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Síndrome expresivo 22

El humor en las presentaciones de contenidos: 'Humoris causa'

La creatividad de Chiquito de la Calzada, la guasa de Paco Gandía y el ingenio del comandante Lara. Si eres capaz de imitar ciertos gestos o usos expresivos de estos genios, el público caerá rendido a tus pies. La creatividad de Chiquito de la Calzada, la guasa de Paco Gandía y el ingenio del comandante Lara. Si eres capaz de imitar ciertos gestos o usos expresivos de estos genios, el público caerá rendido a tus pies.

La creatividad de Chiquito de la Calzada, la guasa de Paco Gandía y el ingenio del comandante Lara. Si eres capaz de imitar ciertos gestos o usos expresivos de estos genios, el público caerá rendido a tus pies.

La próxima semana debes presentar ante un grupo de compañeros las conclusiones sobre un proyecto de investigación, las perspectivas de crecimiento empresarial del departamento de logística y operaciones o las líneas maestras de un plan estratégico. Día tras día, hora a hora, te esfuerzas en recopilar datos estadísticos, sesudos estudios de la Universidad de Stanford, reflexiones de autoridades académicas de reconocido prestigio e incorporas con maestría gráficos y tablas dinámicas para atrapar la atención del público. Mereces un aplauso. ¡Me quito el cráneo!

Al día siguiente, relees con atención las líneas redactadas con un estilo impecable, pero una voz interior te susurra que falta algún ingrediente fundamental en la receta: “Es aburrido, monótono, ¡me duermo!”. Vuelves hacia atrás en busca del tesoro perdido y repasas los primeros epígrafes con detenimiento. Nada. Saltas con inquietud hasta las conclusiones por si hallas la fórmula secreta de la felicidad expresiva. Nada. Abres una bolsa de almendras para templar los nervios. Bingo. ¡Cómo es posible que no te hubieras percatado antes de tan grave laguna! Sí, querido lector, el humor. Todo discurso debe estar salpimentado con unas dosis precisas y espaciadas de anécdotas o juegos de palabras, que relajen el ambiente y ofrezcan al auditorio la posibilidad de recuperar el aliento ante tanta referencia erudita a las fuentes consultadas.

El secreto de humor no reside en la improvisación de unas bromas más o menos imaginativas y ocurrentes, sino en un trabajo minucioso de preparación y puesta en escena. Para tal fin, los emisores en apariencia más culturetas y esnobistas recurren a la Santísima Trinidad de las citas chistosas (en boca real o apócrifa) de Oscar Wilde, Groucho Marx o Woody Allen. De este modo, estos oradores con chaquetita informal sin corbata creen sin fisuras épater les bourgeois con la alusión ingeniosa a una figura reconocible por cualquier receptor. Hay gente para todo en este mundo de la palabra pública.

Sin embargo, desde esta humilde tribuna solo nos queda ofrecer dos simples consejos que serán útiles en la construcción de textos amenos y cercanos al público:

  1. Olvídate de los nombres anteriormente citados y acércate al estudio del triunvirato cómico por excelencia: la creatividad de Chiquito de la Calzada, la guasa de Paco Gandía y el ingenio del comandante Lara. Si eres capaz de imitar ciertos gestos o usos expresivos de estos genios, el público caerá rendido a tus pies.
  2. Cuidado con las bromas inoportunas referidas a determinadas realidades como los negros afroamericanos o subsaharianos, indígenas de las reservas amazónicas, mestizos y mulatos oprimidos por el hombre blanco, comportamientos machistas y homófobos, caricatura de metrosexuales y pansexuales, comunidades semíticas ortodoxas, musulmanes, protestantes luteranos, anglicanos o calvinistas, congregaciones evangélicas, católicas, formas de vida amish, gitanos, taurinos y animalistas, ecologistas, veganos radicales o mixtos, comunistas, socialistas, centristas, derechistas, ultraderechistas, minusválidos auditivos, visuales, sensoriales, motrices, mentales, jubilados y mediopensionistas, mujeres empoderadas, jóvenes con triple máster del universo, adolescentes, preadolescentes, adultos con mente de adolescente, niños en catequesis para la Primera Comunión, bebés, recién nacidos, nacionalistas acérrimos o posibilistas, andaluces seseantes y ceceantes, gallegos, extremeños, madrileños de Móstoles, turolenses, castellano-leoneses, terroristas arrepentidos, funcionarios de carrera (para picar), usuarios del carril bici, senderistas de indumentaria colorida, negacionistas de cualquier cosa, tuiteros de lo obvio, asociaciones de vecinos o cualquier otra diana susceptible de provocar la repulsa en las mentes biempensantes.

¿Se puede superar?

El síndrome del humor políticamente correcto es imposible de evitar, porque siempre toparás con algún espectador de piel fina y doble moral. Por este motivo, si quieres impregnar tus palabras de un toque humorístico, lo ideal es que dirijas todas tus bromas y chascarrillos hacia ti mismo. En este país (España) gusta mucho el escarnio y la autoinmolación pública. Con esta simple técnica harás las delicias de unos oyentes con el pelo alborotado, cuyas sonoras carcajadas interrumpirán el hilo de tu magistral exposición.

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