Aretha en el púlpito de la Gloria

Amazing Grace | Crítica

Una imagen de Aretha Franklin en el documental musical 'Amazing Grace'.
Una imagen de Aretha Franklin en el documental musical 'Amazing Grace'.

Ficha

***** 'Amazing Grace'. Documental musical, EEUU, 1972/2019, 87 min. Dirección: Sydney Pollack y Alan Elliott. Con: Aretha Franklin, Reverand James Cleveland, C.L. Franklin, Alexander Hamilton, Bernard Purdie, Chuck Rainey, Clara Ward, Mick Jagger, Sydney Pollack, Charlie Watts.

“Hacia 1971 Aretha Franklin había grabado 20 discos, colocado 11 números uno en las listas de singles de pop y R& B y conseguido 5 premios Grammy. En enero de 1972, con 29 años, decide hacer algo diferente y se va a Los Ángeles a grabar un disco dedicado a la música que cantaba en su juventud. Allí lleva a su banda, formada por el batería Bernard Purdie, el guitarrista Cornell Dupree, el bajista Chuck Rainey y los productores Jerry Wexler y Arif Mardin. El cineasta Sydney Pollack es contratado por Warner para filmar aquellas grabaciones. Junto a Aretha estaba la figura más renombrada del Gospel de aquellos días, el Reverendo James Cleveland, y su grupo, The Southern California Community Choir. Grabado en directo durante dos noches, el álbum se convirtió en el disco de Gospel más vendido de todos los tiempos. Debido a problemas técnicos, la película nunca pudo terminarse”.

Estos son los datos que se adelantan sobre las primeras imágenes de este impresionante documento ahora por fin felizmente recuperado, destinado a ocupar un lugar en el podio de los mejor documentales musicales de todos los tiempos, una pieza única cargada de energía y comunión con su audiencia que convierte también a los espectadores de 2019 en unos auténticos privilegiados. Tal es el poder de revelación y éxtasis que se desprende de un trabajo que captura toda la intensidad de aquellas dos noches, el sudor, la furia y el milagro, el torrencial chorro de voz y las modulaciones prodigiosas de una Franklin monumental, seria y sobria que quiso aquí homenajear a sus raíces, a aquel padre predicador con el que cantó sus primeras canciones en la iglesia y que se emociona en primera fila ante el poder inmenso de su hija, como lo hace también el reverendo Cleveland, maestro de ceremonias que entra y sale de escena en poderoso control de los elementos.

Amazing Grace es mucho más que la filmación de un concierto. Pollack y sus cámaras siempre atentas a lo imprevisto capturan paulatinamente una atmósfera que se va calentando y enardeciendo ante la voz de Aretha y los ritmos de su banda, en el diálogo impresionante entre la cantante y el coro, en el contraplano de un público por momentos alucinado que se levanta y baila, que se emociona y excita sin control. Posiblemente nunca estuvimos tan cerca de la mística del Gospel afroamericano como camino gozoso hacia Dios, como expresión de una religiosidad desbordante, festiva y contagiosa. Hasta un ateo como yo no puede resistirse a su impulso evangelizador, a su energía casi extraterrestre, al poder de su mensaje.

Las cámaras y el montaje (a veces en pantalla partida) capturan la fisicidad eléctrica de aquel evento y sus maravillosos tiempos muertos e interludios, pero también capturan lo invisible, ese espíritu que se desplaza por la iglesia en todas direcciones y que recoge en un abrazo fraternal a todos los que allí se congregaron, también a unos Mick Jagger y Charlie Watts que asisten atónitos a uno de esos contados milagros de comunión colectiva gracias a la música que el cine ha sido capaz de registrar en todo su esplendor para nuestro gozo y, quién sabe, para nuestra conversión.

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