La última palabra de los acusados

Juicio del caso Marta

La vista oral podría quedar vista para sentencia esta semana si el tribunal descarta la práctica de las pruebas pedidas por la defensa sobre el testigo sorpresa · Será su última oportunidad para revelar dónde está Marta.

Jorge Muñoz

28 de noviembre 2011 - 05:03

Tres sesiones para que acabe la vista oral. ¿O más? El juicio por el asesinato y violación de Marta del Castillo puede quedar visto para sentencia este miércoles si el tribunal desestima la práctica de las pruebas que han presentado dos de las defensas en relación con la declaración del testigo sorpresa, el taxista que ubica a Javier Delgado en el escenario del crimen a las 00:30 horas de la madrugada del 25 de enero de 2009, en la franja en la que las acusaciones sitúan las labores para sacar el cuerpo del piso.

Las defensas de Javier Delgado y de Samuel Benítez son las únicas que han solicitado la práctica de diligencias tras el contundente y creíble testimonio -a pesar de que llega con tres años de retraso- del taxista. El abogado José Manuel Carrión, que representa al hermano de Carcaño, ha solicitado una docena de pruebas documentales para combatir esa declaración, entre ellas el certificado de empadronamiento del taxista, si existe una licencia a su nombre, que se calcule la distancia del trayecto entre Luis Montoto -donde el taxista asegura que cogió a Javier Delgado- y León XIII, y que se recaben las grabaciones de las cámaras de tráfico de aquella noche en el trayecto indicado. En principio, el tribunal retoma hoy el juicio dando a conocer su decisión sobre la práctica de estas diligencias. El problema está en que, si bien las defensas ya han hecho su petición, el plazo para proponer pruebas que dio el propio tribunal no expira precisamente hasta las diez, por lo que los abogados tendrían la posibilidad de presentar hasta ese momento nuevos escritos pidiendo más pruebas.

Si el tribunal accede a la prácticas de esas diligencias, el juicio, como solicita el abogado del hermano de Carcaño, tendría que ser suspendido sine díe hasta que llegara la documentación y se incorporara al procedimiento, con lo cual no se respetaría el calendario previsto por los jueces. En cambio, el tribunal podría rechazar esas pruebas, lo que tendría dos efectos. De un lado, el juicio seguiría con la presentación de las calificaciones definitivas por parte de las acusaciones y de las defensas, la exposición de los informes orales de conclusión y con el derecho a última palabra de los acusados. De otro, si los jueces rechazan las pruebas, se abre la posibilidad para que las defensas aleguen en futuros recursos ante el Supremo que no se les ha concedido una igualdad de armas para poder contradecir la admisión de un testigo sorpresa, a pesar de que el propio tribunal reconoció al admitir la declaración la excepcionalidad de una medida que no se le había planteado en los 85 años de experiencia profesional que suman los tres miembros de la Sección Séptima de la Audiencia de Sevilla.

Es probable que las pruebas sean rechazadas y continúe el juicio, momento en el que la Fiscalía elevará a definitivas sus conclusiones provisionales, solicitando una condena de 52 años de cárcel para el principal imputado, Miguel Carcaño. No habrá sorpresas como en el juicio de Francisco Javier García Marín, el Cuco, donde el Ministerio Público introdujo una calificación alternativa -para imputar un delito de encubrimiento en el supuesto, como luego sucedió, de que el entonces menor fuese absuelto de los delitos de asesinato y agresión sexual-. En este juicio, el fiscal Luis Martín, mantendrá las acusaciones como al inicio de la vista oral, porque nada ha cambiado y el testimonio del taxista no hace, en opinión de la Fiscalía, más que corroborar el posible encubrimiento que se imputa al hermano de Carcaño.

El momento culminante de la recta final del juicio tendrá lugar, previsiblemente, el próximo miércoles, cuando después de 20 intensas sesiones el presidente del tribunal, una vez oídos los informes definitivos de las acusaciones y defensas, conceda el derecho a la última palabra a cada uno de los acusados para que digan lo que deseen en su defensa. Ésa será la última oportunidad de los acusados para revelar dónde está el cuerpo y de la familia para recuperarlo. Pero tampoco se esperan sorpresas en este aspecto más allá de los reproches mutuos que puedan hacerse entre sí Miguel Carcaño y Samuel Benítez, como ya demostraron en el careo celebrado al inicio de la vista oral.

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