Deportivo | sevilla · la crónica

Como predicaba H.H.

  • Disparatado Tras tenerlo todo bajo control, a la media hora se enloquecía el partido para beneficio del Deportivo Memorable Fue aparecer Kanoute tras el descanso para que pareciese que quien jugaba con diez eran los locales y no un fantástico Sevilla

Con un hombre menos, como predicaba Helenio Herrera, el Sevilla le daba la vuelta a un partido que pintaba muy mal al descanso. Un gol de Bodipo y una rigurosa expulsión de Maresca tenían la culpa, pero en el intermedio le daba Jiménez cartas de titularidad a Kanoute para darle la vuelta a la noche, al partido y enderezase el curso de unos acontecimientos que se habían torcido. El francés no marcó, pero asistió a Luis Fabiano y a Renato, además de generar la jugada de Jesús Navas que culminaría Diego Capel para un 1-3 concluyente y brillantísimo.

Amaina el frío a la hora en que el Sevilla afronta el segundo de sus compromisos con los gallegos del Deportivo. Llega este partido de Liga emparedado entre los dos asaltos coperos de octavos y aquí ya se toma Lotina la cosa con toda seriedad. Se deja de rotaciones y pone en liza lo mejor que tiene para intentar a un Sevilla poderoso que, lo que son las cosas, llega a esta cita observando cómo el rival se ha convertido, como por ensalmo, en un enemigo directo en la zona alta de la tabla.

Desde la acera sevillista se contempla el panorama con cierta inquietud, sobre todo desde la óptica del técnico. Manolo Jiménez llega a estas alturas de la Liga mirando de reojo al futuro y quejándose de la desgracia que persigue al plantel en el apartado de lesiones. Lo lógico cuando las cosas no fluyen debidamente y hasta siente envidia de que su rival en el banquillo, Lotina, pueda permitirse el lujo de rotar, algo que, según el propio Jiménez, le está prohibido a él.

Hasta muy última hora es duda Kanoute a causa de sus molestias crónicas de pubis, lo que se acompaña de lo del próximo miércoles en este mismo rodeo. El francés no da el O.K. y se queda en el banquillo a la espera de que no haya más remedio que echar una mano… y vaya si la echaría cuando fue menester. Juega el Sevilla con Palop en la portería, defendido por Crespo, Squillaci, David Prieto y Fernando Navarro, doble pivote con Maresca y Romaric más Renato como hilo de conexión con Luis Fabiano para que se abran a los costados Jesús Navas y Adriano.

Todo parece bajo control por parte de un Sevilla que adelanta la línea de presión hasta las cercanías de Aranzubía. Se juega en campo local, el Deportivo se aconcha en las inmediaciones de la media luna y muy al principio tiene Luis Fabiano dos ocasiones bastante propicias para que un futbolista de su talla aproveche alguna. Luego será Jesús Navas el que intenta hacer gol desde lejos y a todo esto vemos al Deportivo haciendo un juego tan directo como previsible y fácil de neutralizar.

Pero todo cambia sobre el minuto 25, más o menos por ese tiempo, y es cuando el Deportivo cambia de fisonomía y de filosofía de juego para basarse en el juego de su interlineado. Lafita, Verdú y Guardado empiezan a intercambiar posiciones y a jugar cortita y al pie para que el Sevilla se vea un tanto a la deriva. La movilidad de esos medias puntas desarbola al centrocampismo sevillista, Romaric no llega a ningún sitio a tiempo, Maresca se descoloca y Renato comprueba que su vocación ofensiva no tiene futuro ante tal estado de cosas.

Y llega el gol cuando peor andan las cosas para el Sevilla, pero en una ocasión que sorprende a todos, especialmente a Palop. Bodipo caracolea dentro del área en busca de posición de tiro y cuando la encuentra larga un balazo raso que el valenciano se traga por el palo que debía cubrir. Es un uppercut que va directo al mentón del Sevilla, un Sevilla que, para colmo de infortunios, pierde a Maresca en una decisión rigurosísima de Rubinos. A una pantalla de Bodipo, el italiano responde con un manotazo para quitárselo de encima. Sorprendentemente, roja directa, un problema más.

Se va al descanso con la noche torcida y el ánimo contrito, pero el fútbol, se guarda muchas sorpresas y la que va a sobrevenir junto a la bahía de Orzán es de órdago a la grande. Jiménez recompone el equipo mediante Kanoute en vez de Crespo y el Sevilla mejora espectacularmente. Adriano se va a lateral derecho y se forma un frente de ataque con Navas, Kanoute y Luis Fabiano para que Renato baje unos metros, no muchos.

Y surge la figura mágica de un futbolista portentoso, Frederic Kanoute. Sólo van cinco minutos cuando saca la primera paloma de la chistera en un balón al primer palo que Luis Fabiano engancha de forma inapelable. Ha aparecido una conexión letal, pero el Sevilla no se conforma con el empate, sino que sigue, mediante un esfuerzo extraordinario, en busca de todo el botín. Casi siempre ya a la contra, se ve nítidamente que se está más cerca de un gol visitante que local.

El partido se mete en un ir y venir que no es malo para el Sevilla porque Palop se hace perdonar el error del primer gol con dos paradones fantásticos en el intervalo de un solo minuto. Remates de Sergio, tremendo de fuerza, y a quemarropa de Lopo cuando ya Kanoute había inventado otra asistencia para que Renato pusiese al Sevilla por delante en un gol como calcado del que le dio el triunfo al Sevilla en el Bernabéu.

Y con todo el pescado vendido, Capel haría el tercero a pase de Navas, pero, cómo no, en jugada que nacería de los pies de Kanoute, de ese futbolista milagro que contribuyó poderosamente a cambiarle la historia al Sevilla y, más cerca en el tiempo, la noche de ayer junto al Atlántico. Y como decía don Helenio, con diez mejor que con once.

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