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Con la mente puesta en un ocho mil

  • Jorge Vázquez Corripio. Alpinista embarcado en la expedición Makalu Andalucía 2008

El Makalu es la quinta cima más alta del mundo, con 8.463 metros y una de las 14 montañas con más de 8.000 metros. Está localizada en el Himalaya, muy cercana al Everest, y marca la frontera entre Nepal y el Tíbet. Ascenderlo es el próximo reto de Jorge. En un principio la compañía se presagiaba numerosa, pero con el tiempo los acompañantes fueron mermando. Al final, esta aventura Jorge la llevará a cabo junto con otros dos compañeros: el malagueño Manuel González y el granadino Fernando Fernández-Vivancos.

La odisea comienza el próximo 9 de abril, esperando volver el 6 de junio. La tarea se presenta ciertamente complicada, ya que las inclemencias meteorológicas que se dan en la zona suponen un gran impedimento para realizar la expedición con éxito. "La ascensión cuenta con varias zonas de dificultad. Antes de llegar al collado tiene una pared de hielo muy complicada de superar. Y cuando piensas que ya no queda nada y estás arriba te encuentras con una arista muy aérea con unos precipicios enormes a los lados que, con las fuerzas al límite, te pueden condenar", afirma este sevillano entre la emoción y la prudencia.

A todo esto hay que añadir los problemas respiratorios que se producen a una determinada altura y los fuertes vientos que se producen que "pueden desequilibrarte y tirarte de la montaña".

Pero el camino que debe recorrer un alpinista para afrontar un ocho mil no es un camino de rosas. El estado físico es primordial, pero más aún el mental. "Está claro que sin una buena preparación física es imposible, pero a veces el estado mental es, incluso, más importante". "Hay que superar un sufrimiento brutal y si no tienes la mente preparada no coronas", comenta Jorge.

En sus inicios, Jorge ascendía cotas menos emblemáticas junto a uno de sus primos, al que considera culpable de su afición. "Comencé a subir en Sierra Nevada, como casi todos los principiantes de este deporte, junto a un primo. A él le debo que me acercase a este mundo". Posteriormente, se centró en los Alpes para concluir con ascensiones en el Himalaya.

De la próxima ascensión habla con sumo respeto. "Se trata de una cumbre puntiaguda, en la que sólo caben una o dos personas. Por ello, los últimos metros se hacen, aún, más complicados".

La lista de coronaciones de este sevillano es sorprendente. Mont Blanc, el Toubkal en la Cordillera del Atlas en Marruecos, el Kilimanjaro (Tanzania), el Monte Kenia (Kenia), el Huayna-Potosí, el Pequeño Alpamayo y Illimani en Bolivia y el Cotopaxi en Ecuador. Y así, decenas y decenas de ascensiones por los Alpes y las tierras de Asia.

Desde 2003 -exceptuando la del G-1 en 2005- , Jorge no se embarca en una aventura de tal calibre. No obstante, la ascensión no terminó con buen fin. El K-2 (segunda montaña más alta del mundo con 8.661 metros) era el objetivo. "Las condiciones que nos encontramos fueron malísimas y cuando estábamos a punto de coronar tuvimos que volvernos. Fue una lástima porque abandonamos a 8.200 metros de altitud".

Jorge relata la expedición al K-2 como una de las más dificultosas en su progresión como alpinista. "Afrontamos la bajada al límite, es una montaña que obliga a estar continuamente en tensión y eso, desgasta".

Pese a las trabas que presentan las montañas, Jorge admite que el resultado del trabajo bien hecho es la mejor recompensa, aunque reconoce las pocas ocasiones de las que dispone para practicar alpinismo. "En la cumbre sientes una euforia enorme, desmedida. Es una satisfacción gigantesca, tú y el grandioso paisaje a tus pies. Por cuestiones de trabajo no puedo dedicarle el tiempo que me gustaría", concluye.

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