Gobierno Rajoy: Continuidad económica y renovación política

Análisis

El presidente demuestra su prioridad de preservar los logros económicos alcanzados en las anteriores legislaturas pero también que hay que hacer frente a desafíos apremiantes.

Fernando Faces

05 de noviembre 2016 - 01:00

SIN duda alguna estamos ante un genuino Gobierno Rajoy, coherente con sus principios y criterios de pragmatismo, mesura, prudencia, aversión al riesgo, y el de "resistir es vencer". Mariano Rajoy ha apostado por la continuidad en el mando, por preservar los logros económicos, la confianza de Bruselas y de los mercados financieros, y por renovar y rejuvenecer, sin excederse, las carteras más políticas. Convencido de que su principal logro ha sido rescatar a España de la mayor crisis económica, sus principales prioridades son: defender la unidad de España y hacer frente al desafío secesionista, preservar los logros económicos alcanzados en términos de crecimiento y creación de empleo, reducir del déficit público y mantener la confianza de Bruselas y de los mercados financieros. Pero también pretende hacer frente a los desafíos más apremiantes: garantizar la sostenibilidad del sistema de pensiones, cumplir con los objetivos de déficit impuestos por Bruselas , evitar la anunciada multa, abordar la apremiante reforma de la financiación autonómica, mejorar la reforma laboral, completar la reestructuración bancaria, profundizar en la reforma fiscal y acometer, de una vez por todas. la reforma de la educación.

Para preservar este núcleo duro de objetivos, en el que para Rajoy no caben transigencias, mantiene a Luis de Guindos en la cartera de Economía añadiéndole Industria, a Cristobal Montoro en la de Hacienda y Función Pública, a Fátima Báñez en la cartera de Empleo y Seguridad Social, a García Tejerina en la de Agricultura y a Méndez de Vigo en la de Educación. Consciente de que vienen nuevos tiempos de pactos y consensos, renueva y rejuvenece las carteras más políticas, asignando la cartera de Asuntos Exteriores a Alfonso Dastis, a María Dolores de Cospedal la de Defensa, la de Interior a Juan Ignacio Zoido, la de Sanidad a Dolors Montserrat y la de Fomento a Iñigo de la Serna. Para satisfacción de las aspiraciones frustradas de Álvaro Nadal se crea la cartera de Energía,Turismo y Digital.

Mariano Rajoy está convecido de que la unidad de mando y la lealtad son fundamentales en tiempos de cambio y de crisis. Por esta razón no ha dudado en mantener a Soraya Sáenz Santamaría como vicepresidenta al frente del Ministerio de Presidencia y responsable de las Administraciones Territoriales. Tampoco ha dudado en mantenerse él mismo como presidente de la Comisión Delegada, sustituido en su ausencia por Soraya Sáenz , que es la que, de facto, ha llevado el peso de la Comisión. En esta misma línea evita la esperada vicepresidencia económica, manteniendo el tándem Luis de Guindos y Cristóbal Montoro, a pesar de sus desavenencias, reforzando al primero con las competencias de industria. En otras palabras, para Mariano Rajoy no es recomendable experimentar con las cosas de comer, sobre todo si han ido relativamente bien y han sido la base del despegue económico y la de la recuperación de la confianza exterior en España. Pero sí es conveniente rejuvenecer y renovar, en la justa medida, con ministros más políticos, la periferia del resto de los ministerios. Conociendo a Mariano Rajoy, ¿alguien esperaba algo más? Yo, no.

El primer reto es la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. No va a ser fácil, ya que para cumplir con los objetivos de déficit en los dos próximos años va a tener que hacer un recorte de 10.000 millones de euros. Confiar en que el ajuste se produzca vía crecimiento económico sería utópico e inaceptable para Bruselas, a la vista de lo sucedido en 2016. Sobre todo teniendo en cuenta que las previsiones para 2017 son de desaceleración del ritmo de crecimiento del PIB hasta el 2,3%. Pactar con la oposición una reducción de gastos sociales o reducir los gastos de estructura de la Administración va a ser una misión imposible. El problema se agravará sí se cede a la pretensión de la izquierda de financiar el déficit de la Seguridad Social, 18.000 millones de euros, con cargo a los presupuestos. La salida será una importante subida de impuestos, lo cual lastrará gravemente el crecimiento y la creación de empleo.

Una de las prioridades de Mariano Rajoy, ante el agotamiento de la hucha de las pensiones, será la convocatoria del Pacto de Toledo. Una reforma necesaria y urgente, pero de difícil consenso. La reforma del modelo de financiación autonómica es otra de las prioridades inaplazable. Todo las autonomías la reclaman. Existe un consenso generalizado, entre académicos y políticos, sobre que el sistema actual es injusto, insostenible e ineficiente, pero de muy difícil consenso, ya que todas pretenden mejorar su financiación a costa de las demás.

La reforma laboral es otro de las prioridades. Para la izquierda, porque pretende derogarla y para el Gobierno, porque pretende perfeccionarla, reduciendo el margen de discrecionalidad e interpretación de los jueces. La reforma fiscal se hace nuevamente inevitable ante la insuficiencia de ingresos para financiar el creciente gasto público, y ante la presión de Bruselas para el cumplimiento de los objetivos de déficit .El riesgo nuevamente será que no se acometa con profundidad y se limite a aumentar los impuestos para solucionar la insuficiencia de los ingresos tributarios.

Habrá presiones crecientes de Bruselas para que se finalicen y apliquen reformas pendientes como la liberalización de los servicios, la reforma energética o la de mercado único. Ante la presión de los distintos grupos de interés y la falta de consenso de los partidos, probablemente se pospondrán. Será un Gobierno de muy pocas reformas, de mantener lo logrado, de resistir y ganar tiempo, confiando en que los factores de inercia externos, como la recuperación económica internacional, la política monetaria expansiva y el bajo precio del petróleo, se mantengan. Una apuesta peligrosa, ya que las previsiones son de desaceleración del crecimiento y el comercio mundial, de subida del precio del petróleo y de suave subida de los tipos de interés. Ante esta situación quizás fuera más sensato centrarse en aquellas pocas reformas que exigen pactos de Estado, por su importancia y necesaria perdurabilidad, como son la reforma de la educación y de la administración territorial. Pocas reformas, pero importantes y perdurables, que sólo se pueden hacer con el consenso de todos los partidos. Desde este punto de vista la actual situación política sería una oportunidad

El Ministro de Economía, Luis de Guindos, pretenderá adoptar las medidas que sean necesarias para para mejorar la competitividad, potenciar el motor de las exportaciones y mantener la actual senda de crecimiento y creación de empleo. Entre sus principales objetivos estará mantener la confianza de Bruselas y atraer inversión extranjera para financiar el altísimo endeudamiento externo. Luis de Guindos es consciente de que, aunque se hayan restablecido los desequilibrios flujo de la economía, todavía son muy altos y amenazantes los desequilibrios estructurales, entre los cuales lo más importantes son la baja productividad, el alto endeudamiento externo y el elevado paro. Desequilibrios que nos hacen altamente vulnerables a la pérdida de confianza exterior o a una posible nueva crisis financiera causada por el estallido de la gran burbuja de deuda pública y privada que han provocado las políticas monetarias expansivas en todo el mundo.

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