Así se las ponían a Fernando VII (59-79)

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El Cajasol abusa de un disminuido y duro rival con una gran segunda parte.

Foto: ACB Photo
Juan De La Huerga / Badalona

23 de enero 2011 - 21:02

Así se las ponían a Fernando VII. La historia procede de la afición, no el virtuosismo, del monarca en el juego del billar. Los adversarios, cuando el rey se distraía, movían las bolas para que dispusiera de golpes más cómodos y anduviera de mejor humor. Así se las pusieron ayer al Cajasol en Badalona, aunque de buen humor no acabó nadie, por mucho que los sevillanos acabaran con la racha de cuatro derrotas seguidas en la Liga, porque el lamentable espectáculo final fue propio de canchas de otras latitudes, con un hincha lanzando una silla desde un palco VIP como protesta por el arbitraje, el entrenador del Joventut, Pepu Hernández, descalificado en el descanso por dirigirse de forma airada a los trencillas, con su ayudante, Pep Clarós, pidiendo a sus jugadores contacto y más contacto perdiendo por un puñado y con la afición enfadadísima.

La victoria, al saco, aunque fuera de una manera triste, pero es verdad que el Joventut, por circunstancias o no, dio muchas facilidades. A los lesionados se le unieron fallos de concentración, descalificación de su entrenador, tres (justas) antideportivas y que el Cajasol comprendió en el segundo tiempo que este choque no se le podía escapar. Tal como ocurrió.

En la gélida mañana en Badalona, los lectores de prensa se despiertan con la noticia de que English se ausentará por una lesión de muñeca durante tres o cuatro meses; es decir, en el Joventut dan como favorito al Cajasol, pues Pepu Hernández dispone en la plantilla de 12 jugadores con ocho canteranos ante las bajas del canadiense, de Norel y de Flis. Y, lo que es aún peor, el club está en concurso de acreedores. Con el segundo asunto importante abre su edición La Vanguardia: el gobernador del Banco de España insta a convertir las cajas de ahorros en fundaciones... ¿Qué ocurrirá con el baloncesto de élite en Sevilla llegado el caso? Economía y deporte de la mano.

En fin, tocaba jugar en el Olímpic. Y las primeras impresiones fueron no malas, pésimas. Con un equipo corajudo pero con lo mínimo indispensable para competir en la ACB (McDonald, Hosley, Robinson y Trias), el Joventut tiró de ímpetu y de tesón en el rebote ofensivo para mandar casi de cabo a rabo en el primer tiempo.

El Cajasol, acogotado quizás por su infortunio como foráneo o presionado por tener que vérselas con un grupo plagado de mozos, no de enteró de casi nada en el cuarto inicial, mejorando sus prestaciones, mayormente en defensa, en el segundo. Hosley le hizo un roto a Kirksay y se fue hasta los 10 puntos en siete minutos. Hubo varios empates, pero el alero de la Penya empujó y toda la tropa de infantes verdinegros fue tras él.

La grada, con menos gente de lo habitual, vibraba por la garra de sus críos hechos ayer hombres. Hasta siete puntos de ventaja tuvo el Joventut en dos ocasiones, anotando cómodamente merced a sus siete capturas en el aro visitante en una decena de minutos. Jelinek, paisano de Satoransky, devolvió los siete de margen con un triple al borde del bocinazo: 24-17.

Cargado el base cajista con dos faltas y con Popovic más pendiente de la salida por la esperada vuelta de Calloway en unos días, Plaza recurrió a Kirksay, también con un par de personales a sus espaldas, como director. Gracias a Dios se afeó el partido, sumando sólo ocho puntos los locales en el cuarto. Sastre acercó a uno, Pepu pidió tiempo y la Penya, con Franch dando pases de fantasía, siguió firme y aprovechando que el Cajasol reboteaba cual cordero en su canasta.

Pero al fin despabilaron los exteriores cajistas. Bullock llevaba una tarde horrorosa y afinó al filo del intermedio con cinco puntos, los mismos que Urtasun, valiendo esta decena para voltear la situación: 32-35. El Cajasol se recuperaba y la hinchada verdinegra pedía la cabeza de los colegiados, lo mismo que debió hacer Pepu en el camino a los vestuarios, siendo descalificado el técnico madrileño. Por tanto, el tercer parcial comenzó con cuatro tiros libres para Bullock.

Hablando en la previa de frío, el partido estaba muy caliente. Pero mucho. El desquiciamiento de parte de los seguidores se trasladó a los jugadores locales y el Cajasol, tirando de oficio y tranquilidad, dejó que Badalona al completo se cebara con los colegiados para dictar sentencia. Había partido, claro con un triple de Hosley en el minuto 27, pero la diáfana antideportiva de Pere Tomàs a Urtasun desató las hostilidades catalanas para alegría de los hispalenses.

Estuvo más de siete minutos la Penya sin anotar y el Cajasol, con un Triguero poderoso atrás y delante, cerró el tercer cuarto con 13 puntos de margen. El banquillo verdinegro pedía sangre, valor, morir con las botas puestas y sus soldados se afanaron en la pelea, pero de forma excesiva y los árbitros prefieron hacerse los suecos en algunas acciones violentas en contra de los visitantes. Manotazos, codazos, defensas ilegales, de todo, pero ya el Cajasol lo tenía todo bajo control con Urtasun, Popovic, Katelynas e Ivanov enlazando canasta para que el Olímpic se convirtiera en un campo de batalla por las quejas de la grada. Fue un paseo militar, stricto sensu de los cajistas, pues alguno temía que finalizara el choque con más altercados. Ganó por 20, fenomenal, pero lo mejor será olvidar esta tarde.

Ficha técnica:

59. DKV Joventut (24+8+10+17): Robinson (8), Pere Tomás (7), Hosley (13), Trias (5), McDonald (8) -equipo inicial-, Franch (10), Jelinek (5), Llovet (3) y Homs (-).

79. Cajasol (17+18+20+24): Satoransky (9), Urtasun (18), Kirksay (4), Katelynas (4), Triguero (9) -equipo inicial-, Popovic (2), Bullock (13), Davis (11), Ivanov (5), Sastre (2) y Cabanas (2).

Arbitros: Arteaga, Araña y Munar. Descalificaron durante el descanso al entrenador del DKV Joventut, Pepu Hernández. Eliminaron por cinco personales a Katelynas (min. 39)

Incidencias: partido correspondiente a la vigésima octava jornada de la Liga ACB disputado en el Palau Olimpic de Badalona ante 5.095 espectadores. Un espectador lanzó una silla a la pista faltando cinco minutos para el final del partido.

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