De Sevilla a Dublín con viaje de vuelta

Cruz Losada estudió Historia en Sevilla. Gallega de cuna, en el 92 se fue a Irlanda

Su hija Robin, nacida en Dublín, ha venido a Sevilla para seguir la estela de su madre

El Muro de los Navarros se fue a San Lorenzo

Gárgolas de la Catedral de Sevilla, elementos funcionales y fantásticos a la vez.
Gárgolas de la Catedral de Sevilla, elementos funcionales y fantásticos a la vez. / Juan Carlos Vázquez

22 de diciembre 2025 - 06:15

Robin nació en Dublín el año 2000. Al llegar la Expo, su madre, Cruz Losada, gallega de Lugo, decidió cambiar Sevilla por Irlanda, que es como una prolongación de su Galicia natal. La madre de Robin murió demasiado pronto y su hija, producto del flechazo con un irlandés al que conoció en la Costa del Sol, ha ido reconstruyendo el puzzle de las muchas cosas que a Cruz Losada le unían con Sevilla.

Fue la abuela de Robin la que propició este giro del destino. El Magisterio la llevó a un pueblo de la provincia de Guadalajara que sale en el Viaje a la Alcarria de Cela. El ejercicio del profesorado la llevó hasta Alcalá del Río. La dublinesa de cuna ha ido recuperando las patrias de su madre: primero Galicia, donde vive y trabaja en un proyecto de museos; y después Sevilla. A los amigos de su madre les trajo un ramillete de fotos de los ochenta que formaban parte del álbum familiar.

En una cena muy agradable en la Vinería de San Telmo, un local de los Jardines de Murillo, tenía a su lado dos de las pasiones de su madre, la Historia del Arte y la Antropología. La primera representada por sus amigos y compañeros de promoción Pepe Ýñiguez y Marta Odriozola, que ha querido siempre mantener viva la llama de las cosas de su amiga.

En Económicas y Empresariales

Llegaron juntas a estudiar Historia. Como no había sitio en la Antigua Fábrica de Tabacos, el primer curso lo dieron en Económicas y Empresariales. Con profesores como Enrique Vallespín o Carlos Álvarez-Santaló. Todas las tardes, fuera de los horarios académicos, se iban a las clases de Enrique Valdivieso y a los terceros tiempos en el bar La Moneda que en la sesión necrológica del catedrático vallisoletano evocaron Alfonso J. Morales y Ramón María Serrera.

Juan Manuel Serrera, hermano del anterior, fallecido poco antes de la exposición de Velázquez en el cuarto centenario de su nacimiento de la que iba a ser comisario, le dirigió a Cruz Losada la tesina sobre las gárgolas con un jurado del que formaban parte Alfredo J. Morales y Antonio Manglis. La afición por las gárgolas le vino a Cruz Losada de un viaje a Santiago de Compostela. Documentó todas las de la catedral y sentía predilección por las de la torre de don Fadrique, el Hospital de las Cinco Llagas (actual sede del Parlamento de Andalucía) y el Convento de Santa Paula. El profesor Serrera no sólo le dio una magnífica nota a su trabajo sino que la bautizó como Marigárgolas. Unos elementos arquitectónicos que al representar monstruos, dragones y semovientes aparecen en Juego de Tronos.

La otra disciplina que vinculó a Cruz Losada con la Universidad de Sevilla fue la Antropología. A estos estudios los representó en la cena su amiga Manuela Cantón Delgado, un pozo sin fondo de la ciencia más fieramente humana que diría el poeta. Acaba de llegar a las librerías su último trabajo, un estudio sobre la antropología de las religiones titulado La imaginación en llamas, con el subtítulo Antropología de las espiritualidades contemporáneas. Es autora de un ensayo sobre los llamados Gitanos Pentecostales (una mirad antropológica a la Iglesia Filadelfia en Andalucía) y participó en la coordinación del libro-homenaje a Pilar Sanchiz Ochoa, una eminencia de la antropología, esposa del pintor Antonio Agudo.

En la Expo 92

Ni historiadora ni antropóloga. Finalmente, Cruz Losada no siguió los caminos de Braudel ni los de Levi Strauss. En un viaje a Málaga a ver a su amiga Marta Odriozola conoció a un irlandés que tenía un barco y se embarcó para navegar con él. Se fue con la Expo 92, en la que Irlanda contó como comisario con el dramaturgo Denis Rafter. El país que en proporción a su población más veces ha ganado el festival de Eurovisión y el Nobel de Literatura.

Cambió los ámbitos académicos de sus amistades y se dedicó a la traducción, trabajando muchos años para Microsoft. Este cronista la conoció en aquellos años ochenteros y muchos años después la entrevisté en la serie Los Invisibles. El titular de aquella entrevista siempre le intrigó a su hija Robin: “Yo parí, con perdón, en un hospital que sale en el ‘Ulises’ de Joyce”. Volvieron de Irlanda a su Galicia natal, primero a Porriño y después a Ponteareas. Ahora es el padre irlandés de Robin, que enviudó de Cruz, el que tiene siempre junto a su ordenador un ejemplar del Ulises de Joyce y un diccionario.

Le cuento a Robin que en Sevilla hay más biógrafos de Álvaro Cunqueiro que en Galicia: Manuel Gregorio González y la más reciente, la de Antonio Rivero Taravillo. Ella trabaja ahora en la ciudad donde el escritor dirigió el periódico El Faro de Vigo. En Mondoñedo, la cuna de Cunqueiro, ha visto muchas veces a un personaje caracterizado como el mago Merlín. La realidad imita al arte, escribió Óscar Wilde, irlandés como Robin, y como si la imaginación chisporroteara en sus llamas tal que el libro de Manuela Cantón, lo literario de Merlín y familia, uno de los libros más celebrados de Cunqueiro, se ha hecho real y cotidiano, como uno de esos personajes que cada 22 de diciembre, aniversario de la muerte de Bécquer, acuden al Palacio donde se celebra el sorteo de la Lotería de Navidad.

El C3

Una noche para recordar a Cruz como cirineos de su amistad. Una noche en la que me encontré en tres ocasiones con la estela de la fotógrafa Gloria Rodríguez. Le di recuerdos para ella a su hermano Juanito Rodríguez, que trabaja en Tussam y conducía el C3 que me llevó desde la Barqueta hasta la Puerta de la Carne; también se los di a su actual pareja sentimental, Pepe Ýñiguez, condiscípulo de Marta Odriozola y Cruz Losada, que se ha retirado a un pequeño pueblo extremeño donde ayer hubo votaciones y de vez en cuando salta a la capital para comisariar una exposición, quedar con los amigos o ver las nuevas exposiciones del Museo de Bellas Artes o sus galerías de referencia. Y el tercer guiño para Gloria Rodríguez, fotógrafa excelente (de cabecera para Luz Casal, de lujo y sentimiento para Silvio), fue la mención a una novela, Mi tío Oswald, de Roald Dahl. Me la recomendó hace más de cuatro décadas cuando me la presentó Atín Aya en un bar de la calle Betis.

Cruz Losada se fue de Sevilla a Dublín y su hija Robin se vino de Dublín a Sevilla para conocer el legado de la gallega que volaba entre las gárgolas de la Catedral como un personaje de la Rowling.

stats