Sueños esféricos
Juan Antonio Solís
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LOS NUESTROS | Margarita Rodríguez. Jugadora de rugby
Desde hace unas semanas, la pequeña localidad de Los Molares puede presumir de tener entre sus casi 3.500 habitantes a una campeona de Europa de rugby. Su nombre es Margarita Rodríguez y aunque la gran mayoría de sus vecinos sepan de su hazaña, ella no termina de creérselo: "Es un sueño que hace un par de años ni siquiera podía imaginar".
Pero el sueño, otrora impensable, es tan real como el trofeo que la protagonista sostuvo tras la victoria de las Leonas sobre Holanda por 40-7, en una final disputada en Bruselas. "Cuando pitó la árbitra no me lo podía creer. Había pasado todo tan rápido que no sabía ni qué sentir. Era una mezcla de alegría, de sentir que el trabajo de los entrenamientos y las horas de gimnasio han merecido la pena. Fue una experiencia muy bonita, de las que recuerdas toda la vida", revela la joven, de 27 años.
España firmó un campeonato impecable. De hecho, alcanzó la final tras arrollar a Alemania en semifinales (44-0). La presión por revalidar el título europeo conseguido hace dos años en Madrid -también tras vencer en la final a Holanda- no pesó más de lo estrictamente necesario. El combinado nacional volvió a demostrar su valía y presentó sus credenciales de cara al Mundial de 2021, su objetivo más ambicioso.
"Teníamos muchas ganas de demostrar de lo que éramos capaces. La mayoría de jugadoras llevábamos poco tiempo en la selección, por eso queríamos que el espíritu competitivo y de lucha de las Leonas siguiera intacto. Eso nos dijeron las capitanas, que no importaba quiénes hubieran defendido la camiseta antes y quiénes la defendiéramos ahora. Lo que no podía perderse eran las ganas de luchar", cuenta la sevillana.
De regreso a casa, Margarita fue poco a poco tomando conciencia de lo que había logrado. Ansiaba ver a los suyos, pero de ninguna manera podía esperar la bienvenida que le dieron en la estación de Santa Justa: "Me estaban esperando toda mi familia y también mis compañeras de Las Cocodrilas. Había banderas y pancartas. Al verlos me emocioné y me di cuenta del orgullo que sentían por mí. Mi pareja sí había estado en la semifinal, pero a la final no pudo venir nadie, y aunque los sentí desde la distancia tenía muchísimas ganas de verlos. Allí estaban mi familia de sangre y mi familia del rugby".
En poco tiempo, esta joven apasionada del deporte ha descubierto en el rugby una fuente de felicidad inagotable. Quién se lo iba a decir hace apenas cuatro años, cuando de casualidad se animó a ir a un entrenamiento de un equipo de Utrera. "Fue una amiga, que me conoce bien y sabe lo deportista que soy, la que me dijo que probara. Allá que fui y ya no hubo quien me quitara la idea de jugar", se sincera. Antes ya había practicado voleibol durante 13 años, para pasarse después al fútbol. En ambos casos siempre compitió a nivel provincial. De ahí que el salto a la selección española fuese tan inesperado y emocionante.
Poco después de comenzar a jugar al rugby en Utrera, Margarita ingresó en el equipo universitario de Las Cocodrilas, que ya se ha convertido en su segunda familia. Por eso confía en cumplir su próximo objetivo, que no es otro que lograr el ascenso a División de Honor, la máxima categoría. Sin duda, sería el colofón perfecto a una temporada casi inmejorable. "Aunque ser campeona de Europa es algo muy grande, yo ya era feliz jugando al rugby antes. Cuando salto al campo siento que estoy en el mejor sitio que podía estar, y espero que siga siendo así durante mucho tiempo", concluye.
Cuando Margarita Rodríguez descubrió el rugby no las tenía todas consigo. "Siempre me habían gustado los deportes de equipo, por el compañerismo y por la sensación de tener a otras personas cerca que te apoyan y te ayudan a mejorar. Así nunca te sientes sola. Pero, claro, cuando llegué a Utrera y vi que éramos tres chicas y 40 tíos… dudé un poco", se sincera entre risas. Margarita temía lo mismo que su padre, la fama de contacto y de dureza del rugby. "Lo primero que me dijo fue que me podía lesionar, pero pronto se le quitaron los miedos, porque, aunque mucha gente no lo sepa, existen muchas reglas y lo que se busca no es precisamente el contacto, sino el espacio para superar al rival", explica la sevillana.
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