Sueños esféricos
Juan Antonio Solís
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Sevilla | almería · el otro partido
¿Habrá alguien que invierta dinero en apostar por el Sevilla frente al Borussia Dortmund? Si a José María del Nido le gustasen las apuestas deportivas puede que fuera uno de los pocos que aspostase por su equipo en esa final con mala pinta que asoma como un nuevo capítulo de frustración en Nervión. Porque si algo tiene el racial presidente sevillista es su capacidad para rebelarse ante las contingencias negativas. Pero el Sevilla se ha metido en una dinámica de caída libre en la que todo se le vuelve en contra pese al empuje con el que el rector quiso animar a los suyos en la previa del nuevo batacazo.
Como al perro flaco, las pulgas se multiplican en la epidermis de un equipo metido en la más profunda depresión que se recuerda en años: cinco derrotas consecutivas, la quinta ante el vicecolista de la Liga. De aquí al parón navideño puede quedar definido el año 2011, no tanto en la Liga como en las otras dos competiciones en las que todavía está metido. Porque si parece que este Sevilla es incapaz de empatar siquiera con el líder de la Bundesliga tampoco se le ve muy capacitado para sacar adelante la ida del cruce copero con el Málaga.
Al Sevilla se le ha empinado todo. La suerte le ha dado la espalda, porque si José Carlos se topó con la madera por dos veces nada más empezar, Kanoute falló un penalti después de mucho tiempo sin hacerlo. Y las ocasiones se multiplicaron en la segunda mitad antes de que Piatti sentenciara por dos veces. Los árbitros tampoco están ayudando: el pequeño de los hermanos Teixeira concedió un gol ilegal al Almería. Otra jornada más, el Sevilla fue perjudicado por el colegiado de turno. Pero el mal es de fondo, la planificación de esta temporada, tan discutida en la Junta General, es difícil de defender si no se acude a los éxitos pretéritos; y la gestión de la plantilla tampoco tiene mucha defensa: ¿Por qué se empeña Manzano en seguir sacrificando a Kanoute como mediapunta para condicionar el juego de todo el equipo, para quedarse sin delanteros en el banquillo y tener luego que sacar a Acosta por Negredo como frustrante intento de reacción? Al técnico se le agotan el discurso y las ideas. El único psicólogo que puede levantar esto es Del Nido, pero invirtiendo en el mercado.
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