El Fiscal

Diez claves de una semana intensa

  • Sobre la ocurrencia de la Junta, los acosos y derribos de hermanos mayores, el papelón del Consejo y otros asuntos que han marcado los últimos días

El presidente Moreno, en el acto celebrado esta semana en el Lope de Vega de Sevilla.

El presidente Moreno, en el acto celebrado esta semana en el Lope de Vega de Sevilla. / M. G. (Sevilla)

Antes que nada conviene dejar muy claro que no es nada extraño que los políticos tiendan a aparecer como defensores de la Semana Santa a toda costa. Se vio en marzo con Juan Espadas diciendo que tendría nada menos que decirle la Organización Mundial de la Salud que no hubiera Semana Santa en Sevilla. Y lo hemos presenciado esta semana con el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, que ha abierto la posibilidad de fórmulas alternativas de celebración de la fiesta siguiendo el modelo de la misa al aire libre organizada por el 400 aniversario del Gran Poder en la Plaza de San Lorenzo, un acto del que el propio presidente disfrutó.

No fuercen nada

Los políticos tratan de dar buenas noticias, generar esperanzas y forzar lo que sea con tal de lograr impactos positivos. Todo antes que decir que no. Es evidente que se trata de un error. Nadie puede culpar ni a Espadas ni a Moreno de la pandemia. Pero también es verdad que esta Semana Santa está afectada, muy afectada, por el consumismo. Se han pervertido los esquemas originales de las cosas en tal medida, fruto del desconocimiento, del mal gusto y del frikismo, que lo que importa es que salga un paso, que se aireen las plumas de los romanos, y que suene la Marcha Real y la trompetería sin solución de continuidad. Da igual por qué sale la cofradía, cuál es el sentido de la estación de penitencia o la razones por las que se llega a la Catedral y se sale después de ella.

Planteamientos claros

Conviene dejar claro que la Semana Santa genera economía, pero las cofradías no salen por ese objetivo. El bar se llena porque sale la cofradía. La cofradía no sale para llenar el bar. Parece una obviedad, pero esta semana hemos oído y leído de todo a este respecto. Recuerdo el dueño de un negocio de la calle Cuna que después de Semana Santa acudía a entregar un pequeño donativo a las cofradías que habían pasado por delante de su establecimiento, un gesto hermoso de agradecimiento que hoy resulta revelador. Lo dicho: no tenemos que forzar ninguna alternativa de Semana Santa para que vengan turistas. Los turistas vendrán cuando haya Semana Santa.

¿Y la economía?

¿Y qué hacemos con la economía de las hermandades? Ser creativos, pedir al que tiene, gastar menos, buscar nuevas fuentes de recursos. Lo que hacen todas las familias. No se disolverá ninguna corporación por razones económicas. Hay que aguantar. Llegará la vacuna, saldrá el sol y volverá a haber Semana Santa. Conocemos una fábrica de cera que, por ejemplo, comercializa ya otro tipo de productos, también relacionados con su materia prima, dado el horizonte de dos años sin procesiones en toda Andalucía. ¿Y qué me dicen de la diseñadora de trajes de flamenca que se ha puesto a vender mascarillas? Comprendo que algunos se resistan a admitir que todo se nos ha venido abajo. Pero quizás el enfoque correcto es que el mundo se ha parado, que no tendremos Semana Santa durante dos años, y que después todo será igual o incluso mejor.

Costaleros en una bulla de Semana Santa. Costaleros en una bulla de Semana Santa.

Costaleros en una bulla de Semana Santa. / Ruesga Bono (Sevilla)

Augurios sobre el público

¿Y si estos años de paralización casi absoluta sirven para regenerar una fiesta que ha estado descaradamente marcada por la saturación de salidas extraordinarias? Piensen muchos de ustedes si no estaban hartos de tantos pasos por la calle a deshoras. A veces hasta provocaban un sonrojo. Es posible que encontremos aquí un efecto positivo entre tanta desgracia. El boom de la Semana Santa de los años 90 se produjo después de años de sequía. Salieron todas las cofradías durante algunos años seguidos. Como se suele decir, fueron Semanas Santas que hicieron afición. Hay teóricos que apuntan a que la gente saldrá masivamente a la calle en cuanto haya una primera procesión, pero también los hay que auguran todo lo contrario. En cualquier caso, no estarán las arcas municipales para soportar los gastos que provocan cientos de procesiones, mayores y menores, durante todo el año. Es posible que la mesura se reinstaure al menos durante un tiempo.

Chaves da el primer golpe de gubia al paso de las Aguas en 2001 Chaves da el primer golpe de gubia al paso de las Aguas en 2001

Chaves da el primer golpe de gubia al paso de las Aguas en 2001 / José Ángel García (Sevilla)

La política cada vez más presente

Sería bueno que los políticos sacaran la Semana Santa de sus agendas, salvo para garantizar la seguridad cuando llegue el caso, la regulación de ciertas ayudas a la restauración del patrimonio y poco más. No es bueno que con la Semana Santa se haga política. Tampoco hace falta que la Semana Santa tenga catalogaciones oficiales para asegurarla frente a supuestos enemigos. Las cofradías los cuentan por siglos. Y, por cierto, han ido poco a poco perdiendo peso en relación con las autoridades. Desde 2000 manda el Cecop de forma notoria. Y en los últimos tiempos el poder autonómico se introduce en este mundillo. Nunca antes habíamos visto tan presente a la Junta de Andalucía en asuntos cofradieros. Habría que remontarse a Manuel Chaves dando el primer golpe de gubia al paso del Cristo de las Aguas.

El Consejo

El Consejo de Cofradías ha anunciado el resultado de la campaña de devolución del dinero de los abonados. El movimiento ha sido un éxito. La mayoría de los abonados han querido recuperar las perras, entre ellos delegados de día de la propia institución y muchos hermanos mayores. No estábamos equivocados quienes desde el primer momento defendimos que el dinero debía ser devuelto a quienes lo reclamaran. El Consejo perdió una gran oportunidad para liderar la iniciativa, pero en muchas ocasiones parece anclado en la Sevilla de los años 80.

Hechos vergonzosos

Esta semana se han producido algunos hechos en las cofradías que es casi mejor no comentar. Las tardes libres siguen siendo peligrosísimas, porque se juega al acoso y derribo de hermanos mayores. Hay gente que sigue a lo suyo, cada loco con su tema, como si la pandemia fuera por otro lado. Tal vez sea una forma de escapar de la realidad. Resulta digno de estudio que algunos sigan erre que erre gastando el tiempo y las energías en asuntos intrascendentes. ¡Hay que tener ganas de ser hermano mayor con los meses de tiesura que quedan por delante! Y hemos visto vídeos promocionales ante los que verdaderamente es mejor quedarse en silencio. Por caridad, por prudencia, por lo que sea. Pero en silencio.

Plaza de San Francisco con los palcos montados. Plaza de San Francisco con los palcos montados.

Plaza de San Francisco con los palcos montados. / M. G. (Sevilla)

Maruja Vilches

Maruja Vilches sigue adelante con su labor en apoyo a los más desfavorecidos. Está encontrando la ayuda de muchas personas. Ayudas de todo tipo. Todas son bien recibidas. La cantidad de muestras de afecto que ha recibido Vilches tras la penosa decisión del Consejo de prescindir de ella ha sido apabullante. Pasados los días, sólo queda recordar aquellos versos lorquianos que encajan perfectamente con la bravuconería gratuita cometida en San Gregorio: “¡Qué blando con la espigas, qué duro con las espuelas!”. Aviso a ignorantes con chaqué: don Federico tampoco dio el pregón, no vayan a buscarlo en Wikipedia. Y repetimos: el cura Marcelino debió hacer más, mucho más con este asunto que se les fue absurdamente de las manos.

Petición a dos políticos

Si el presidente Moreno conoce la Semana Santa como sabemos que la conoce, no animará más a que se hagan experimentos que conducirán a la melancolía en el mejor de los casos. La Semana Santa es insustituible. Es un culto público que se puede hacer cuando se dan las circunstancias. Y por desgracia todo indica que en 2021 tampoco se darán. Se trata de evitar aglomeraciones y colas. Dejemos las cosas como están. Seguro que muy pronto el presidente podrá tocar de nuevo la palmera de la Borriquita desde un balcón de Cuna, y que el alcalde disfrutará de esas cofradías populosas de los barrios que tanto le gustan. Pero no animen a montar tinglados. Si se trata de quedarnos quietos. O de movernos lo justo. ¿No nos hemos enterado todavía?