Betis Baloncesto

Javi Carrasco: "Ahora entiendo mejor que hubiera gente que no se alegrara del triunfo en Melilla"

  • El técnico sevillano considera que el Betis Baloncesto no fue justo con él, porque no le dieron "tiempo ni los recursos necesarios"

  • Los continuos vaivenes en la plantilla le impidieron trabajar en un ambiente en el que se sintió muy solo

Javi Carrasco da instrucciones en un clínic para entrenadores en el que participó como ponente.

Javi Carrasco da instrucciones en un clínic para entrenadores en el que participó como ponente. / M.G.

Ha estado en Alemania empapándose del trabajo de un gran club como el Alba Berlín, ve todo el baloncesto que puede por televisión, Internet o en directo, pero no ha visto al Betis Baloncesto desde que hace dos meses fuera cesado en el cargo del club en el que pasó –y casi dio– su vida. Javi Carrasco (15-11-1978, Sevilla) aceptó entrenar al cuadro verdiblanco tras el descenso de ACB. Era su primera aventura como entrenador principal y tuvo que adaptarse a un cúmulo de circunstancias que acabaron por engullirlo, sin oportunidades ni paciencia. Incluso de una mala experiencia saca un aprendizaje cara a un futuro en el que mira al extranjero para abrirse nuevas puertas y seguir con su carrera.

–Hace dos meses desde su destitución. ¿Qué está haciendo?

–El tiempo pasa rápido. Ahora, sobre todo, aprovecho para ver mucho baloncesto de muchas ligas, trato de ordenar un poco mis ideas y repasar cosas. Supongo que el trabajo normal que hacemos los entrenadores en estas circunstancias y, por supuesto, disfruto de estas fechas con mi familia de una forma distinta, seguramente más intensa que nunca después de trabajar en el baloncesto profesional 18 años seguidos.

–¿Le ha dado muchas vueltas a su destitución?

–Es imposible no hacerlo. Siempre le das vueltas a qué podrías haber hecho distinto o qué podrías haber hecho mejor, pero sobre todo me lo tomo como un aprendizaje. He aprendido mucho de unas circunstancias tan duras y tan cambiantes en tan poco espacio de tiempo. Aprendí a adaptarme a las circunstancias, pero no pienso mucho más porque ha sido algo desagradable y trato de no darle vueltas a la cabeza a cosas que se escapaban de mi control.

–Desde el verano ha vivido en una montaña rusa.

–Así es. No han sido unas circunstancias normales para trabajar. En verano apenas trabajamos con una plantilla completa, durante la liga tampoco con los lesionados y fichajes llegando con la temporada empezada, no hicimos casi pretemporada por todo ello y cuando fui destituido incluso veníamos de una semana con tres partidos en los que acaban de llegar tres jugadores nuevos en los que no pudimos entrenar. Y aun así competimos en todos los partidos

–Y encima con lesionados como Almazán o Pacheco, jugando con un solo pívot y tirando de canteranos.

–Eso es. Tiro de canteranos porque no había más y, porque después de trabajar muchos veranos a su lado creo en ellos; en darles una oportunidad como me la dan a mí. Más allá de los problemas, la experiencia me dice que en una competición profesional la pretemporada es clave y no pudimos hacerla. Empezamos la liga estando de pretemporada, entrenando con cinco o seis jugadores de la primera plantilla. Y luego las lesiones, porque nos olvidamos también de Magassa, otro de la línea exterior.

–Y se sigue fichando... ¿Se pregunta por qué no le dieron estos refuerzos a usted?

–No me paro a pensar en eso. ¿Para qué? Los nuevos dueños del club llegan cuando llegan, a días de empezar la liga, y no hay tiempo para más. Las circunstancias fueron así. Yo eso lo puedo entender, lo que no comparto ni entiendo es el poco tiempo que me dieron para intentar sacar lo mejor de esa plantilla con los fichajes que seguían llegando. Me hubiera gustado tener tiempo para intentar sacar lo mejor de la plantilla y poder trabajar en una circunstancias normales.

–Es verdad que el balance no era bueno (1-5), pero nunca se le cayó el equipo. ¿Cree que con todos estos fichajes lo hubiera sacado adelante?

–Creo que sí, pero no me dejaron demostrarlo. En todos los partidos competimos y tuvimos opciones y eran rivales que ahora están todos en la zona alta. Creo que, dadas las circunstancias, no se valoró el trabajo en la justa medida.

–¿Ha cicatrizado ya la herida?

–He estado 13 ó 14 años con el primer equipo, 18 con el club. La verdad es que todo esto me ha dolido mucho sobre todo por las formas y por los tiempos. Porque si se dijese que trabajé en unas circunstancias más o menos normales asumo la decisión de destituirme y no hay ningún problema, pero las circunstancias y los tiempos no los entiendo. Sólo seis partidos, sin pretemporada, con la plantilla coja, lesionados, con tantos cambios y sin tiempo para entrenar.

–Da la sensación que desde la llegada del nuevo propietario tuvo una espada de Damocles en la cabeza. ¿Se sintió realmente arropado?

–Las circunstancias siempre fueron cambiantes y lo cierto es que no hubo en mi etapa la estabilidad que requiere un equipo profesional. Sinceramente hubo momentos en los que no sentí respaldo y me sentí bastante solo. Algunas cosas, es cierto, pueden ser más o menos subjetivas, pero hay aspectos objetivos, tangibles, como el estar únicamente con un ayudante. Esas cosas las perciben los jugadores y me vi cada vez más solo. Ahora entiendo que tras conseguir en Melilla el primer triunfo hubiese gente que no estaba contenta. Si hubiésemos perdido me habrían destituido. Ganar en Melilla fue algo muy importante y yo no percibí esa alegría en algunas personas.

–Armando Guerrero explicó los motivos del club de la destitución y fue demasiado duro.

–Me llegaron sus palabras y yo creo que sus declaraciones no se ajustan a la realidad, pienso sinceramente y sobre todo no son justas. Ellos tenían la decisión tomada mucho antes, son los dueños y pueden tomar las decisiones que crean, pero creo que intentar justificarlo de esa manera y hacer ese análisis no me parece en absoluto que fueran ajustadas.

–¿Y Carlos Lazo? ¿A qué le sonaba eso de que "si Javi nos lleva a la ACB dirigirá en la ACB"?

–No solo me pareció desafortunada e injusta la rueda de prensa del director deportivo, también pienso así sobre las declaraciones de Carlos Lazo sobre el ánimo y situación del vestuario. En ningún momento percibí nada así, en el día a día, a pesar de las derrotas, que eran duras porque, incluso e esas circunstancias, la victoria había estado al alcance en todos los partidos. No creo que un vestuario desunido compita o remonte parciales como hacíamos. En cuanto a lo otro era lo justo si subo al equipo, pero no sé si querían que lo subiera.

–¿Le ha dolido el trato recibido?

–Sí, También estoy dolido porque en estas situaciones, cuando te destituyen, mereces respeto, especialmente si tu trabajo ha sido serio y honesto. Me hablaron de la posibilidad de seguir vinculado al club en otro cargo o faceta, y luego no ha habido más noticias, ni han atendido a mi agente. Creo que no es la manera de tratar a un profesional que se ha entregado durante muchos años.
–¿Entendió que en una semana se pasó de un proyecto low cost a hablar de ascenso?

–Es más de lo mismo, circunstancias muy cambiantes. Se pasó de un extremo a otro. En verano se me presentó un proyecto que me ilusionaba, apostando por canteranos y jugadores con ganas de crecer. Fue duro desde el inicio y trabajamos mucho. Los que estábamos trabajábamos muy bien. De pronto se paró la planificación, dejamos de fichar y a días de empezar la liga llegaron los nuevos dueños. Yo no soy quien para decir qué objetivo debe plantear la dirección del club, pero era irreal en ese momento por plantilla y las circunstancias.

–¿Ha sido ésa la clave de todo?

–Puede que los dueños no se adaptaran bien desde la competición mexicana ala española. Yo creo que en baloncesto, como en cualquier otro deporte, hay un factor suerte, pero al final se suele imponer la lógica y si tú la plantilla no la tienes bien definida desde el principio, si tienes que hacer cambios sobre la marcha, si tienes problemas de lesiones, lo normal es que necesites un tiempo adaptación. Si no tienes tiempo para entrenar y si no tienes cierta estabilidad lo normal es que las cosas no salgan bien. Y lo digo desde la experiencia, no desde el dolor o el rencor.

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