El ascenso del Granada no se consiguió en Elche
Alejandro Aguilera
Hay unos pocos cientos de granadinos que guardarán siempre un lugar privilegiado en su memoria para el año 2011. En realidad toda la ciudad y su provincia, incluidos aquellos a los que el fútbol no les dice nada, rememorarán con alegría lo que aconteció con el Granada CF en el mes de junio. Y no sólo el ya mítico partido de la noche del día 19, aquel gol de Ighalo, marcado por el nigeriano con un suspense insoportable, y que en realidad lo marcamos todos en el Martínez Valero de Elche. También la eliminatoria anterior contra el Celta, la prórroga, la tanda de penaltis interminable e incompatible con las cardiopatías, aquel Roberto, aquel Michu… aquel final inusitado que venía a confirmar que, en efecto, era el momento del Granada. Que, aunque se hubiera demorado durante 35 años, existía. Aunque todos lo viviéramos con la ilusión de un crío, para los pocos cientos reseñados al principio fue si cabe más especial, más suyo. Y es que sin la cabezonería, el sentimiento profundo y el compromiso con el que sólo unos pocos defendieron a capa y espada al club rojiblanco en los muchos momentos que rozó su desaparición, jamás habría podido ocurrir aquello que nos hizo tan felices en el mes de junio.
Sin ellos no habría sido posible y, claro, también sin Quique Pina y Gino Pozzo, los dos artífices del profundo cambio que ha experimentado el fútbol más representativo de toda una provincia en los tres últimos años. Ellos, individuos solventes ambos y expertos en la industria futbolística, apostaron a un caballo teóricamente no ganador y consiguieron unos resultados incontestables para el poco tiempo que necesitaron. El año 2011 fue el que vino a poner la guinda al trabajo, pero no sólo por los éxitos en el terreno de juego, sino fundamentalmente por haber conseguido responder a los requisitos legales exigidos para poder participar en el fútbol profesional. Y, sobre todo, haber hecho de lo que había una Sociedad Anónima Deportiva (SAD), algo inaudito e impensable antes de su llegada.
El camino hacia el saneamiento de la entidad comenzó poco antes. Ignacio Cuerva comandaba un grupo de trabajo que se antojaba como el último recurso que le quedaba al club para su supervivencia. Sin él y todos los que colaboraron, la entidad habría fenecido por inanición. Fue Cuerva quien anunció el ingreso del Granada CF en concurso de acreedores y con el que, en efecto, el club llegaba a un trámite definitivo con sólo dos posibles finales: la liquidación o el saneamiento. Aquello ocurría el 16 de octubre de 2009. Aproximadamente un año y medio después, el 1 de abril de 2011, se daba el paso definitivo para salir con éxito del proceso concursal, con la firma del convenio con los acreedores, auspiciado por el juez Blas Alberto González, quien pocas semanas después firmaría el cierre definitivo del proceso. Pero tan exitoso final, logrado con el dinero de Pozzo y con la habilidad negociadora de Pina, sólo era una meta volante, pues aún debía desembocar en la constitución de la SAD.
Existía una dificultad añadida que podía echar por tierra la inversión y, en consecuencia, el futuro del club. Para reconvertirse en SAD, el Granada CF debía ceñirse al capital social mínimo fijado por el estado, basado en una operación aritmética con la deuda del club como base multiplicadora. Si el juez no hubiera aprobado, en pleno proceso concursal, una operación de venta de derechos de futbolistas a una sociedad de los Emiratos Árabes -previamente validada por la asamblea de socios del Granada CF-, Pina y Pozzo no habrían podido seguir adelante, lo que convertía en inútil toda la inversión que ya habían desembolsado. El caso es que aquella operación, que reducía la deuda del club, fue autorizada, lo que hizo que se pudiera asumir por parte de los inversores el desembolso para la constitución de la SAD. Fue el 2 de agosto de 2011 cuando se firmó la escritura pública de constitución de la entidad Granada CF SAD, ante el notario Alberto García Valdecasas. El Granada CF ya había subido a Primera varias semanas antes, en el campo, pero eso no lo era todo. No fue hasta la constitución en SAD cuando pudo validarse el éxito deportivo.
El ascenso del Granada CF terminó de revitalizar la ilusión de toda una ciudad y su provincia, que ya se había iniciado en 2010 con la consecución del ascenso a Segunda A. La llegada de Pina había despertado a muchos aficionados que llevaban años sin acudir al estadio, y generó la simpatía de otros muchos a los que el Granada CF nunca les había interesado. Es por eso que Los Cármenes presentó durante toda la campaña en Segunda llenos casi continuos, pero no fue hasta el ascenso a Primera cuando se comprobó la verdadera fiebre por el fútbol que había nacido.
Las relaciones de Pina con el Ayuntamiento quedaron prácticamente rotas en el momento en que el dirigente no obtuvo de los políticos los compromisos y las subvenciones que estimaba que necesitaba para seguir adelante. Sin embargo, el volumen de lo ya desembolsado era muy importante y tanto el murciano como Pozzo tuvieron paciencia, aguantaron y, finalmente, comprendieron que era mejor seguir de la mano, contentarse con lo que les fuera ofrecido, que no romper definitivamente. Así, al menos el club obtuvo la ampliación provisional del estadio, con lo que pudo ingresar más que si Los Cármenes hubiera seguido albergando 16.500 asientos. Con la ampliación se ganaron 6.000 localidades y se pudo alcanzar la cifra de 15.500 socios, aunque tuvo que mediar un sorteo ante la avalancha de peticiones que se registró. De haber dispuesto de un recinto adecuado, el club podría haber doblado perfectamente su número de abonados.
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