FANTÁSTICO futbolista, pero ciertamente histrión en sus comportamientos en la yerba ha creado una fuente de discordia que solapa todos los problemas que acucian al fútbol nuestro. Jugador desequilibrante hasta decir basta, el cisma creado entre madridistas y resto del mundo es digno de estudio. Sobre todo por lo que conlleva de tapadera para tantas irregularidades como jalonan cada jornada, especialmente en lo que concierne al arbitraje.

Vinícius, el jugador más desequilibrante de nuestra Liga, se ha convertido en un generador de filias y de fobias como quizá no haya habido otra de ese calibre. Excepcional con el balón en los pies resultan tan ridículas sus celebraciones como sus enfados, de ahí que se haya convertido en el pararrayos de cuantas tormentas se ciernen sobre la cosa. Y ha logrado el vertiginoso extremo brasileño que en un terreno tan abonado a la discordia se abran otras dos Españas.

Me considero partidario incondicional de Vinícius siempre que estemos hablando de él con el balón en los pies, pero hasta ahí. En el resto creo que es una fuente de crispaciones que tiene su ejemplo más elocuente en la reacción de Gabriel Paulista el pasado jueves en el Bernabéu. Pero hay algo más determinante en este estado de cosas y es cómo acapara tanta atención que hace que demasiadas irregularidades pasen de puntillas para que sus infractores obren impunemente.

Estamos en la temporada donde más agraviados sufren sin que se les tome en cuenta porque con Vinícius está servido el cupo para la crónica de sucesos futboleros. ¿Y esto tiene arreglo? ¿Podrán el Madrid, Ancelotti o don quien corresponda frenar este tsunami? No sé cómo puede reconducirse, pero desde luego el que tiene la solución es el propio futbolista. Es complicado que las turbas y los rivales obren más correctamente, pero si Vinícius prescindiera del histrionismo...