La ciencia ‘conductual’ de la planificación
Jaime García y Gracia Ortega, Family Bankers de Banco Mediolanum
La economía conductual es hoy una ciencia reconocida (y muy apreciada) que, a grandes rasgos, demuestra que la mayoría de las decisiones económicas que tomamos están guiadas más por el instinto que por la racionalidad. Su consagración como ciencia —un híbrido entre economía y psicología— viene de la mano de dos premios Nobel de Economía: primero, el del psicólogo israelí Daniel Kahneman en 2002 y, después, el recibido por economista conductual estadounidense Richard Thaler en 2017. Sin embargo, desde los albores de la economía, en el siglo XVIII, ya se trata la relación entre la irracionalidad y los actos económicos.
Muchas son las subcategorías que actualmente se investigan dentro de la economía conductual, como los incentivos y las motivaciones, las influencias sociales, la heurística (forma de mejorar el conocimiento sobre algún tema mediante métodos no extremadamente rigurosos) o el tiempo y la planificación. Yo me detendré en las finanzas personales, pues en ellas se explora la capacidad de planificar nuestras elecciones y decisiones en el tiempo.
Planificar requiere del pensamiento rápido y también del lento, del que hablaba Kahneman, y permite pensar a corto, a medio y a largo plazo. Es ahí donde debemos ayudarnos con técnicas que nos faciliten la voluntad y sean sencillas y automáticas, como el preahorro: si apartamos del sueldo, nada más cobrar, un 10% con una orden automática, podremos ahorrar y crear un colchón de seguridad, tomar decisiones sin miedo a no tener efectivo, además de ser más libres. Del mismo modo que nos adaptamos a las subidas de la hipoteca, ajustaremos nuestra vida rápido a no tener ese 10% disponible porque lo hemos “guardado”.
El ser humano es desproporcionadamente impaciente en el corto plazo: es lo que se denomina “sesgo del presente”. Se nos olvida que el futuro es un presente continuo y, si nos lo gastamos todo hoy, nos encontraremos desprotegidos en el presente de “mañana”.
La economía conductual es una ciencia apasionante. Porque no solo afecta al ahorro, sino a la calidad de vida, mediante sus aplicaciones en la toma de decisiones importantes y no urgentes, en conseguir la libertad financiera y, por tanto, en la tranquilidad de poder hacer aquello que te motiva de verdad.
En Banco Mediolanum sabemos que la planificación es esencial porque se basa en una estrategia diseñada con base en el conocimiento de las necesidades reales y las motivaciones personales. Es también un antídoto para minimizar el riesgo, pues piensa en el largo plazo, aunque tiene en cuenta los objetivos del corto y el medio. Evita, igualmente, la procrastinación, ya que automatiza acciones que olvidaríamos o retrasaríamos de forma inconsciente, como las aportaciones periódicas a nuestros ahorros. Y, por último, contempla la esencia del “empujoncito” o nudge (en inglés), la teoría de Richard Thaler: el economista defiende la necesidad de un apoyo amigable para que hagamos cosas, muy útil para manejarse en las finanzas. Y esto es una de las cosas a las que nos dedicamos los Family Bankers.
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