"Nunca vimos nada raro en él"
La familia de Gema Cuerda llegó a conocer al presunto secuestrador de la niña El joven les aseguró que se ganaba la vida como rejoneador y vivía en un cortijo en Almería
Son conscientes de que cada día que pasa se agiganta el abismo que les separa de la bebé palmerina secuestrada hace seis días en Almería. Sin embargo, el desánimo aún no ha ganado la batalla y la familia de la pequeña se resiste a apagar la llama de la esperanza confiando en que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad den con el paradero de Jonathan Moya, quien supuestamente retiene a la hija de Gema María Cuerda, con quien recientemente había comenzado una relación sentimental.
De momento, comienzan a esclarecerse algunas de las incógnitas que se ciernen sobre el modo en el que se pudo perpetrar el delito. Según Francisco Rodríguez, tío de Gema y hermano de su madre, Concepción, el joven almeriense, de 25 años de edad, engañó a la madre haciéndole creer que el coche tenía un problema y no arrancaba, por lo que le pidió que se bajara para empujarlo en una cuesta abajo, lo que le permitiría arrancar, momento que aprovechó para darse a la fuga con la pequeña en el interior del vehículo. Así relató la propia madre de la pequeña el suceso a sus familiares poco después de ocurrir; su abuela, Concepción Rodríguez, se trasladó de inmediato a Almería, donde permanece a la espera de tener noticias de la niña.
Según el relato de la familia, la pareja inició una relación hace escasos meses, después de que ambos se conocieran por internet, red que Gema utilizaba de forma asidua como herramienta de comunicación para mantener el contacto con amigos y allegados. Tras la buena sintonía que mostraban en el mundo cibernético, ambos decidieron dar un paso más en la relación y conocerse en persona, constatando así si la química que mostraban en la distancia se plasmaba con el paso del tiempo en una relación "más seria".
Rodríguez explica que en principio nadie sospechó que el joven almeriense pudiera tener un largo historial de antecedentes penales, máxime cuando se había construido una identidad falsa en la que se vanagloriaba de ganarse la vida como rejoneador, haber participado en un sinfín de "corridas benéficas" y de residir "en un cortijo" en la provincia de Almería.
La primera cita entre ambos se produjo en La Palma del Condado, quedándose a pernoctar en la vivienda de Gema, que reside en ella con otro hijo de 12 años de edad, la pequeña, su madre y el propio tío que ayer explicaba los hechos a este periódico. La joven palmerina tiene otras dos hijas, fruto de su primer y único matrimonio con un hombre natural de San Juan del Puerto, quien posee la tutela de las jóvenes.
La intención inicial de Moya era pasar sólo unos días en el municipio condal, si bien el shock que sufrió la familia con el fallecimiento de la abuela Águeda (bisabuela de la niña presuntamente secuestrada) hizo que finalmente se dilatara su estancia en "cerca de ocho días". Precisamente durante este tiempo la familia observó que el hombre mostraba interés por tratar de empatizar y mitigar el dolor de la mujer y sus allegados, mostrándose en todo momento "muy correcto". "Nunca sospechamos que quisiera hacer ningún mal", sentencia. Incluso, asegura, el propio Moya le trasladó personalmente que su objetivo era conocer a Gema Cuerda para "ver si podían tener algo estable, que él también tenía un hijo" y que tenía ilusión en que aquello pudiera fructificar en el nacimiento de una nueva familia.
En todo este tiempo, Francisco Rodríguez reitera que no sospecharon ni siquiera por un momento que el hombre al que han denunciado por secuestro pudiera tener dobles intenciones. "Desde nuestro buen corazón, nunca vimos nada raro en su comportamiento" y tampoco cuestionaron su supuesta trayectoria profesional. Tanto es así que cuando la joven palmerina mostró su intención de devolver la visita a Jonathan Moya en Almería, una prima suya le ayudó a reunir el dinero suficiente para ello.
Serán ahora las pesquisas de la Guardia Civil las que tendrán que determinar si el secuestro fue premeditado o estas mentiras únicamente obedecían a un intento de conquistar con fines meramente sexuales a la joven.
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