El Muro de los Navarros se fue a San Lorenzo
Nacho Ansó era el 'tapado' en las reuniones de cada Viernes de Dolores, esa tradición que surgió en torno al maestro Araujo con la liturgia de las torrijas de San Bruno y las croquetas de Casa Ricardo
EL Muro de los Navarros se trasladó a la plaza de san Lorenzo. Había tanta gente en la iglesia para despedir a Nacho Ansó que el párroco, Manuel Lombo, pidió para el responso final que en la Capilla del Dulce Nombre sólo estuvieran los familiares y más allegados del hotelero fallecido en el puente del Cachorro. En el año que más viajes a Roma y estancias hoteleras en esa ciudad ha suscitado la imagen de Ruiz Gijón que da nombre al ingenio construido por el trianero José Luis Manzanares.
Un palo tremendo en puertas de la Navidad que deja un efecto retardado para las vísperas de la próxima Semana Santa. El Viernes de Dolores ya no será el mismo sin Nacho Ansó, que se incorporó a una tradición que surgió en torno al maestro Araujo, a su amigo José Antonio Sánchez Araujo, que habrá sentido su muerte como una puñalada trasera del destino. El próximo Viernes de Dolores, que el calendario acercará con la entrada del cortejo del último rey mago y más aún con el Miércoles de Ceniza, serán Dolores de Viernes por la ausencia de este ‘infiltrado’ en una mágica conspiración de periodistas.
El punto de partida siempre son las torrijas de San Bruno, en la panadería de Pepe, paisano de Sánchez Araujo; y el epílogo con las croquetas de Casa Ricardo, la antigua Casa Ovidio. Con el café intermedio en el bar Guadiana o el Quilombo. A Pepe y Ricardo Jr. les estremeció el mazazo con la fuerza que a Miguel Hernández le arrastró en elegía la de su amigo Ramón Sijé. Viernes de torrijas y croquetas, emblemas de una convivencia en la que se producía el milagro de los panes y las preces, consistente en la participación en la misma de amigos de emisoras aparentemente en las antípodas: Florencio Ordóñez y Manolo Aguilar, de Radio Sevilla de la cadena Ser, con el técnico Manolito Arenas, y Víctor Fernández, de la Cope. Víctor estuvo en la misa de San Lorenzo; Manolo le dio el pésame a la familia y sus obligaciones profesionales le llevaron a retransmitir el Murcia-Betis de Copa.
Nacho Ansó era puro espíritu 2005. El año que muere el Papa Juan Pablo II sus dos equipos, el de cuna y el adoptivo, disputaron la final de la Copa del Rey. Un Betis-Osasuna que casi nunca se perdía, como le consta a amigos fieles como Miguel Cuéllar o Juan Salas Tirado. El hijo mayor de Nacho leyó un fragmento del segundo libro de los Macabeos. El Evangelio de san Juan, proclamado por el párroco Manuel Lombo, expresaba la incomprensión de muchos de los discípulos de Jesús ante las cosas que decía. Hay cosas que no tienen explicación.
Esta misa tenía lugar en el día de la Esperanza. La Fe, mientras no se demuestre lo contrario, es una herramienta que trae consuelo y esperanza, pero hay cosas que no tienen explicación. El padre y el hijo pequeño de Nacho iban juntos a la Capilla del Dulce Nombre, nombre de la cofradía que representa la escena de la bofetada de Malco a Jesús en presencia de Anás. El abuelo y el nieto y entre ambos la generación perdida de un hueco insondable. La plaza de san Lorenzo hervía de juventud, como si hubiera un ensayo de bisoños costaleros. Los amigos de esos niños a los que el tiempo convirtió en hombres.
Estaba allí el claustro de profesoras de las Mercedarias y Lolita en representación de la comunidad de religiosas que regentan el colegio en cuya puerta tantas veces coincidimos a la entrada o salida de nuestros hijos. Nacho organizó con cariño y profesionalidad la cena del cincuentenario del colegio de la calle San Vicente. Me gusta la cita de Paul Auster: un hotel es la promesa de un futuro mejor. En la Sevilla de los megahoteles ha causado baja uno de sus profesionales más distinguidos. En esos Viernes de Dolores alguna vez bromeábamos con las iniciales NH de la cadena hotelera, porque el de Plaza de Armas, en la calle Marqués de Paradas, está en dirección a Heliópolis y el que está en la calle Diego Martínez Barrio mucho más próximo a Nervión.
Los futbolistas de élite son unos extraterrestres que se pasan media vida en aeropuertos, aviones y hoteles. En los NH que dirigió Nacho Ansó se sentían como en casa, a juzgar por la sinceridad de sus condolencias al conocer la noticia de su fallecimiento. Conocí en persona a María Dueñas en el NH Plaza de Armas, ese hotel con la firma de los arquitectos Antonio González Cordón y Víctor Pérez Escolano. Acababa de salir ‘El tiempo entre costuras’. El Betis estaba en Segunda y en el hotel se concentraba el Albacete, su rival ese fin de semana.
El 1 de junio de 2019 quedé en el Archivo de Indias con una treintena de periodistas y sus cónyuges que cada año eligen una ciudad para mantener viva la llama de Manuel de Unciti, que fundó y dirigió en Madrid la residencia Azorín para estudiantes de Periodismo. Me tocó hacer las veces de anfitrión. Conté con la generosidad de Álvaro Pereira para abrir la Capilla de los Estudiantes; de Emilio Calderón, entonces párroco de Las Letanías, que ofició la homilía ante el Cristo de los Estudiantes; de Pedro Sánchez Cuerda, que se volcó en el almuerzo que compartimos en La Raza el mismo día que él atendía en el Casino de la Exposición al rey Felipe VI en el día de las Fuerzas Armadas; de Joaquín de la Peña, que nos mostró las entrañas de la Catedral en una visita que nunca olvidarán; de Mamen Otero, que nos regaló la vista de la Giralda iluminada desde la terraza del hotel Inglaterra; la mayoría no olvidan la mediación de Nacho Ansó, con el que hablé para que en plena temporada alta encontraran alojamiento en alguno de los hoteles de la cadena.
Ramón Cañizares, historiador íntimo de las cosas de San Lorenzo, de ese triángulo de poetas que forman en torno a la parroquia Gustavo Adolfo Bécquer, Joaquín Romero Murube y Rafael Montesinos, nunca olvidará la emoción que se vivió en la iglesia este día de la Esperanza. Al párroco anterior, Paco Reyes, le llegaron ecos de la respuesta multitudinaria, pero a esa hora tenía misa en la parroquia de San Andrés, sede de la hermandad de Santa Marta, patrona de los hoteleros. Nacho no va a resucitar como Lázaro, el hermano de Marta y María, pero el legado de su memoria va a permanecer durante mucho tiempo vivo en el hotel con más estrellas del cielo de Sevilla. Uno de sus hijos hace prácticas en Radio Sevilla, esa semilla que iba prendiendo cada Viernes de Dolores con el maestro Araujo y refuerzos como Juan Ruiz, ex hermano mayor de la Macarena, Rafael Carrión, que fuera presidente del Sevilla, o Hristo Vidakovic, leyenda verdiblanca. En el buffet de torrijas y croquetas de Pepe y Ricardo, entre Omnium Sanctorum y el Gran Poder.
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