Los detalles de las cofradías
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Mucho se habla siempre de la lista de los abonados de los palcos como si fuera un documento que debería ser depositado en el Archivo Secreto Vaticano. "Hay quien tiene cinco a su nombre, un empresario muy de Triana... ¿Cómo se llamaba?". "Fíjate que Mengano fue alto cargo en la casa y se fue sin una puñetera silla, no figura en la lista". "¿Recuerdas el que perdió el palco y se lo restituyeron por el temor a la que lió". Los chascarrillos, las leyendas, las especulaciones... Siempre van y vienen. Es inevitable. El Consejo ha ganado mucho en transparencia en los últimos veinticinco años. No hay duda. ¿Podría ganar aún más? Seguro que lo hará, los tiempos exigen ciertas medidas y no tendría sentido ya mantener ninguna parcela opaca. Todo llegará. El año próximo hay elecciones, no habría que descartar nombres revolucionarios que meditan este verano si dar el paso, si firmar sólidas alianzas, si merece la pena... De lo que no cabe duda es de la buena imagen que se lleva uno de la casa de la calle San Gregorio cuando hace una visita pausada y lee los lomos de los archivadores. ¡Cuánto dicen esas etiquetas de los detalles que se cuidan en el Consejo! De acuerdo en que los señores consejeros no siempre aciertan, a veces no están donde tienen que estar y en otras carecen de peso específico para arreglar algunos entuertos, pero muchísimas veces canalizan ese poder de las cofradías de dar cariño, compañía, calor, etcétera. Qué cosas más hermosas figuran en esos archivadores. "Felicitaciones y agradecimientos". "Pésames". "Deseos de mejoría". "Tertulias cofrades". "Asociación de mujeres cofrades". "Felicitaciones de Navidad". Y así una ristra de acciones que se han efectuado para que el Consejo, órgano de representación de todas las hermandades, haga llegar su aliento al que lo necesita, más allá de la gestión de la carrera oficial, la designación de los pregoneros y el cartelista, y la elección de la imagen del Vía Crucis, eso que Julio Domínguez Arjona (un saludo a la Calzá) llama los Óscar de cada cuaresma.
Si las cofradías tienen las potencias del Señor o el pañuelo de la Virgen para dar consuelo al hermano enfermo, ingresado en el hospital o impedido en casa, el Consejo tiene los 'saludas' con los que expresa sus deseos de mejoría y pide por el restablecimiento del paciente a las imágenes sagradas de la devoción del afectado. Si hay un fallecimiento, el pésame a los dolientes. ¿Que hay tertulias que invitan a sus actos? También se les escribe. Que la Asociación de Mujeres Cofrades que impulsó Bueno Monreal sigue por fortuna en activo, también se les ayuda y se les tiene en cuenta. Son muchísimos detalles que no se saben al no trascender, pero ahí están los archivos de la memoria. Esperemos que nunca se pierdan esos 'saludas' que son abrazo y bálsamo. El mayor poder de las cofradías es esa capacidad de hacerse presentes en un hospital, con una llamada o con una carta redactada con calidez. Y para eso se necesitan los mensajeros de buena fe, los que avisan dónde hay que estar, Consejo incluido. Que no se pierda nunca esa faceta, ese trato humano, ese factor diferencial con otras entidades.
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