Puede visitarse hasta el 28 de febrero de 2021

Arte, museología y poder hace 50 años

  • El primer museo estatal de arte contemporáneo fuera de Madrid se abrió en Sevilla en 1970, una "revolución cultural" que analiza la nueva exposición del CAAC

Escultura 'Conde duque de Olivares' (1971) de Equipo Crónica, incluida en la muestra.

Escultura 'Conde duque de Olivares' (1971) de Equipo Crónica, incluida en la muestra. / José Ángel García

Eran tiempos difíciles hace 50 años y también lo son ahora. Entonces por el recorte de libertades y derechos políticos, y ahora por la incertidumbre sanitaria y económica. Sin embargo, en aquel contexto turbulento, hubo un equipo de gestores y políticos que tuvo el suficiente arrojo, osadía y visión de futuro para poner las bases de la museología del arte contemporáneo en Sevilla. La muestra Hace 50 años, que puede visitarse hasta el 28 de febrero de 2021 en el Monasterio de la Cartuja, reivindica ese espíritu al que apelaba en 1970 Víctor Pérez Escolano, primer director del Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla (MACSE), al afirmar: "Un museo de arte contemporáneo debe latir al ritmo del tiempo de que es testigo".

Hace 50 años rastrea cómo durante los tres primeros años de vida de la institución se superó ese reto gracias a una inteligente política de selección de obras adquiridas para engrosar unos fondos que ahora constituyen la colección fundacional del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC); dando visibilidad a artistas orillados, como el escultor exiliado en la URSS Alberto Sánchez, o abriendo el museo a géneros entonces infravalorados, como ocurrió con la primera exposición dedicada al cómic en 1971.

Ese legado "vivo", a decir de la consejera de Cultura y Patrimonio Histórico, Patricia del Pozo, es el que repasa este proyecto comisariado por Peréz Escolano y el director del CAAC, Juan Antonio Alvarez Reyes, quien juzga que "no se trata de una muestra celebratoria". "Siempre que hablamos del pasado lo hacemos desde nuestra realidad actual, y aquí se interpreta lo que ocurrió en 1970 condicionado por nuestro presente. Estamos ante un proyecto de investigación que quiere resaltar las complejas relaciones que existieron al final del franquismo entre arte, museología y poder". "Por eso -continúa Álvarez Reyes- ésta es una posible historia en la que hay muchos actores: el pintor Paco Molina, el arquitecto José Ramón Sierra, el ministro de educación José Luis Villar Palasí y, sobre todo, un sevillano de Aracena, como a él le gustaba llamarse, Florentino Pérez Embid, al que Palasí nombró Director General de Bellas Artes -el inexistente ministro de Cultura de la época- y que confió en Pérez Escolano, un todavía estudiante de Arquitectura de 24 años, la dirección del primer museo estatal de arte contemporáneo fuera de Madrid".

Los proyectos que perduran surgen de la complicidad entre los promotores y los gestores, y la sintonía entre Pérez Embid y Escolano se evidencia en la correspondencia que mantuvieron y los comentarios que intercambian, "que no eran habituales ni en aquel tiempo de censura ni ahora", prosigue Álvarez Reyes ante las vitrinas que recogen ese jugoso intercambio epistolar.

Víctor Pérez Escolano y José Ramón Sierra inauguran 'Hace 50 años'. Víctor Pérez Escolano y José Ramón Sierra inauguran 'Hace 50 años'.

Víctor Pérez Escolano y José Ramón Sierra inauguran 'Hace 50 años'. / José Ángel García

La exposición va y viene del presente al pasado durante todo el tiempo, vinculando las primeras compras a recientes adquisiciones de obras de aquel período por artistas como Soledad Sevilla o Mónika Buch que subrayan la política de paridad impulsada en la última década.

La primera sede del MACSE fue la antigua iglesia de San Hermenegildo y se inauguró con la exposición de Alberto Sánchez, que había fallecido en Moscú en 1962, lo que permite a los comisarios hablar de las complejidades políticas en un momento especial de la historia de España.

A Pérez Escolano le interesaban mucho los orígenes del MOMA neoyorquino y el hecho de que Alfred H. Barr tuviera también veintipocos años cuando asumió su dirección. Supo convencer a Pérez Embid de que, como hizo el MOMA, no importaba que las obras de la colección permanente fueran pocas pero sí de gran calidad, "lo que sigue condicionando la manera en que el CAAC compra o colecciona, e incluso Pérez Escolano sigue formando parte de su comisión técnica", detalla Álvarez Reyes ante una obra que analiza la relación entre la política cultural que desarrolló el MOMA y el apoyo del gobierno de EEUU a la expansión del expresionismo abstracto. Estas reflexiones contextualizan las primeras adquisiciones informalistas, obras de Rafael Canogar, Manuel Millares, José Guerrero, Lucio Muñoz, Manuel Barbadillo...

'Cuerpo caído' (1966) de Manolo Millares. 'Cuerpo caído' (1966) de Manolo Millares.

'Cuerpo caído' (1966) de Manolo Millares.

La exposición avanza repasando diversos hitos de la trayectoria del museo, como su dedicación al cómic y a un pop-art crítico con el régimen que ilustra el Equipo Crónica con su escultura del Conde Duque de Olivares, ubicada cerca de diversas obras de Luis Gordillo.

Tras su traslado a la sede de la antigua Cilla del Cabildo en la calle Santo Tomás, el MACSE conoció intermitentemente períodos grises; luces y sombras muy bien estudiados por su también director entre 1986 y 1992 José Ramón López en su libro Historia de los museos de Andalucía (1500-2000). Sin embargo, esta muestra se centra en cómo sus tres primeros años de vida han marcado la actual colección pública andaluza y, tras la presentación de obras y archivos recopilados por los comisarios junto a dos profesionales del CAAC -el coordinador de la muestra Javier Corro y la documentalista Mercedes Conradi-, el recorrido concluye con dos cuadros de gran formato ejecutados recientemente por Soledad Sevilla "como avanzadilla de la gran donación que estamos ultimando con la artista", según avanzó Álvarez Reyes. 

Obras de Soledad Sevilla que cierran el recorrido expositivo. Obras de Soledad Sevilla que cierran el recorrido expositivo.

Obras de Soledad Sevilla que cierran el recorrido expositivo. / José Ángel García

Florentino Pérez Embid, que formaba parte, a finales de la década de los 60, del grupo de tecnócratas del Opus Dei que querían ofrecer al extranjero una imagen renovada de España sirviéndose del arte para ese propósito, fue un dinamizador cultural esencial durante su etapa sevillana, cuando fundó el Club La Rábida y favoreció las carreras del maestro Miguel Pérez Aguilera y de jóvenes como Carmen Laffón, Jaime Burguillos o Santiago del Campo.

Su figura le sirve a Pérez Escolano para recalcar que "las instituciones no nacen y desarrollan su actividad de manera aislada de la sociedad y el momento histórico en que se producen. Y esta muestra resalta la importancia de la cultura histórica en que se creó aquel museo". Por ello, también se homenajeó en el acto inaugural de la muestra a Villar Palasí, "un político clave en la historia de España del siglo XX de cuyas reflexiones nace el Libro blanco sobre la educación, instrumento esencial para quienes se dedican a la pedagogía y la enseñanza, y la Ley de Educación, que se aprueba al tiempo que se crea nuestro museo y durará hasta los años 90, cuando se aprueba la primera ley democrática. Porque hay leyes que sobreviven a los regímenes, como ocurrió con la del Patrimonio, que es una ley republicana que sobrevivió al franquismo y sólo se cambiaría en 1985", reflexionó Pérez Escolano.

Patricia del Pozo junto a 'Gran Cabeza' (1965) de Luis Gordillo. Patricia del Pozo junto a 'Gran Cabeza' (1965) de Luis Gordillo.

Patricia del Pozo junto a 'Gran Cabeza' (1965) de Luis Gordillo. / José Ángel García

Cuando en abril de 1968 Villar Palasí fue nombrado ministro de Educción -apenas un mes después él designaría a Pérez Embid Director General de Bellas Artes- , el periódico Madrid tituló "Villar Palasí: revolución cultural". Y no era para menos: rápidamente creó tres universidades públicas, entre ellas la Autónoma de Madrid, muchas facultades e institutos politécnicos, y dotó más de 200 cátedras nuevas para potenciar el trabajo de los docentes universitarios. "Pérez Embid se sumó al instante a esa revolución cultural, y lo primero que hizo fue nombrar a Antonio Bonet Correa, catedrático de Historia del Arte Hispanoamericano que acababa de llegar de la Universidad de Murcia, como director del Museo de Bellas Artes de Sevilla. Eso fue más impactante que nombrarme a mí con 24 años pues Bonet dejó su huella en la ciudad antes de irse a la Universidad Complutense, especialmente gracias a la dirección del suplemento El Correo de las Artes. Embid fue coherente con los propósitos que se sucedían en esa etapa de la dictadura al montar el Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla, y lo creó por el ambiente que se está formando en Sevilla y en el sur".

Exposición 'El cómic' en San Hermenegildo (mayo de 1971) con el montaje diseñado por José Ramón Sierra. Exposición 'El cómic' en San Hermenegildo (mayo de 1971) con el montaje diseñado por José Ramón Sierra.

Exposición 'El cómic' en San Hermenegildo (mayo de 1971) con el montaje diseñado por José Ramón Sierra.

La misión del museo era "buscar las cosas nuevas que se estaban haciendo, revolucionar, cambiar". Por eso, insiste Pérez Escolano, la colección permanente iba por delante de los tiempos y procesos administrativos, y sólo una parte de los fondos primigenios se consolidaron. "A partir de lo nuevo que se hacía en España, como Dau al Set o El Paso, hicimos una gran presentación del proyecto en Sevilla trayendo obras de primera magnitud de la colección de arte contemporáneo del Estado: Miró, Dalí, Picasso… Y también propiciamos que las mejores exposiciones que Luis González Robles organizaba en Madrid recalaran aquí". Además, como la dinámica transversal era esencial para su proyecto, cuando les cerraron la exposición del cómic "por incitar los bajos instintos de los jóvenes" empezaron a hacer teatro en San Hermenegildo. "Programamos a Teatro Estudio Lebrijano, La Cuadra y Esperpento", recuerda Pérez Escolano ante los carteles de algunas de esas representaciones teatrales que pueden verse en Hace 50 años.

Aquel museo abrió sus puertas el 10 de noviembre de 1970 y nunca hubiera sido posible tampoco sin un "intenso y abnegado equipo" que, insiste su primer director, tenía dos pilares en el arquitecto José Ramón Sierra y el pintor Paco Molina. "Sierra, compañero y amigo de siempre, fue el responsable de la dimensión creativa del proyecto, desde la creación del logotipo -aquí expuesto-, la cartelería e imagen gráfica, el diseño de las exposiciones y de los expositores a la puerta de San Hermenegildo y luego de la sede definitiva de Santo Tomás, para cuya reforma él realizó un proyecto de atmósfera miesiana que Pérez Embid rechazó sin contemplaciones. Y en Molina, que murió hace ya bastantes años y es una persona crucial en la historia cultural de Sevilla, además del primer asesor de la galería Juana de Aizpuru, quiero simbolizar a todos los nombres que habría que sumar para subrayar que yo sólo fui la persona a la que le tocó hacer el papel de fachada del capítulo primigenio de este centro", glosó emocionado, 50 años después, el hoy catedrático emérito de Historia de la Arquitectura.

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