Alejandro Muchada | Viñador
Alejandro Muchada: "Los vinos de albariza nos recuerdan que fuimos mar"
-¿De dónde le viene esa pasión por el antiguo Egipto?
-Esto empezó a raíz de que yo, siendo un niño, leí la novela de Sinuhé el egipcio. Eso para mí fue el descubrimiento de un mundo nuevo. Desde entonces siempre he procurado estar informado sobre la civilización egipcia, he estudiado mucho, me he documentado mucho y a partir de ahí siempre tenía en la cabeza escribir un libro sobre Egipto. Justamente el primero que escribí se basa en la misma época de Sinuhé, con los mismos protagonistas (Nefertiti, Tutankamón, Ay...).
-Y ahora presenta su segundo, La conjura del harén (editada por Espasa), que está basado en el personaje Ramsés III, ¿por qué?
-Pienso que Ramsés III ha estado maltratado por la Historia. Se ha hablado mucho de otros faraones, como Ramsés II, Amenofis III, Tutmosis III y Ramsés III ha sido el gran olvidado. Pienso que merecía que se le dedicara un libro y he sido yo el que he dado el paso adelante.
-¿Quién fue Ramsés III?
-Tuvo una vida desgraciada. Tuvo que hacer frente a los conocidos como pueblos del mar, que eran una mescolanza de pueblos extranjeros que a su paso habían arrasado incluso con el imperio hitita, que era el máximo rival de Egipto. El imperio hitita sucumbió ante el avance de estos pueblos del mar. Cuando llegaron a Egipto, Ramsés III tuvo que hacerles frente y los venció. También tuvo que hacer frente a la primera batalla naval de la Historia, en la que también venció. Al igual que se enfrentó a la primera huelga de la Historia, que también venció. Para terminar, tuvo la mala idea de compartir el trono con dos grandes esposas.
-¿A quién se le ocurre?
-Esposas tuvo muchas, pero el título de esposa era honorífico. Los hijos de las esposas no tenían derecho al trono, solamente los hijos de las grandes esposas. Y él tuvo la mala idea de tener dos grandes esposas al mismo tiempo. Cada una le dio un hijo y aquí es donde empieza el gran problema, porque las dos madres querían que fuese su hijo el sucesor. Y aquí es donde se fomenta la conjura del harén por parte de una de las dos.
-Una guerra de sucesión en toda regla, ¿no es así?
-Sí, así es.
-Hablamos de una novela histórica, en la que tiene que usted hacer uso de la ficción...
-Necesariamente, porque estamos hablando del año 1.100 antes de Cristo. Mucha documentación se ha perdido por el camino. Mucho se perdió en el incendio de la biblioteca de Alejandría. Entonces, a partir de lo que se conserva, había que rellenar los huecos que habían quedado ocultos. Ahí entra el trabajo del escritor, se tiene que hacer de forma que el lector no sepa distinguir qué es cierto y qué no. Si se distinguiera, yo ya no tendría mérito la novela. Yo intento ser honesto y, al final, cuando la novela ya ha terminado, digo en qué se basa todo. Además incluyo una bibliografía, por si el lector tiene interés en ampliar conocimientos y sepa dónde buscar.
-¿No tuvo la tentación de escribir un ensayo?
-No, eso a mí se me escaparía. Además, siendo sincero, el ensayo no tiene público. Sería para un sector mucho más reducido.
-Decía Umberto Eco que llegó a conocer más la Edad Media que la sociedad actual, ¿le pasa algo similar pero con Egipto?
-(Risas) Más o menos, sí.
-¿Cuántas veces ha visitado Egipto?
-Ninguna
-¿Qué me dice? ¿Cómo puede ser esto?
-Tengo una idea muy romántica de Egipto y no la quiero pervertir. De momento, no voy a ir.
-¿Me recomienda usted algún libro sobre Egipto?
-Los de Nacho Ares. Es el egiptólogo español de referencia y tiene un programa de radio en la cadena Ser. También hay uno que leo que es Andy García, pero sigo más a Nacho Ares.
-Pensé que me diría alguna novela histórica de Naguib Mahfuz, tipo La batalla de Tebas.
-A la hora de documentarme, no me baso en novela histórica, precisamente porque intento separar la realidad de la ficción. Y eso sólo puedes hacerlo si te documentas a partir de estudios académicos, nunca a partir de una novela histórica.
-Y una última curiosidad, ¿Cómo es ser egiptólogo y llamarse Abraham?
-Bueno, es una coincidencia, yo me llamo Abraham por Abraham Lincoln, del que mi padre era un gran admirador.
Abraham Juárez estudió Historia e Historia del Arte, dedicó toda su vida profesional a la banca y, tras jubilarse, publicó su primera novela, La faraona oculta, que obtuvo el premio de Narraciones Históricas en 2022. Ahora, se adentra en la vida, y sobre todo en la muerte, de Ramsés III, faraón que murió degollado. De su asesinato no se supo hasta 2012, pues cuando lo momificaron, los embalsamadores colocaron en su garganta un amuleto, un ojo de Horus, y lo cubrieron con vendas de lino que los investigadores nunca se atrevieron a retirar para no causar algún daño irreparable a la momia. En dicho año, una tomografía computarizada reveló que el faraón tenía un corte de siete centímetros en el cuello, que le seccionó la tráquea y las arterias, y casi alcanzó la columna vertebral, que le debió provocar la muerte instantánea.
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