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Javier Peláez | Divulgador científico

"El Ártico nos ha dejado muchos héroes, pero pocas victorias"

"El Ártico nos ha dejado muchos héroes, pero pocas victorias"

"El Ártico nos ha dejado muchos héroes, pero pocas victorias" / d. s.

Javier Peláez (Puertollano, 1974) es divulgador científico, autor del podcast científico y cultural La Aldea Irreductible y confundador de la plataforma científica Naukas. Colabora habitualmente en distintas secciones científicas de medios como El País o RNE. Acaba de publicar con Editorial Crítica 500 años de frío. La gran aventura del Ártico, un libro en el que amplía y desarrolla los contenidos de su Serie Polar. Actualmente, está haciendo otra serie de podcasts centrados en las expediciones a la Luna.

-500 años de frío es la materialización en libro de los podcasts de la Serie Polar. ¿Qué le hizo pensar que era un tema con nicho?

-Quizá tendría que empezar diciendo que soy un coleccionista del libros raros: de libros antiguos, casi todos, de expediciones, Humboldt, Darwin... Cayó en mis manos un libro de historia polar del XIX y, a partir de ahí, ha sido ir como loco. Tendré unos cien libros de artículos científicos y diarios y pensé que podría funcionar muy bien si lo hacía en formato radio. El tema del Polo Norte, además, es muy desconocido: se queda un poco de vacío frente a la gesta de Amundsen y Scott; nadie se acuerda de los cientos de expediciones que intentaron hacer el paso del noroeste y fracasaron. Las quince entregas tuvieron mucho éxito, así que pensamos en hacer una cronología desde 1497 hasta la actualidad.

Es posible que volvamos a la Luna, pero ya no se puede cruzar el Polo Norte en trineo"

-Hay que ser muy empecinado, porque 500 años de frío fueron, más bien, 500 años de nada.

-El Ártico ha dejado muchos héroes pero pocas victorias. Entre las leyendas: Franklin, Hansen, Hudson.. si sigues los accidentes geográficos, los sigues a casi todos ellos. Durante 500 años, lo que se buscaba era un paso navegable. Las motivaciones fueron siempre económicas: hasta entrado el XIX, nadie quería ir al Ártico por sí mismo. Luego empezó el romanticismo y se buscaba también la meta mítica de llegar lo más lejos posible, pero lo principal era un paso hacia Oriente.

-Como con Magallanes, no podemos asumir la importancia que tenía.

-En el siglo XVI, las grandes potencias, España y Portugal, se habían dividido el mundo y las rutas de comercio. Había dos naciones que empezaban a surgir, Inglaterra y Holanda, y necesitaban reforzarse a cualquier coste: estaba todo cogido, pero lo más lógico era buscar algún camino hacia el norte. No contaban con que el océano Ártico es un mar fuera de escala, cruel, congelado, que te deja atrapado durante años, si es que puedes salir.

-En pleno siglo XVI, Steven y William Borough, dos marinos ingleses, parecían estar enganchados al Ártico a pesar de las condiciones... Un enganche que, más allá de toda lógica, es constante desde entonces.

-Y a esos dos les pasó de todo. Walter Cunningham,piloto del Apolo 7, decía que una aventura tenía que tener tres elementos: riesgo para la vida, añadir conocimiento a la humanidad y que fuera un viaje incierto. Hoy día, llamamos aventura a un sitio en el que nos colamos a dos horas de vuelo. Tengo un amigo, explorador de la Rusia ártica, que se enganchó allí tras una primera experiencia de horror, y lleva ya doce viajes. Nansen decía que la crudeza y la belleza pura de esos paisajes árticos enamoraban. John Davis, también en el XVI, hizo cuatro o cinco viajes. El Ártico tiene una especie de veneno suave que engancha a todos.

-La historia de las desapariciones en el hielo es muy amplia. ¿Quién diría que protagoniza el olvido más injusto?

-Pues yo diría que la expedición de Greely, a finales del XIX, que intentó poner una base en el Ártico. Con una tripulación que, en gran parte, ni siquiera había visto el mar, se fue al norte de la isla de Ellesmere. De los 24 que fueron, sobrevivieron seis en una agonía que incluye episodios de canibalismo, desenterrando los cuerpos de los que habían muerto. Una expedición logró encontrarlos en muy malas condiciones y, de hecho, uno de ellos murió al subir al barco. Pero todos los días, todos los días, estos hombres recogieron datos científicos: esto es lo que va a quedar de nosotros, pensaban. Esos datos nos son increíblemente valiosos al realizar hoy comparativas de ciencia climatológica .

-Recoge muertes tremendas. Es irónica la de Amundsen: gana el Polo Norte, el Polo Sur, el paso noroeste, y muere en un accidente de avión al rescatar a uno de sus rivales.

-Esa crudeza de la que estamos hablando da pie a las aventuras más duras, a los retos y odios más fuertes. Nobile (el italiano con el que Amundsen llegó al Polo Norte en dirigible) y él no se hablaban. Pero cuando tuvo un accidente, salió la hermandad y cogió un hidroavión para salvarlo.

-¿Qué reto nos presentan ahora las regiones polares?

-Bueno, yo soy pesimista en general. La primera vez que se cruzó el océano Ártico en trineo fue en el 69: el mismo año que llegamos a la Luna. Es posible que volvamos a pisar la Luna, pero hacer lo que hizo Wally Herbert es ya imposible. Hace poco, empezaron a transitar el Ártico cruceros de turismo de lujo. Un paso como el del noroeste puede ahorrar muchísimo en todo el tráfico de mercancias, pero puede tener un impacto ecológico muy fuerte: las tierras del Ártico no son como las de la Antártida, no son Patrimonio de la Humanidad sino que pertenecen a distintos países. Y el Ártico es, además, un territorio muy delicado: la Antártida es un continente que tiene de dos a cuatro kilómetros de hielo por encima; el Ártico es un mar con una capa de hielo de entre cuatro y cinco metros de grosor.

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