Llegó el día de la verdad. Ahora, después de 32 jornadas y con el objetivo del play off al alcance de la mano, echar la mirada atrás sólo debe servir para poner en valor la grandísima temporada realizada por los chicos de Aíto García Reneses, el equipo más joven de la Liga que ha hecho disfrutar con su juego a los aficionados de toda España. Pero son ahora los suyos, sus fieles, los de San Pablo los que no pueden fallar dándoles todo su apoyo en el día clave; en el partido que bien puede valer una histórica clasificación para la lucha por el título que debería ser un reconocimiento al esfuerzo de un conjunto al que en verano apenas se le pedía la salvación. La permanencia se le ha quedado pequeña a la ambición de los cajistas, imparables cuando deciden defender y volar sobre el parqué, que con un triunfo esta tarde podrían hacer el sueño por fin realidad.

Que con 17 victorias ya conseguidas, que haya que pedirle una más al Cajasol resulta casi injusto. Pero así es. Falta una para certificar lo que en un principio era una ilusión, después un sueño que se convirtió en reto y ahora es un objetivo: el play off. La ilusión de la plantilla, el club y la grada debe ser una para empujar al equipo ante un Joventut que también apura sus opciones para alcanzar la misma meta. Las matemáticas son claras: ganando, el Cajasol sería ya, como poco, octavo; también serviría una derrota por menos de nueve puntos, la ventaja con la que se impuso en Badalona en la primera vuelta; mientras que un tropiezo por más puntos lo aplazaría todo para la última jornada, en la que los sevillanos visitan el Palau Blaugrana y los verdinegros reciben al Valencia. También mantiene alguna posibilidad el Guipúzcoa, que jugará el martes en la capital de España ante el Real Madrid porque el equipo blanco está en Milán disputando la Final Four de la Euroliga el fin de semana.

Para no hacer cuentas lo más fácil es ganar. Pero será complicado, ya que enfrente estará otro de los conjuntos revelación de la temporada que aún cuenta con opciones de meterse entre los ocho primeros. Es como una final para ambos, aunque la derrota de la semana pasada de la Penya en casa ante el Estudiantes significó un paso atrás decisivo y un golpe moral que los hispalenses debe aprovechar para rematar la faena en San Pablo.

El Joventut tiene una plantilla corta que el catalán Salva Maldonado está exprimiendo al máximo. De hecho, tres de sus puntales rebasan la treintena de años: Savane (35), Miralles (32) y el ex cajista Kirksay (34), el más valorado del equipo con 14,5 puntos, pero se mantienen incombustibles en este final de campaña, para guiar a los más jóvenes como Vives (20), Llovet (23), Shurna (24) o Joseph, uno de los peligros en el perímetro que habrá que vigilar para que no tenga su día como le paso al colegial Kuric.

Saber controlar el encuentro, no volverse loco con los fallos propios y cerrar bien el rebote aprovechando la mayor altura, será indispensable para que los de Aíto se lleven el gato al agua en un duelo trascendental, no ya por lo que deportivamente pueda jugarse el club, sino por lo que significa para la entidad en un año en el que la apuesta por la cantera fue ya definitiva con las reservas (de propios y extraños) que ello conllevó en su día. Lo que está claro es que el técnico madrileño, con su ingenio, enseñanzas y motivación, ha sacado lo mejor de cada jugador en las 32 jornadas que se llevan disputadas. Ahora dará una vuelta de tuerca más para demostrar que no siempre pagando se obtienen los mejores recursos, sino que el trabajo de cantera puede dar unos frutos extraordinarios.

Es una pena que la Asociación Española de Entrenadores de Baloncesto sólo tengan en cuenta las victorias para designar al mejor del mes. Seguramente Pablo Laso, Velimir Perasovic, Xavi Pascual o Joan Plaza no tendrían a este joven equipo peleando por el play off, pero a estas alturas a Aíto no le hace falta un reconocimiento así. Pero sí que Sevilla le reconozca su trabajo y el de sus pupilos llenando San Pablo para una final.