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Kike Sola, sin la venia de Chaparro

  • El ariete remató el 9 de junio en su debut el 0-5 de Osasuna que facilitó la llegada del técnico al banquillo bético en Primera

Hay veces que los sueños de uno facilitan que se cumplan los de un antagonista. Aunque el 9 de junio de 2007 no lo eran, el joven Kike Sola (Cascante, 25-02-86), que debutó ese día en Primera División con Osasuna, contribuyó a que el veterano Paco Chaparro (Sevilla, 30-11-42) lograse idéntico premio, aunque en un banquillo, ocho días después en Santander al frente del Betis, su equipo de siempre.

El de Sola fue un estreno a lo grande. Como casi todos los que llegan a ser figura algún día, debido a su precocidad, salió desde el banquillo. Él lo hizo recibiendo el testigo del camerunés Webo en el minuto 69. Osasuna ganaba por 0-3 en Heliópolis y condenaba al Betis a la hombrada en El Sardinero para continuar un año más en la élite. El espigado ariete tudelano se entretuvo aquel día en hacerle dos goles más a Contreras y sonrojar al beticismo con una derrota como no se recordaba.

Fue la puesta de largo del que será ariete y guía de Osasuna -ya ha sido llamado por Iñaki Sáez para la sub 21- mientras el Athletic, que lo repudió, o los grandes quieran si su crecimiento no se detiene. "Quítate la camiseta y enséñale los pectorales a Juanito", le dijo su entrenador, Cuco Ziganda, para que aquel último 9 de junio recibiera también el bautismo como amonestado. "Se los enseñé a gusto", recordó Sola días después tras confesar que se había sentido intimidado por el internacional gaditano y por ello actuado así: "¡Vaya pechos que tienes!, le dije a Juanito al poco de verlo. Estaba cuadrado".

Sporting, Cádiz y Legia Varsovia, gracias a los buenos oficios de Urban y Trzeciak, se quisieron llevar a Sola este invierno, pero Ziganda, que apenas le había dado oportunidades en la primera vuelta, frenó su salida. Quien fuera ariete de Osasuna y Athletic ha visto en este delantero rápido y con estilo una especie de álter ego que se ha propuesto pulir por sí mismo. Desde entonces, ha contado más en sus alineaciones y ya hace varias semanas desbancó al caboverdiano Dady del equipo.

Tres tantos alumbran el sendero de Sola, un ariete moderno que pese a ser zurdo remata también con la derecha y cuya potencia en movimiento recuerda al nombre de su primer equipo, el Aluvión. Sevilla, Atlético y Almería han sufrido este año los golazos de un futbolista que apenas ha disputado seis partidos como titular. Son 15 los encuentros ligueros de Sola, dos la pasada temporada y 13 en la actual, coincidentes con los de Chaparro, quien tras salvar al Betis de bajar en Santander cogió este curso al equipo hace 14 jornadas. Paradójicamente, ambos han ganado 7, empatado 3 y perdido 5.

Pero en su cercano debut y en sus calcadas estadísticas no acaban los paralelismos entre el precoz delantero y el experto entrenador. Ambos, que hoy triunfan con mesura en la élite, vivieron días amargos por culpa del fútbol. Si Chaparro, obligado a curtirse más de lo aconsejable en campos de polvareda, vio frustrada su continuidad en el Betis tras la gesta del 17 de junio en El Sardinero, Sola, hijo de un director de orquesta que lo envió a Bilbao siendo un niño a triunfar en el Athletic, sufrió el desprecio de la entidad rojiblanca en sus carnes.

Sus goles como alevín en el Aluvión lo habían hecho merecedor del interés de José María Amorrortu, coordinador de la cantera bilbaína, y en Lezama se crió durante cinco años. Sus tantos en cadetes se contaban por decenas. Incluso más de 40 marcó una temporada hasta que en juveniles su técnico, Jon Iturralde, con la connivencia de Zubizarreta, le hizo la vida imposible. Su padre, que lo había hospedado en casa de un amigo, lo reclutó de nuevo para el Aluvión, en Tercera, donde encontró el hogar que le faltó en el Bocho hasta que Ziganda lo vio y lo firmó para Osasuna. Así anda hoy Chaparro, en la tarea de salvar al Betis y que Lopera, por fin, le haga sentirse en el Betis como en su casa. Sola, con quien hoy se verá las caras por primera vez, no querrá dar hoy su venia al trianero como sí hiciera indirectamente aquel 9 de junio con sus dos goles.

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