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Un oro con sabor a juventud

  • El sevillano Álvaro Romero se hizo con el título de campeón del mundo de peso ligero sin timonel en tierras italianas con apenas 19 años .

Álvaro Romero consiguió hace una semana coronarse como campeón del mundo de remo en la final de 2.000 metros de peso ligero sin timonel disputada en Varese (Italia) junto a sus tres compañeros de embarcación, el gallego Jaime de Haz y los vascos Imanol Garmendia y Ander Zabala.

El sevillano, subcampeón del mundo júnior en 2011, se deshacía así del mal sabor de boca que le dejó el cuarto puesto de la pasada cita mundialista en Linz (Austria). Desde que empezase hace ocho años a competir en este deporte ha disputado varios Mundiales, pero ninguno como éste, en el que al final obtuvo recompensa el duro trabajo del K-4 español. "Esta cita fue algo increíble para mí, sobre todo porque allí era de los más jóvenes de mi categoría", explicó el remero del Náutico Sevilla.

Sobre su máximo rival en esta competición, el barco italiano formado por varios campeones del mundo, Romero reconoció que en un principio los "temían", pero también que estaban convencidos de ir a por todas para ganar. En la final fueron remontando posiciones durante los primeros minutos hasta situarse a la cabeza, dominando así la casi totalidad de la prueba. Italia se conformó al final con el tercer puesto por detrás de los británicos.

Al recordarlo, el joven de 19 años confesó que "fue algo muy grande que no se puede pagar con dinero". Su familia, que se trasladó con él a Varese, "se emocionó mucho con el triunfo. No se lo podían creer". Lógico, teniendo en cuenta la tradición familiar de este sevillano en este deporte: "Mis padres fueron también remeros".

Para sus compañeros de selección, concentrados este año en Sevilla, sólo tiene palabras de agradecimiento: "No estarán conmigo el año que viene porque pasan de categoría, pero quiero agradecerles todo lo que me han ayudado a mejorar y a madurar".

Con respecto al curso pasado, esta embarcación entrenó prácticamente todos los días, provocando que partiese a tierras italianas con mucha más confianza que en otras ocasiones. "Es un deporte muy sacrificado. Dedicamos 15 sesiones a la semana, es decir, entrenamos dos o incluso tres veces al día", explica Romero.

Esta sacrificada actividad ocupa gran parte de su tiempo, pero ha podido compaginarla con el módulo de Conducción de Actividades Físico-Deportivas en el Medio Natural. También juega cuando puede al fútbol, su otra pasión, por la que empezó a entrenar en el Náutico antes de decantarse por el remo. "Cuando deje de remar, me gustaría dedicarme al mundo del fútbol", revela.

"Sevilla es el mejor sitio para remar", afirma Romero, aunque reconoce que la existencia de varios clubes en la zona y el paso de barcos de pasajeros "dificulta a veces el entrenamiento de los deportistas". Fuera es muy distinto. Por ejemplo, el lago donde compitieron lo considera "mejor que el Guadalquivir, al no haber nadie que moleste ni apenas viento".

Romero tiene muy claro cuál es la virtud que lo ha llevado al éxito: "La competitividad. Siempre quiero ganar en todo. Y si no gano, lo intento hasta conseguirlo", aunque admite que para un remero de élite lo más importante debe ser "la mentalidad y la paciencia", ya que a veces ser demasiado competitivo "te lleva a hacer locuras que no benefician".

La próxima cita del hispalense será la regata Sevilla-Betis en noviembre. "¿Yo? En el equipo sevillista", afirma. A nivel de clubes, la competición más importante será el Campeonato de España de larga distancia, pero, sin lugar a dudas, "el certamen principal del año es siempre el Mundial".

Tras conseguir el oro, el máximo objetivo a largo plazo de Romero es participar en unos Juegos Olímpicos: "A Río 2016 será muy difícil poder ir, porque aún seré sub 23, pero sí me planteo estar en los Juegos de Tokio 2020".

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