Colchón de tranquilidad
Jaime García, Responsable de Banco Mediolanum en la Zona Sur
Cuando pensamos en ahorro, nos vienen a la cabeza la jubilación o grandes desembolsos como la compra del piso, que exigen hacer hucha varios años antes. Sin embargo, desde la pandemia nos hemos tenido que adaptar a una economía que se comporta como una montaña rusa. Y, de golpe, hemos caído en la necesidad de contar con un colchón para hacer frente a una economía alocada. Vivimos hoy amenazas económicas olvidadas, como una inflación que ha alcanzado niveles no vistos desde los años ochenta. La magnitud de unos precios sube tan rápido ha sobrecogido a las autoridades económicas y monetarias, pero también a nuestros bolsillos, desbordados por una cesta de la compra disparada.
Pocas veces nos planteamos la importancia que tiene la gestión de la liquidez en nuestra calidad de vida, pero es algo básico para poder ser más felices y vivir más tranquilos. Y ¿a qué nos referimos con la gestión de la liquidez? Pues lo primero que debería hacer una familia es una lista donde clasifique los gastos en: gastos importantes para “sobrevivir”, lo que llamamos gastos fijos; gastos que nos permiten “vivir”, los que se consideran gastos variables; gastos superfluos que si eliminamos no notaremos ningún cambio en nuestra calidad de vida y, por último, gastos para nuestra familia y/o necesidades futuras, como es el “ahorro”. Este ahorro debe ser como un recibo que guardo para poder el día de mañana comprar una casa, complementar la jubilación o afrontar los estudios de mis hijos.
Esta clasificación nos permitirá gastar el dinero en aquello que es realmente importante y, por lo tanto, hacerlo de forma más serena. También nos permitirá saber qué colchón de seguridad debo guardar para poder cubrir al menos entre 3 y 6 meses de gastos. Esto permitirá afrontar una disminución de ingresos puntual como una pérdida de empleo, un ERTE por la pandemia, un divorcio, averías de electrodomésticos, del coche, etc. Este colchón también nos permitirá no tener que recurrir al ahorro que hemos guardado para objetivos importantes como puede ser la jubilación, cuyas inversiones suelen estar representadas por activos de largo plazo que conllevan cierta volatilidad.
Para gestionar esto, existen opciones como separar este importe en cuentas remuneradas que no tengan operativa de recibos, nóminas, etc., o bien en fondos de inversión de activos monetarios o renta fija a muy corto plazo, etc. En este caso, el elemento fundamental en la gestión de la liquidez es que el producto que usemos sea muy líquido y nos permita un acceso inmediato al dinero. La rentabilidad en este caso quedaría en un segundo plano.
Para calcular cuánto debo destinar al fondo para imprevistos, lo ideal es contar con un buen profesional que nos ayude a decidir cuál es nuestro colchón de tranquilidad. Una vez conseguido ese colchón, con el resto de nuestros ahorros buscaremos soluciones que a largo plazo nos permitan conservar, o incluso incrementar su valor, siempre en función de nuestras características y nuestro perfil inversor.
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