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El último bastión del béisbol

  • El Sevilla Red Sox sobrevive a duras penas en Amate como único equipo de la ciudad. Cuartos en el Campeonato de España Sub-21, fueron los primeros andaluces en jugar la División de Honor.

Bordeando el Parque Amate por la SE-30, hay un magnífico campo de béisbol. Pocos saben de su existencia, sólo cuando van en coche por la carretera y se encuentran con él por sorpresa. ¿Béisbol en Sevilla?, se preguntarán. Lo que no saben es que en los 60 hubo un auténtico boom de este deporte en la capital, gracias a la llegada de militares estadounidenses que fueron introduciendo el béisbol en Andalucía.

Sevilla creó la primera liga y aparecieron equipos como el Medias Rojas, el Instituto de Lenguas Modernas o el Charlie Brown, en el barrio de Santa Clara, donde residían los americanos. En esos años, los hispalenses competían entre ellos o bien con militares de las bases de Rota y Morón. Ahora, sólo uno sobrevive como puede.

El Sevilla Club de Béisbol y Sóftbol, conocido como Sevilla Red Sox, es un club con nada menos que 21 años de vida. Dispone del título honorífico de primer equipo andaluz en jugar en División de Honor y en la temporada 2009/10 fue campeón de la Primera División española. A día de hoy, es el mejor equipo de Andalucía junto al Benamejí cordobés.

La característica principal de este club, junto con su particular nombre en honor a los famosos Red Sox americanos, es la variedad de nacionalidades que forman esta familia. Además de sevillanos, militan en él nicaragüenses, venezolanos y estadounidenses.

Adrián Germán es uno de ellos. Natural de Nicaragua, pero con nacionalidad española, llegó a Sevilla en 2003 con apenas 13 años junto a su familia para buscar una vida mejor. Antes de dejar su hogar, su vida giraba en torno al béisbol, llegando incluso a recibir una oferta que podría haberle brindado la oportunidad de convertirse en jugador profesional. "Mi madre dijo que o todos íbamos a España o ninguno. Cuando llegué a Sevilla me pasé 7 años sin jugar porque no sabía que aquí existía un equipo de béisbol. Poco a poco, con el boca a boca y relacionándome con gente de mi país, pude conocer al Sevilla Red Sox", recuerda pelota en mano antes de un entrenamiento.

La integración fue difícil porque en esos años "aún era raro ver a un morenito en Sevilla que no fuera marroquí o subsahariano", pero el deporte le hizo encontrar una nueva familia: "Me quitó de malas influencias. Hacemos vida juntos dentro y fuera del campo, y metemos también a nuestras familias".

Sin embargo, para otros no fue tan fácil. Adrián adquirió la doble nacionalidad gracias a su madre, pero para un nicaragüense es un calvario conseguir los papeles de residencia, todo lo contrario que los venezolanos, quienes no necesitan visado para viajar. "Alguna vez han venido policías de paisano para ver si podían extraditar a algún compañero. Es muy feo. Aquí sólo jugamos al béisbol", lamenta.

Pero gracias a su incasable presidenta, Baldomera Peña, el club ha podido interceder y ayudar, como una auténtica ONG, a todo el que lo haya necesitado: "Es una guerrera nata. Si necesitas una cama o comida, ella te abre sus puertas y te pone un plato en la mesa".

Baldo, la jefa de este grupo, entró en este mundillo por su hijo. "Jugaba en el colegio, pero luego nos enteramos de la existencia de este club", recuerda . Y desde entonces no lo ha abandonado.

Si el béisbol sobrevive en Sevilla es gracias a ella. El campo de Amate, hasta hace poco un barrizal lleno de hierbajos, luce ahora impecable por la insistencia de esta mujer. También ayudaron los éxitos del grupo, que llamaron la atención del actual gobierno municipal y consiguieron por fin una subvención. "Sólo nos da para pagar el campo y tenerlo en buenas condiciones. Este deporte es caro y tenemos que poner dinero para materiales y viajes", critica.

Gracias a esa subvención tienen el campo, pero deben compartirlo con el fútbol. "Dejan sus porterías y el material, se estropea el césped... Son deportes muy distintos, no pueden compartir el terreno", explica la presidenta. Todo lo contrario que el Benamejí, único equipo andaluz con campo propio.

Aún así el Sevilla Red Sox sobrevive y y sigue plantando cara a los 'grandes' a pesar de su humildad. No tienen siquiera entrenador, se van turnando entre ellos para dirigir los entrenamientos, pero aún así han cosechado muy buenos resultados. Ahora, con la vuelta del béisbol para Tokio 2020, quizás sea el momento de relanzar en Andalucía un deporte caído en el olvido por falta de ayudas.

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