25 años del España-Malta

Del luto a la fiesta en el Villamarín

  • Un año de desgracias finalizó con una de las escasísimas alegrías futbolísticas de varias generaciones hasta el aldabonazo de la pasada Eurocopa · Miguel Muñoz hizo célebre ese "Sevilla tuvo que ser".

Sonó el teléfono en el vestuario del Villamarín: “Miguel, enhorabuena y gracias porque el país estaba necesitado de una alegría como ésta”. Así le agradecía Felipe González al seleccionador nacional el memorable 12-1 infligido a Malta en el campo del Betis con el que se lograba el pasaporte para la Eurocopa a celebrar en Francia el verano siguiente. De lo que puede calificarse como una de las grandes cimas de nuestra selección se cumplen 25 años en este penúltimo domingo del año. Hasta el gran triunfo en la pasada Eurocopa, de lo poco para recordar que han presenciado generaciones y generaciones.

Llovía en todos los sentidos en aquellos coletazos de un año que se había llevado por delante a Rumasa, que había sido el de la aparición del compact disc y en el que Athletic Club paseaba la Liga por la ría. Fue también el año de la boda en el Gran Poder del torero Paquirri con Isabel Pantoja o el del divorcio de los duques de Cádiz. Ese 1983 murieron el boxeador Jack Dempsey, el payaso español Charlie Rivel, el actor británico David Niven o ese aragonés universal que fue Luis Buñuel.

Era un año que se hizo especialmente astifino enese diciembre que anunciaba el España-Malta en el estadio Benito Villamarín, que así era como se llamaba el campo de un Betis presidido por Gerardo Martínez Retamero y entrenado por Pepe Alzate. En la otra parte de la ciudad estaba Eugenio Montes Cabeza en los últimos meses de su presidencia y entrenaba al Sevilla el carismático y eficiente Manolo Cardo.

Ese diciembre lluvioso hasta la exasperación se enlutó con varios sucesos tremendos en Madrid. En dos accidentes en Barajas fallecieron casi trescientas personas, mientras que todo el país se conmovía el sábado 17 con el incendio de Alcalá 20, una discoteca que se convirtió en ratonera para 78 veinteañeros. Por lo tanto, la cita futbolística en Heliópolis, a la par que como misión casi imposible, se anunciaba en medio de un ambiente de tristeza generalizada.

Llovía de forma inmisericorde y eso contribuía a entristecer más lo que rodeaba a ese tremendo compromiso. El pesimismo iba en aumento, pero un hombre se mantenía al margen de esa corriente: el seleccionador nacional, Miguel Muñoz. España tenía que derrotar a Malta por once goles de diferencia para ganarle a Holanda el average. El sábado 17 Malta recibe a Holanda en terreno neutral, en Aquisgrán, y los holandeses golean con un 0-6 que obliga a España a una diferencia de once goles.

Vicente Miera, segundo de Muñoz, ha espiado a los malteses y llega a la concentración de Oromana con la sensación de que se le pueden hacer once goles a Malta. Coinciden estos informes con la lesión de Ricardo Gallego, lo que obliga a Muñoz a convocar al barcelonista Víctor, a la postre titular y elemento determinante en la proeza. A medida que el partido se acercaba crecía el optimismo de Muñoz: “Once goles casi no da tiempo en fútbol, pero una cosa es segura, la de que sólo se llega a esa cifra si es obligado hacerlo; si no, se levanta el pie del acelerador”.

A la hora de la verdad hizo falta un gol más por culpa de aquel churro que De Giorgio le hizo a Buyo. Hicieron falta doce en el portal del atribulado Bonello y cayó la docena para que el recordado e irrepetible Miguel Muñoz la resumiese en un “Sevilla tuvo que ser” que le musitaba al oído a todo el que le abrazaba. 25 años ya y la verdad es que entonces, en aquel tenebroso 1983 necesitaba España una alegría como esa.

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