Sueños esféricos
Juan Antonio Solís
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Liga bbva
El Sevilla ha caído en un abismo que parece no tener fin. Los hombres de Manzano sufrieron ayer ante el Almería su quinta derrota consecutiva y evidenciaron que el horizonte que se les presenta no puede ser más negro. Nada le sale bien a los blanquirrojos, ni siquiera la posibilidad de materializar un penalti bien prontito, concretamente a los 20 minutos, para tratar de enderezar algo la cosa, pero el edificio se tambalea por la sencilla razón de que no tiene unos cimientos sólidos, de que todo parece estar en el aire en estos momentos. Lógicamente, la consecuencia no puede ser otra que perder un partido detrás de otro.
Ayer tampoco fue una excepción. Porque este Sevilla está mal confeccionado desde el verano y no existe ni una referencia clara en el medio para darle todos los galones, para que sea capaz de echarse al resto del equipo encima y tirar de él. Por hablar de los dos refuerzos que llegaron para esa zona, si Guarente está varado por una lesión que era más que previsible a tenor de los informes médicos pertinentes, Cigarini aparece y desaparece sin que el hecho de que esté o no esté le afecte a absolutamente a nadie, y peor aún ni siquiera al equipo en sí. Nos topamos, entonces, con una búsqueda que ya casi se empieza a asemejar a la del Santo Grial, la de hallar una pareja de medios centro capaz de equilibrar aquello, capaz no sólo de sumar, también lo más fácil, que es restar.
Pero no, de la probeta en la que Manzano echa los componentes que él estima oportunos, jamás sale la fórmula magistral, siempre aparece un humo inquietante en el momento menos pensado para evidenciar que aquello no está bien combinado. Tal vez porque todo comienza a ser fruto de un experimento con escasa base, con la única intención de "a ver si esta vez acertamos". El técnico jiennense, pues, ideó su enésima combinación de las piezas en el medio y le dio la responsabilidad a los más veteranos, a Zokora y Renato, dos futbolistas con un prestigio ganado a pulso, pero con un físico que empieza a estar limitado por una razón u otra. Nada, imposible, el Sevilla no fue capaz de tener el mando tampoco esta vez, entre otras cosas porque siempre falta algo, o fuerza o calidad. O las dos cosas al mismo tiempo por la falta de equilibrio del entramado global.
Entre otras cosas porque arriba estaban dos delanteros, Kanoute y Negredo, y éstos tampoco echaron precisamente una mano ni a la hora de ayudar hacia atrás, ni para meterle el miedo al Almería, ni tampoco en la precisión necesaria para retener el balón y permitir que todo el equipo pudiera salir desde las zonas más defensivas. Ni Negredo ni Kanoute fueron capaces de obrar ese milagro y como tampoco son precisamente los dos delanteros más peleones de la Liga BBVA...
Pues la consecuencia es que el Sevilla se planta en el campo con buenas intenciones, es capaz incluso de crear una extraordinaria oportunidad de gol en el minuto 4, con un precioso disparo de José Carlos al larguero en una rosca casi perfecta, incluso dispone de un penalti apenas sobrepasado el minuto 20 para ponerse por delante. Pero jamás transmite la sensación de tener controlada la situación, de ser superior al rival por muy dubitativo que éste pudiera ser, como este Almería que vivía en los puestos de descenso y que llevaba nueve jornadas sin ganar, concretamente desde la cuarta. El Sevilla, este Sevilla al que se le puede aplicar perfectamente el dicho de "al perro flaco todo se le vuelven pulgas", se estrella en un quiero y no puedo antes de que le llegue el momento en el que el adversario lo liquida.
Después de un primer periodo más o menos aseado, más menos que más, bastó con un saque de esquina para que el edificio comenzara a derrumbarse de manera lastimosa. Un cabezazo de Uche salvado por Renato y el único que está atento al rechazo es Vargas para que quede la duda para siempre sobre si aquello entró o no completamente. Aunque tal vez incluso da igual; si no hubiera sido de esa manera, lo hubiera sido de otra, este Sevilla tan frágil, tan carente de futbolistas con capacidad para liderarlo, está condenado a hundirse en el primer proyectil que le lanzan.
Después llegaría alguna acción digna de elogiar, como esa escapada de Negredo en lo único que hizo el vallecano de verdadero mérito, pero con eso tampoco basta, entre otras cosas porque el Almería superó el haber de los locales en lo que a oportunidades claras de gol se refiere.
Pero el Sevilla, ni perdiendo, ni empatando, es capaz de dar un golpe de timón para variar una situación harto preocupante. Piatti se encargó de liquidarlo en un excelente final, pero la verdad es que el equipo de Manzano lleva ya un tiempo en estado vegetativo. No se trata de utilizar palabras más fuertes de la cuenta, pero el Sevilla, este Sevilla que combina Manzano con lo que le han puesto a su disposición, transmite la cruel sensación de haber entrado en una situación irreversible.
Árbitro: José Antonio Teixeira Vitienes H (cántabro). Es imposible que su asistente viera con nitidez la jugada del primer gol. Ni la televisión lo aclara.
Tarjetas: Roja Alexis (89'). Amarillas Zokora (8'), Vargas (20'), Palop (31'), Alexis (42'), Juanma Ortiz (63'), Jakobsen (74') y Alexis (89').
Goles 0-1 (48') Vargas. Córner por la izquierda del ataque del Almería, cabecea en primera instancia Uche, saca Renato y el nuevo remate de Vargas lo despeja otra vez Renato, pero el asistente da gol en una acción muy dudosa. 0-2 (84') Piatti. Balón suelto que se queda Piatti ante Cáceres, se hace sitio de tacón y lanza un durísimo disparo con la izquierda que entra tras tocar en el larguero. 1-2 (83') Kanoute. Jugada de Acosta por la derecha con pase paralelo a la línea de gol para que empuje con la derecha Kanoute completamente solo. 1-3 (90') Piatti. Falta de estrategia sacada hacia Crusat, que centra y bello taconazo de Piatti.
Incidencias: Decimoquinta jornada de la Liga BBVA, estadio Ramón Sánchez-Pizjuán, unos 35.000 espectadores.
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