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Luis Fabiano deja abierto el camino

  • Respiro Dos nuevos goles del delantero brasileño conducen al Sevilla hasta una balsámica victoria frente al Murcia Incertidumbre Los blancos volvieron a sufrir tras el 2-1, pero esta vez supieron mantener la calma para sumar los tres puntos

Luis Fabiano se ha convertido, por fin, en la referencia del Sevilla Fútbol Club y ha abierto, de paso, los caminos hacia momentos más venturosos en el presente ejercicio. El delantero brasileño propició, con dos nuevos goles, que su equipo pudiera respirar muy hondo con tres puntos ante el Murcia que sirven para renovar un aire demasiado viciado. Pero no se quedó ahí la cosa. Liberado de las dudas que siempre sembró alrededor de su falta de competitividad el anterior cuerpo técnico, que, paradójicamente, siempre contaba con él para los eventos más importantes, Luis Fabiano no sólo es el mejor goleador de la Liga española, también colabora con sus compañeros a la hora de las tareas más ingratas, como es correr detrás del medio centro rival o saltar una y otra vez en busca de bajar balones casi imposibles.

Es curioso, aquel cero a la izquierda al que su anterior jefe consideraba como un futbolista incapaz de competir, ya sea para ganarse el puesto o en el mismo terreno de juego, es ahora el ejemplo para todos sus compañeros. Porque no es exagerada la insistencia en que los goles, por muy importantes que éstos fueran, que lo son, no fueron lo único que dejó Luis Fabiano. Fueron sus controles, sus ganas de acudir hasta el centro del campo para apoyar con sus desmarques la salida del balón, sus giros con el balón controlado siempre enloquecedores para los defensas contrarios, incluso sus paradas en seco para facilitar la llegada de los centros desde la derecha de Jesús Navas y quedarse con todo a favor para rematar a gol.

Su actitud fue tan positiva que ni siquiera se le vio una mala cara a la hora de cederle a Maresca la responsabilidad de lanzar el penalti o cuando Duda, como es lógico por otra parte, ejerció su derecho a ser la primera opción en la ejecución de los golpes francos al borde del área. Si encima Luis Fabiano marca los goles casi sin querer y forma sociedad ya sea con Daniel, como lo hizo en más de una ocasión, con Jesús Navas, del que recibió dos pases de gol, con Maresca, Keita, Duda o con quien se atreva a conectar con él, pues está claro que el camino está expedito para que el Sevilla vuelva a gozar de unos tiempos mucho más venturosos. Un equipo que disfruta del goleador más en forma de la Liga, y que tiene la bala en la recámara de Kanoute, no se olvide, está obligado a vivir mucho más tranquilo, a mirar hacia arriba, jamás hacia los sótanos de la tabla.

Luis Fabiano se encargó muy pronto de lanzar ese mensaje. Un balón ganado en el centro del campo, una apertura de lo más académica hacia la banda derecha y el desmarque consiguiente para recibir el centro de Jesús Navas. Tal vez el remate no fuera un dechado de ortodoxia y sí contara con algo de fortuna en su ejecución, pero lo que valía era el resultado final y éste indicó que el balón se había dirigido hacia el sitio justo, hacia un contrapié al que Notario no podía llegar jamás. El Sevilla tenía un uno a cero a su favor muy pronto, lo ideal para acabar con los nervios.

Jiménez, que había premiado a Maresca y Duda por su rendimiento en Pamplona, conformó un cuarteto defensivo con Daniel, Fazio, Mosquera y Dragutinovic. Pero lo más importante de todo es que el técnico ha entendido que cuando hay partido entre semana entran cinco titulares de refresco en cada encuentro. Daniel, Dragutinovic, Maresca, Duda y Kerzhakov no fueron en Pamplona y sí ayer. El problema, sin embargo, estaba en el estado de nervios por el que atraviesa un Sevilla que no se acostumbra a perder más que gana. Y el mayor peligro del Murcia está en lo bien que le saca provecho a cualquier acción a balón parado...

El Sevilla sufrió, eso es cierto. Por tres motivos básicos. Sobre todo por la incertidumbre que generaba el marcador, también porque concedió muchas oportunidades a su rival en jugadas a balón parado y, por último, porque Maresca, necesitado de partidos, se quedó sin aire en los pulmones antes de que acabara incluso el primer periodo.

Pero el equipo de Jiménez supo manejar esta vez la situación de una manera mucho más lógica con su potencial y hasta tuvo la pizca de fortuna que el fútbol exige para que se incline la balanza hacia un lado u otro. El penalti tonto no lo hizo esta vez Poulsen o Mosquera sino Paco Peña. El dos a cero hubiera sido definitivo en otros tiempos de seguridad, pero no, el sufrimiento se prolongaría para el Sevilla. Marcó Baiano en un despeje hacia atrás de Luis Fabiano, precisamente de Luis Fabiano, y siempre cabía la posibilidad de un nuevo despiste. Pero ayer era el día de Luis Fabiano y entre Daniel y Jesús Navas se encargaron de encumbrarlo. Ése es el camino, sin duda.

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