaba Zapatero.

En el Palacio de San Telmo no hay ruido de elecciones anticipadas. "En ningún caso serán en 2014, luego ya se vería, pero ni está planteado", contestó a este medio una de las personas cercana a la presidenta andaluza, Susana Díaz. Y otra de ellas explica: "IU nos da pellizcos de monja, pero no nos hacen cardenales, ¿para qué, entonces?".

Juan Manuel Moreno Bonilla, el próximo líder del PP andaluz, el que se muere por ser presidente de la Junta -eso afirmó en Córdoba el jueves-, mantiene que en San Telmo están nerviosos con sus cálculos electorales, aunque, al parecer, la coca-cola sigue siendo la bebida habitual de Susana Díaz sin que haya sufrido aún el baile de San Vito. Aunque haya sido el PP quien ha aireado el adelanto electoral para este mismo año, lo cierto es que algunas personas en el PSOE y, sobre todo, otras de su alrededor son las que realmente han añadido consistencia a lo que, no obstante, no se producirá. De hecho, hasta hubo algunos que pensaron en la fecha del 28-F como la ideal para esta convocatoria. ¿Razones? Digamos que estrategias de salón.

En efecto, si ahora se convocasen las elecciones autonómicas, es más que probable que Susana Díaz y el PSOE las ganasen. La nueva presidenta adquiriría una legitimidad más consistente al obtener un respaldo en las urnas que aún no tiene, aunque también es probable que tendría que volver a pactar con IU con un Parlamento donde ambas fuerzas podrían tener una correlación similar. Explican, no obstante, los partidarios del adelanto que Díaz negociaría con IU en condiciones muy distintas, porque el PSOE sería la primera fuerza; ahora es el PP, y es necesario el voto de la federación de izquierdas para elegir presidente y sacar leyes adelante. Con un PSOE en minoría, pero con el mayor número de parlamentarios, hasta podría gobernar en solitario siempre que PP e IU no votasen juntos en el mismo sentido. El Estudio General de Opinión Pública de Andalucía (Egopa) publicado esta semana concede, en efecto, la victoria a los socialistas, pero ni de lejos alcanzarían la mayoría absoluta, por lo que tendrían que volver a negociar con una IU que aún sería más fuerte en el Parlamento.

En San Telmo cuenta con encuestas más favorables. La diferencia del PSOE frente al PP es de ocho puntos, según otros sondeos, pero en lo que todos coinciden es en la buena valoración de Susana Díaz como presidenta. Según el Egopa es la única política que aprueba, con un cinco raspado. El efecto Susana es el tractor del arrastre socialista. Por eso, hay quien con prisas deseaba el adelanto electoral. Y cuanto antes. Ya.

Pero, como el ejemplo de Chirac recuerda, a los ciudadanos no se les puede llevar a las urnas por el antojo estratégico de un dirigente. Al menos, hay que fabricar una razón de peso con la que envolver el ardid. Y en Andalucía esto se debe tomar muy en serio.

Esta legislatura es bastante atípica, y no se presta a muchos más manejos estratégicos. Las elecciones de 2012 las ganó el PP, pero gobernó Griñán gracias al apoyo de IU; el presidente dimitió y las fuerzas de izquierdas, sin pasar por las urnas, eligieron a Susana Díaz en el Parlamento, por lo que a ésta, ahora, le sería muy difícil explicar cómo se esfuma una estabilidad que sí sirvió para elegirla a ella.

Hay más. En San Telmo opinan que, en efecto, no hay razones para explicar un adelanto electoral y que, además, el tirón de la irrupción de Susana Díaz tiene aún bastante recorrido. Mañana lunes, por ejemplo, firma con el presidente de Caixbank, Isidro Fainé, un convenio que incluirá una línea de ayudas a las pymes, además de otras 1.000 becas para jóvenes desempleados. En cualquiera de los casos, tanto el PSOE como el PP deben esperar a ver el resultado de las elecciones europeas para palpar cuál es el verdadero estado de la opinión pública en Andalucía. Aunque los comicios no son extrapolables, de una cita con las urnas siempre se pueden obtener conclusiones basadas en la realidad, mucho mejores que los sondeos demoscópicos.

Por tanto, sólo un desencuentro absoluto y repentino con IU podría justificar un adelanto electoral en 2014, y las relaciones no son malas aunque el nuevo líder de la federación, Antonio Maíllo, trata de marcar distancias políticas con los socialistas. Explicables, porque no forma parte del Gobierno y porque IU necesita diferenciarse.

A ambos partidos les distancia ahora la idoneidad de aprobar la ley de memoria histórica de Andalucía, pero poco más. Difieren en algunos puntos del contenido, un asunto negociable, pero los socialistas entienden que no es el mejor momento político para colocar en la agenda andaluza una ley que va más allá de la nacional y que propone, por ejemplo, una comisión de la verdad sobre la represión franquista. Y eso que ya va camino del Consejo del Gobierno. Salvado 2014, el siguiente será un año electoral, y en todos los campos.

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